28 de Abril de 2024

DESDE AFUERA / De símbolos y gestos / JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

columnas heraldo

 

Al margen de cuestiones ideológicas y lo que se piense de su gobierno, Andrés Manuel López Obrador parece determinado a recuperar algunas viejas formas de política exterior.

Como por ejemplo, restablecer la idea de compensar la creciente integración económica y social de México y Estados Unidos con gestos que subrayen distancia política, como el anunciado retorno al Grupo de los 77, o la simbólica presencia de soldados o cadetes de Rusia, China, Venezuela y Nicaragua en el desfile militar para conmemorar la Independencia de México.

La presencia de Rusia fue tanto más significativa porque podría verse como un público rompimiento con las sanciones impuestas a ese país por los países occidentales, como consecuencia de su invasión de Ucrania.

La embajadora de Ucrania en México, Oksana Dramaretska, protestó y señaló que los rusos presentes en el desfile estaban manchados por la sangre de los ucranianos.

Igualmente se recuerda que funcionarios del gobierno estadounidense han hecho varios señalamientos sobre la presencia de espías rusos en México.

Pero el ruido de las botas rusas no restó visibilidad a la extradición a Estados Unidos de Ovidio Guzmán, El Chapito, y uno de los jefes del cártel de Sinaloa, que los estadounidenses consideran como un factor de importancia en el tráfico de fentanilo.

Hay otros detalles, de la contratación de médicos cubanos para enfrentar la supuesta escasez de profesionales mexicanos al establecimiento de relaciones petroleras a través de la apertura de la empresa rusa Lukoil, de la mano de un veterano exfuncionario de la estatal Petróleos Mexicanos identificado como Yuri Carreño. Estados Unidos es el origen de hasta 90 por ciento de las importaciones mexicanas de gas y gasolinas mientras Rusia, que trata de encontrar nuevos clientes, ha hecho ventas en países de América Latina hoy con gobiernos con miembros del Grupo de Puebla.

Pero al mismo tiempo, el comercio entre México y Rusia no llega a los seis mil millones de dólares anuales, mientras la relación entre México y EU rebasa ya un millón de millones de dólares por año; la salida de empresas estadounidenses de China ha beneficiado a México en la forma de nuevas inversiones; los alrededor de 60 mil millones de dólares anuales en remesas enviados por más de 11 millones de mexicanos radicados en Estados Unidos son el principal programa de bienestar social del país.

En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, México mantuvo una política exterior que mientras cercana a Washington daba señales de independencia propia, como el rechazo a romper relaciones diplomáticas con el gobierno de Fidel Castro, en Cuba, o contactos con movimientos guerrilleros regionales.

Pero la vecindad con Estados Unidos marca la realidad económica, social y geopolítica de México, ligado ahora con sus vecinos norteamericanos por un Tratado comercial.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS


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