Hace 28 años, en 1995 durante la Conferencia Mundial sobre la Mujer se adoptó la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, un plan para promover los derechos de niñas y mujeres en todo el mundo. Ahí se mencionó de manera explícita los derechos de las niñas y enunció la importancia de generar programas y recursos de formación dirigidos a docentes para reconocer su papel en el proceso educativo y utilizar métodos de enseñanza eficaces que contemplaran las dimensiones de género (ONU, 1995).
A finales del siglo XX, ya se reflejaba la importancia de contemplar al personal docente como agente clave de las comunidades educativas para facilitar ambientes de aprendizaje con enfoque de género. En el marco del 11 de octubre, Día internacional de la niña, en Mexicanos Primero sostenemos que una forma de garantizar el pleno cumplimiento del derecho a aprender con un enfoque de igualdad de género, es a partir de una mayor asignación presupuestaria a la formación docente.
Las maestras y maestros identifican cuando sus estudiantes faltan a clases, están desmotivadas, saben quiénes son las personas cuidadoras primarias, han escuchado cuando una niña o un niño enfrenta enfrentado una pérdida o bien conocen el contexto socioeconómico donde se ubican los centros escolares.
El actuar de las y los docentes está atravesado por múltiples experiencias profesionales, personales y sociales las cuales pueden permear su práctica docente a partir de estereotipos que dificultan la participación activa de las niñas; lo que refuerza creencias y perpetúan aprendizajes que impiden garantizar entornos educativos igualitarios para niñas y niños (UNESCO, 2018).
La formación dirigida a docentes es una oportunidad para contribuir al desarrollo de prácticas educativas que involucren a las niñas y les permitan desarrollarse y motivar otras formas de participar en las comunidades educativas. Los programas formativos enfocados en un solo contenido temático, con metodologías que permitan aplicar lo aprendido, trabajo entre pares, las visitas y acompañamiento continuo son claves para mejorar la calidad de los programas de desarrollo profesional docente y, en consecuencia, mejorar el aprendizaje del estudiantado.
Los programas que se realizan desde los gobiernos tienen mayores probabilidades de mejora, los contextos con menores recursos tienen mayores restricciones de costos y con una menor capacidad pedagógica para los docentes y formadores; su implementación podría desarrollarse de manera grupal, utilizando recursos tecnológicos con programas a distancia o bien capacitación entre pares a partir de las figuras de entrenadores experimentados (BM, 2022) Cualquiera de las formas para implementar los procesos formativos tienen que estar acompañados de inversión y ejercicio de rendición de cuentas.
El presupuesto es un elemento fundamental que refleja la determinación y las actuaciones de un gobierno para promover el ejercicio de los derechos y establecer las circunstancias que fomenten la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres. De acuerdo con un análisis de Mexicanos Primero sobre el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) para 2024, se asignaron en promedio $96 pesos al año para la formación anual de cada docente.
Es urgente garantizar el derecho a aprender de las niñas mediante la asignación presupuestaria a la formación de maestras y maestros para que incorporen y/o fortalezcan sus conocimientos, habilidades y competencias con un enfoque de igualdad de género que les permitan mejorar su labor en las aulas para que las niñas aprendan a desarrollar y aprovechar todo su potencial.
La formación docente es un elemento fundamental para que las prácticas educativas orienten otras expectativas para las niñas, libres de violencia y de estereotipos de género. Las y los docentes hacen lo mejor que pueden con lo que tienen, entonces, ¿Por qué no garantizar mayor inversión? Invertir en su formación es parte de la solución.
POR MARÍA DE LA LUZ MARTÍNEZ
Investigadora en Mexicanos Primero
