29 de Marzo de 2024

La Feria

Periodismo y lavar baños

Salvador Camarena

Hace once días Arturo Ángel, reportero de Animal Político, publicó una cosa digna de escándalo.

El periodista que reveló los fraudes con empresas fantasma en el Veracruz de Javier Duarte, dio cuenta de que la Procuraduría General de la República ha abierto 56 averiguaciones previas en contra de Javidú por presunto desvío de recursos, pero que ninguna ha sido consignada ante un juez, ninguna. Cero. Niente. Nada.

Esas averiguaciones involucran más de 21 mil millones de pesos de presuntas anomalías detectadas por la Auditoría Superior de la Federación. Monto que se suma a otros 35 mil millones de pesos que tampoco encuentra la ASF y que, a su vez, podrían convertirse en nuevas denuncias. (http://bit.ly/2qJEy8C)

Son cantidades delirantes. No es necesario traducirlas, como mandaba una no tan vieja escuela periodística, en el número de escuelas u hospitales que se podrían hacer y/o mantener con esos montos.

Es un chorro de dinero, para decirlo coloquialmente sin recurrir a la otra mexicanísima palabra que también empieza con ch.

El remate de esta historia es todavía más increíble. Porque es de no creerse que muy probablemente el caso de toda esa lana quede fuera del proceso por el cual será extraditado, e inicialmente juzgado, Javidú.

Así que cuando sientan en el estómago ese piquete de gusto al recordar que el exgobernador de Veracruz está en una cárcel, pongan freno a sus bajos instintos. Porque si bien es cierto que don Javier no está en un lecho de rosas, de ahí a que el futuro que le espera sea el proceso legal más severo y ejemplar en términos de castigo, cabe un largo trecho. Cabe, por ejemplo, un escepticismo del tamaño de 56 mil millones de pesos.

Todo esto viene a cuento porque al igual que ha ocurrido con Javidú, de cuyas condiciones carcelarias han trascendido sonseras como que pidió un colchón, etcétera, ayer nos enteramos que a Roberto Borge, exgobernador de Quintana Roo, lo ponen a lavar baños.

Borge lava baños. Qué gran festín para las redes, qué pobre información de cara a la búsqueda de justicia.

Hoy en Quintana Roo hay gente que aún no se atreve a denunciar los despojos de los que fueron víctimas en tiempos de Borge porque aún se teme al gran poder que tuvo. Y, sobre todo, porque la estructura mediante la cual pudo ocurrir un sexenio de latrocinio no se fue ni mucho menos cuando desapareció del mapa el hoy detenido en Panamá. Borge tiene beneficiarios y benefactores en notarías, organismos de gobierno, el Congreso local y el federal, juzgados, etcétera.

Si la investigación (es un decir) de la PGR en contra de Duarte es el parámetro, temamos lo peor con Borge. Según el boletín dado a conocer la semana pasada por esa fiscalía, al exgobernador lo detuvieron sólo por un delito. Uno que no ameritaría, por cierto, cárcel si esa fuera la única imputación que lo forzara a regresar a México.

En ese contexto, el periodista Pedro Canché, que fue víctima del despotismo de Borge, ayer reveló que visitó, por sorpresa, al exgobernador. De su crónica lo que destaca es que lo ponen a lavar baños.

Claro que da gusto imaginar a Borge lidiando con los retretes. Pero no nos distraigamos, lo que toca es documentar periodísticamente sus atrocidades. Si cedemos al impulso de lo anecdótico, no sería extraña la noticia de que por más que lo investigó (sic) la PGR nada se consignó ante un juez. Y en cosa de meses Borge se olvidaría de los baños, pero los que tendríamos que lidiar con la porquería seríamos nosotros.


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