Martín Cruz
Angélica Carmona Jurado, de quien se dice es protegida por el patronato, por el Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec) y por otras asociaciones, ha permanecido durante más de 25 años al frente de la Casa de la Cultura de Coatzacoalcos.
Pero hoy ha puesto en evidencia su falta de “cultura” al ordenar el corte de los árboles que se encontraban en el patio de este recinto, los cuales presuntamente ya no servían, y que eran el nicho de una parvada de pelícanos.
Fue un grupo de ambientalistas (que quizás ella tratará de minimizar) quienes se plantaron afuera de las instalaciones para inconformarse y de paso para exigir su destitución.
Los quejosos señalaron que quien está en contra de la naturaleza, talando árboles para ahuyentar a las aves marinas, no le interesa la cultura en lo mínimo y por lo tanto debe renunciar al cargo, pues, dicho sea de paso, no ha aportado nada sobresaliente a la cultura y las artes en Coatzacoalcos, mucho menos con esta actitud negativa.
La servidora pública de élite, Carmona Jurado ya no pudo con el coraje y asco que le producían las heces de los pelícanos esparcidas por todo el patio de la Casa de la Cultura y vehículos, por lo que instruyó talar los árboles de casuarinas situados en la parte de enfrente del edificio, a sabiendas de la gran deforestación que prevalece en la región, ya que además al momento de efectuar la tala se contaban con los permisos ambientales correspondientes.
Ahora el grupo de ambientalistas actuará y pedirá la intervención de la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente, para que no se vuelvan a cometer esta clase de abusos de parte de las autoridades.
Con esta acción que no ha sido muy bien vista por la ciudadanía, la funcionaria de cultura ha puesto en su contra a quienes salen en defensa del medio ambiente, pero también se ha convertido en un mal ejemplo al fomentar la destrucción de la naturaleza y hacer todo lo contrario. Textualmente, estas son palabras de Angélica Carmona, ofrecidas a un portal de noticias donde habla de su sensibilidad por la cultura:
“Yo creo que cuando nosotros podamos ser ciudadanos más sensibles y que podamos encontrar satisfactores en la cultura y en el arte, podremos encontrar que la sensibilidad del ser humano es una parte que debemos cultivar y que nos va a llenar mucho y no solamente en lo material.”.
Quizás esto ya no debe extrañar, pero debió utilizar la cabeza para darle una solución a este problema, y no actuar atropelladamente, considerado por algunas “una tormenta en un vaso de agua”, ya que esta situación está ha propiciado que ahora el grupo de ambientalistas pida su renuncia y saquen a relucir sus más de 25 años al frente de esta institución, lo que posiblemente no le afecta y permanezca en el cargo.
