28 de Marzo de 2024

DELINCUENCIA REBASA A LAS AUTORIDADES

Adriana Muñoz Cabrera

 

"Nunca en Veracruz, en poco más de 12 años del asentamiento de la delincuencia organizada y la pelea por las plazas, nunca, habían desafiado al Estado ejecutando a un mando federal. Nunca. El mensaje fue claro.

Ayer noche, hasta el cielo lloró.

Veracruz puerto como siempre, se inundó, pero tanta fue la indignación ante la ejecución en Cardel del comandante de la Policía Federal en el Estado, Camilo Castagné y una familia en Coatzacoalcos, cuatro niños en ella, que ningún medio local documentó los carros varados, las calles anegadas, el vendaval que entre 9:30 y 11:30 de anoche cayó en esta ciudad.

Las primeras planas de hoy resumen todo pero no lo dicen todo. No estábamos nada bien y vamos peor.

No hay empresario, mando estatal o federal, reportero, empleado, que no hayamos conocido a Castagné y su don de gente. Su buen trato. Su don de servicio. Servidor público en toda la extensión de la palabra. Se siente y resiente su muerte y más, la forma.

A los niños nadie los conocía salvo sus familias pero a ellos no había que conocerlos ¡eran niños!

Eran inocentes.

Lejos están los tiempos donde los desaparecidos por simple descuido de la madre o por alguna discapacidad, o lo más grave, por la ambición inhumana de algún "robachicos" eran voceados en Canal 5 por el Tío Gamboín.

¡Que se iba a pensar en esos tiempos que les devolverían al hijo o al padre, al nieto, a la madre, en una bolsa o cubeta de pintura hecho pedazos con un letrero mal hecho en cartulina, o una carta diciéndoles que no los esperarán más porque el ácido habría consumido sus restos hacía meses!

¿Quién pensaría que su niña, la más querida, sería prostituida por algún tratante de blancas sin siquiera haber despertado a la pubertad y pasaría a formar parte de la estadística de desaparecidos de la PGR o las fiscalías estatales?

¿Quién imaginaría que mientras realiza su trabajo sería baleado únicamente por colgar un espectacular donde se ofrece recompensa por unos maleantes?

Es más, lejos estaban de imaginar los ciudadanos de entonces que de esa forma se buscaría a los delincuentes, al estilo viejo oeste pero con tecnología avanzada y evidenciados en espectaculares carísimos.

Las desapariciones en los 80 y 90 eran incluso motivo de reencuentros o unión familiar.

Al menos ahí, 99 por ciento de los casos se resolvían. Los padres no reclamaban restos ni se especializaban en cavar tumbas. Solo prendían la tele, con la familia congregada, con la esperanza de que anunciaran la aparición del ser amado.

Hoy la realidad, sobre todo para Veracruz, es muy, muy, dolorosamente distinta.

YA no está Fidel Herrera. YA no está Javier Duarte. YA pasaron los seis meses de gracia que el ejecutivo en turno, Miguel Ángel Yunes Linares se puso a sí mismo en una especie de harakiri verbo-electoral, para solucionar esta "barbarie".

Con sus antecesores se desató esta guerra pero jamás les ejecutaron en tierras veracruzanas a un mando federal. Nunca.

Estás son palabras mayores y si me equivoco, corríjanme.

Las reuniones, el comando de Seguridad, las transmisiones en redes no bastan. Ya el furor se apagó.

Con Javier Duarte en la cárcel no hay más que ubicarse como ciudadano en la realidad. Ya no hay distractores. Los demás son trámite. Charales. El “pez gordo” ya está donde querían.

La federación les quemó a priori el cartucho.

Hoy, en los “dosmiles”, en la era moderna, al único tío que recuerdan los veracruzanos es al "Tío Fide" y la mayoría, el Veracruz con hambre y sed de justicia parafraseando a Colosio, hasta lo extraña.

Y es que el Tío Fide al menos “los iba a ver” pasada la campaña. Los procuraba, a ellos y su voto off course, pero siempre con la consigna impostergable e innegable que reza la sabiduría popular: santo que no es visto, no es adorado.

La política de redes tempranamente ha fenecido en Veracruz ante la escasa sensibilidad política. Hasta el periscope se “siente” frío. No hay muchedumbre, ni matracas, ni sudor, ni “gente” que pueda tocar o saludar al gobernante.

Uno, dos, tres, y ya. La foto está lista. No más saludos. Vámonos. A las camionetas.

La burbuja está tan blindada que no se percatan aún los asesores de México afincados en Palacio de Gobierno, que el ciudadano de las colonias, el grueso de la población que está sumido en la pobreza, el habitante de la sierra de Zongolica, los veracruzanos que habitan en las favelas, ellos...ellos ni a internet llegan mucho menos a un celular, sí acaso tendrán "un cacahuatito", sí, esos sencillos teléfonos que encuentras hasta en los Oxxos que apenas te permiten enviar mensajes de texto.

QEPD Camilo Castagné.

QEPD los cuatro niños ejecutados en Coatzacoalcos y sus padres.

QEPD los más de 20 ejecutados en las últimas 24 horas en Veracruz.

QEPD el tío Gamboín.

QEPD los miles de desaparecidos que ya no tendrán posibilidad de aparecer y abrazar a sus padres y familias.

Que la paz esté en las conciencias de las autoridades que se proclamaron héroes y "rescatadores" de Veracruz y cuyas familias, muchos de ellos niños, no pueden ir siquiera al baño sin guaruras “alhajados” con armas de alto calibre o salir al parque o a la plaza sin camionetas de lujo con el más grueso blindaje.

Evidentemente todo pagado por el erario público tan, pero tan saqueando ya.

Bien dicen que del tamaño del arma es el tamaño del miedo.

Los veracruzanos también lo tienen, mucho. La diferencia es que aún no les llega nada de lo prometido hace un año en campaña y han visto con tristeza fenecer el primer semestre de una administración de paso, mediática, corta.

Ni empleo, ni seguridad, ni cambio, ni nada.

Ellos, los ciudadanos, piensan con decepción, a unos días de haber refrendado su voto y en el mismo mes de la elección, si no habrán cometido un grave error.

Los veracruzanos quieren que se termine la pobreza sí, pero no matando a los pobres.

Quieren seguridad, sí. Pero no a costa de mensajes rotundos enviados en cuerpos destazados a los altos mandos federales y estatales.

Los veracruzanos no quieren ver a su gobernador placeando y desayunando en Xalapa después de sendas acciones perpetradas por la delincuencia organizada en señal de que “todo está bien”.

El mensaje de la delincuencia organizada es claro, pero más claro aún y lo pueden leer en las redes del ejecutivo, es el mensaje de los veracruzanos.

Veracruz y los veracruzanos quieren simplemente lo que les prometieron y no les han cumplido, pero lo quieren ¡ya, ya, ya!

Nada más.

Es cuanto".


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