19 de Abril de 2024

Duda Razonable

La fiesta de "Javidú"

 

Carlos Puig

 

 

Sería de risa, si las consecuencias para los veracruzanos no fueran tan graves, la exigencia de los priistas de que se aplique todo el peso de la ley a Javier Duarte ahora que ha sido capturado.

Es como si el duartismo, esa manera de robarlo todo con cinismo escalofriante, se haya dado en el vacío. Como si un ladronzuelo desconocido se hubiera metido a saquear la casa mientras nosotros estábamos de vacaciones.

No. Nadie estaba de vacaciones. La casa fue saqueada mientras todos estaban ahí y disfrutaban de la fiesta.

Las redes, crueles y memoriosas, han dado vuelo republicando los tuits de varios miembros del gabinete y priistas distinguidos felicitando o mandando saludos cordiales a Duarte durante todos estos años. Sería sencillo descartarlos como una anécdota más de eso que pasa en las redes. Pero algo dicen. Por ejemplo, que durante casi seis años nadie tocó, nadie investigó desde el gobierno federal a Javier Duarte. Tal vez en el último año le quitaron el saludo, dejaron de visitarlo, pero nada más.

Bien escribió ayer Héctor Aguilar Camín que Duarte es solo un “caso extremo de excesos rutinarios de gobiernos locales cuyos usos y costumbres no se distinguen mayor cosa de los que Duarte llevó al delirio”.

Añado algo, el destino de Duarte, como el de otros gobernadores, parece tener un componente electoral. Medina, César Duarte, Padrés, pronto, Borge, antes Granier, los tamaulipecos, todos fueron perseguidos después de perder una elección para su partido. Los electores sabían, los gobiernos no quisieron actuar. Hasta enero, Yarrington tenía seguridad provista por el estado de Tamaulipas. ¿Qué más evidencia se necesita?

¿Cuántos procuradores recibieron alertas de la Auditoría Superior de la Federación que sobre Duarte hizo observaciones, en cinco años, por 34 mil millones de pesos? ¿Cuántos miembros de su gabinete pueden decir que no sabían lo que Javidú hacía? ¿Cuántos miembros del Congreso veracruzano no recibieron dinero y prebendas para hacer como que no veían? ¿Cuántos presidentes del PRI lo abrazaban mientras Duarte desfalcaba al estado? ¿Y los desaparecidos? ¿Y los muertos?

 

No. Que nadie se haga el sorprendido.

Duarte se robó la casa mientras todos disfrutaban de la fiesta. Nadie dijo nada. Siguieron bailando. Algunos le abrieron la puerta y otros le ayudaron a sacar los muebles. La borrachera, cuentan, fue espectacular.


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