24 de Abril de 2024

Entre sinvergüenzas, traidores y conversos

Francisco Martín Moreno

Tratar de Explicar a México

 

Muchos políticos renuncian a sus principios, traicionan su ideología y traban alianzas con sus históricos enemigos con tal de vivir en el presupuesto.

 

Cuando Clemenceau, ese gran patriota francés que restauró la confianza ciudadana en las instituciones republicanas durante y al final de la Gran Guerra, el mismo que sostenía con la inconfundible picardía gala: “Cuando un político muere, mucha gente ocurre a su entierro, pero lo hacen para estar completamente segura que se encuentra de verdad bajo tierra”. Ese gigante europeo también declaró para la historia con exquisito cinismo: “Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un converso es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro”.

Por supuesto que me refiero a los políticos mexicanos, unos auténticos sinvergüenzas que abandonan sus respectivos partidos desde el momento en que no obtuvieron la posición deseada en el Poder Ejecutivo o en el Legislativo, para inscribirse descaradamente en la oposición a la que históricamente atacaron con sus fundadas convicciones ideológicas.

 

La destrucción de las estructuras éticas de la inmensa mayoría de los políticos mexicanos va en proporción directa con el escepticismo, la desconfianza y el hartazgo de una parte enorme del electorado que en su voto visceral, rabioso y justificadamente frustrado, está dispuesto a sacarse los ojos, a darse un tiro en el paladar, con tal de escapar del pantano hediondo que nos agobia y asfixia, sin percatarse que el daño que resentiremos podría ser mucho mayor que el padecido en nuestros días. En el fondo es una conducta infantil, anal retentiva, la del pequeño que le dice a su madre: ahora no como… ¿Qué culpa tiene México?

Usted, querido lector, que pasa sus ojos por estas breves líneas, ¿podría imaginarse a Benito Juárez o a Melchor Ocampo o a Ponciano Arriaga, la generación de liberales más destacada e irrepetible de la dolorida historia de México, usted podría imaginarlos solicitando su registro en la banda de los conservadores pro clericales? O a la inversa, ¿cabría en su mente la posibilidad de que Miramón buscara un espacio político en el seno de los liberales? La congruencia política, el sentido del honor y de la dignidad se han perdido en el México del siglo XXI. ¿A quién creerle, sobre todo cuando se acercan a velocidad meteórica las elecciones federales y locales más trascendentes de los últimos tiempos en un ambiente envenenado de rencor, revanchismo y desconfianza pocas veces visto?

Los liberales proponían la existencia de una República Federal, democrática, conformada por 3 poderes, el Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo, un comercio libre, sin la influencia de la Iglesia, además de la libertad de cultos y de expresión en el contexto de una educación laica. Por el contrario, los conservadores lucharon con las armas en la mano para imponer una monarquía como la estrategia para construir un mejor país (no olvidar a Maximiliano) sobre la base de respetar el orden social español durante el virreinato. El clero (maldito) continuaría “educando” a las masas y los ricos seguirían gobernando luchando por un proteccionismo comercial. Pregunta: ¿Ve entonces a un Benito Juárez luchando de repente a favor del clero, a pesar de la Guerra de Reforma, o imponiendo a una monarquía europea o mexicana o renunciando a la educación laica? ¿Verdad que no?

En el México de nuestros días, muchos políticos renuncian a sus principios, traicionan su valores e ideologías y traban alianzas con sus históricos enemigos con tal de vivir en el presupuesto y disfrutar el placer infinito del poder, aunque no crean en los proyectos y estrategias de quienes los reciben en sus partidos con sonrisas en el rostro llamándolos conversos, cuando en su interior los consideran unos deleznables traidores y sinvergüenzas, eso sí sin confesarlo, aun cuando, con el paso del tiempo, se podría proceder a un ajuste de cuentas y a la debida etiquetación. Quien traiciona a uno, a la larga traicionará a todos, está en su ADN… A título de ejemplo, ¿Porfirio Díaz no era un liberal que luchó con todo en contra del II Imperio Mexicano y acabó como el indiscutible enterrador del liberalismo mexicano del siglo XIX?

 

Twitter: @fmartinmoreno

www.franciscomartinmoreno.com


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