12 de Mayo de 2024

MÉXICO S.A.

CARLOS FERNÁNDEZ VEGA

El espinoso tema migratorio entre México y Estados Unidos se mantiene como asignatura pendiente en la de por sí complicada relación bilateral, y si algo ha sobrado a lo largo de los años son discursos, por un lado, y ausencia de resultados por el otro. Millones de paisanos han cruzado la frontera en busca de oportunidades que su país les niega y allá se han quedado contra viento y marea.

Con el correr de los años, las remesas de los paisanos se han convertido en uno de los pilares de la economía mexicana. Por un lado, ellos inyectan grandes cantidades de dólares, que no sólo benefician a sus respectivas familias, sino que de una u otra forma compensan las multimillonarias cantidades que los grandes empresarios “exportan” a terceros países (principalmente a Estados Unidos) y paraísos fiscales.

Dice el presidente López Obrador que el gobierno mexicano hará “todo lo que podamos por nuestros paisanos, que requieren de nuestro apoyo y protección; que no sean abandonados, maltratados, que no sean discriminados. Son las condiciones que afortunadamente se han ido entendiendo en el gobierno de Estados Unidos para normar nuestra relación bilateral. Ayer hablé con la vicepresidenta de Estados Unidos, la señora Kamala, y tratamos el tema de la migración y hay una actitud de mucho respeto hacia el pueblo de México, y diría que también hacia los migrantes. Se está buscando que sea una migración ordenada, segura”.

Los vecinos del norte, dijo el mandatario, “están conscientes, porque la gente no sale de sus pueblos, no abandona sus familias por gusto, sino por necesidad. Entonces, la migración tiene que ser opcional, no forzosa, no tiene que ser por hambre, por pobreza o por violencia. Si alguien se quiere ir a buscar la vida a otras partes de manera voluntaria, debe de actuar con libertad, pero no hacerlo por necesidad, tiene que ser opcional”.

El del mandatario mexicano es un sólido planteamiento, pero se topa con una práctica, la gringa, que nada ayuda. De hecho, más con base en supuestos que en realidades, algunos creyeron que con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca la situación migratoria sería “diferente”, que este personaje daría un giro de 180 grados respecto de la política impulsada por su antecesor, el esquizoide de Donald Trump.

Pero más allá del romance bilateral retórico, la realidad se impone, como siempre. Días atrás el “comprensivo” presidente Biden fijó su posición y a los migrantes dijo: “¡no vengan!” Así de sencillo, o lo que es lo mismo, una actitud idéntica a la de Donald Trump.

Y lo anterior se documenta con un informe del Pew Research Center (PRC) en el que se subraya que sólo en febrero pasado (Biden tomó posesión el 20 de enero) “la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos detuvo a casi 100 mil migrantes en la frontera entre ese país y México en febrero, el décimo mes consecutivo de aumento de las detenciones y un regreso (deportación) a niveles vistos por última vez a mediados de 2019”.

Los datos duros que se anotan, ni lejanamente confirman la “buena voluntad” de los vecinos del norte ni el romance retórico bilateral. De hecho, el reporte del PRC subraya que “el total de detenciones de febrero fue mucho más alto que la cifra mensual típica en años recientes, con la excepción de un aumento dramático en 2019 durante la administración de Donald Trump. Ésta respondió al aumento de la actividad fronteriza con una serie de nuevas restricciones destinadas a disuadir a los migrantes de viajar a Estados Unidos para buscar asilo. Esos cambios de política incluyeron el programa Permanecer en México, que requería que los solicitantes de asilo esperaran en ese país hasta que pudieran escuchar sus reclamos”.


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