16 de Abril de 2024

Gamboa: amigos y escándalos

Mario Maldonado

Historias de Negoceos

 

Por las oficinas de Emilio Gamboa Patrón —siempre adornadas con flores de temporada, muebles caros y cuadros de pintores reconocidos—, han desfilado tantos empresarios y funcionarios públicos que es casi imposible que el actual senador federal del PRI no conozca a quienes han ganado concesiones y obra pública en México durante los últimos 30 años. “Tiene ‘aliados’ en todos lados, en todas las dependencias. Todos los grandes proyectos pasan por su escritorio antes de licitarse o adjudicarse”, dice un empresario de alto nivel, ex contratista del gobierno federal.

Sus relaciones empresariales y políticas, sin embargo, lo han exhibido una y otra vez. Gamboa Patrón debe ser el político mexicano que ha sorteado más escándalos sin caer en desgracia. Su gazapo más reciente fue haber interrumpido el Mundial de Tiro con Arco en el Campo Marte para aterrizar en un helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana. Utilizó la aeronave oficial porque iba a reunirse con el presidente Enrique Peña Nieto. Le compartiría, dijo, algunas de sus “reflexiones” sobre el acontecer nacional, para luego jugar nueve hoyos en el campo de golf.

El golf y los helicópteros son dos lujos que Emilio Gamboa se regala muy a menudo, no sin causar escándalos. En septiembre del año pasado, el senador del PRI aterrizó en una zona protegida de Yucatán, ocasionando que las embarcaciones de pescadores de la zona se voltearan. A Gamboa Patrón y sus acompañantes, el empresario y contratista del gobierno, Emilio Díaz Castellanos, y el coordinador de Puertos y Marina Mercante de la SCT, Guillermo Ruiz de Teresa, les aguardaba a la orilla del arrecife Alacranes un yate de 22 metros.

El empresario Díaz Castellanos, por cierto, es socio de Mario Gamboa Patrón, hermano del senador del PRI, en el Yucatán Country Club, uno de los desarrollos inmobiliarios más exclusivos del estado, donde el presidente Peña Nieto ha ido a tirar sus mejores swings en el campo del golf El Jaguar. Ahí también se pasean a menudo los hermanos Bustamante, ex contratistas de Pemex durante la administración de Emilio Lozoya, quienes se convirtieron rápidamente en prósperos empresarios de la región.

Cuando decimos que Gamboa Patrón es quizá el político mexicano que ha sorteado más escándalos en la época reciente es porque su nombre ha surgido constantemente en casos de corrupción como el de Javier Duarte, Odebrecht, OHL, Pegasus y Tecnoradio. Su espectro de influencia pasa por obras de infraestructura, concesiones carreteras, proyectos energéticos, software de espionaje y medios de comunicación.

Su relación con el ex gobernador de Veracruz era tal que se dijo que durante su huida, Gamboa lo ayudó a resguardarse; lo mismo se dice de Emilio Lozoya, a quien considera su “gran amigo” y a quien ayudó a evitar un juicio político en el Congreso; con OHL, su mayor aliado era José Andrés de Oteyza, quien fue su asesor cuando despachaba como secretario de Comunicaciones y Transportes en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari; con Pegasus se le liga porque el desarrollador del software de espionaje, NSO Group, es familiar de Guillermo Ruiz de Teresa, su ahijado político; y con Tecnoradio, porque quien está detrás de la empresa fachada que quiso ganar ilegalmente concesiones de radio es su entrañable amigo: Javier Pérez de Anda.

Desde aquella inolvidable conversación del 2006 entre Gamboa y el empresario Kamel Nacif, comenzaron a conocerse los alcances y relaciones de uno de los priistas más encumbrados con la iniciativa privada, sin la cual no se entendería la corrupción.

Y precisamente por lo que representa Gamboa Patrón para el PRI, cayó como balde de agua fría a su presidente, Enrique Ochoa, y al gobierno federal, la foto del senador aproximándose al helicóptero del Estado Mayor con sus palos de golf.

La imagen, dijeron, exhibe de cuerpo entero al viejo PRI… que quisieran sepultar.

CSI, en la mira. A propósito de la bomba que está por estallar en Pemex por el caso Odebrecht y la adjudicación indiscriminada de contratos directos que otorgó la administración de Emilio Lozoya, según exhibió hace unos días el actual director de la petrolera mexicana, José Antonio González Anaya, otro caso que siguen las autoridades y que deberá llegar pronto a su final es el de Conjunto de Servicios Industriales (CSI).

Resulta que el 31 de julio de 2015, Pemex adjudicó de forma directa un contrato por más de 608 millones de pesos a la empresa CSI. A más de 16 meses de la fecha pactada para el término de la obra –27 de junio de 2016–, el trabajo sigue inconcluso y hasta ahora ningún funcionario de Pemex ni personal de la compañía ha sido sancionado.

Quien habría orquestado la firma del contrato, según empresarios subcontratistas de la obra, fue Froylán Gracia, entonces coordinador ejecutivo de la dirección general de Pemex, junto con Erick Legorreta, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria del Petróleo (Amipe).

El contrato es el 640905805, firmado entre Pemex Exploración y Producción y CSI. El servicio en cuestión consistía en intervenir en los procesos de tratamiento de crudo y agua congénita denominado conjunto “Batería Cárdenas Norte” en Tabasco.

Pese a la falta de cumplimiento y las pérdidas que se han derivado, el caso permanece en impunidad, aunque se prevé que pronto lleguen las imputaciones legales.


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