Por años se han establecido sobre la calle constitución, no cuentan con un local propio, su sitio; la banqueta, su labor; un tanto ardua y peligrosa, siendo esta su única fuente de empleo.
YANDDERITH RODRIGUEZ
Coatzacoalcos
Hay ocasiones en que el cansancio y preocupación se suman a la barrera de continuar con la lucha diaria, mira el reloj; son casi las 7 de la mañana, mientras ve a su familia dormir, una serie de imágenes invaden su mente, entre su inquietud, se cuestiona ¿Qué tal me irá hoy?, él mismo responde; “espero que bien”.
Desde hace más de 15 años labora como maestro mecánico, la falta de estudios lo orilló a ubicarse en un sitio ampliamente transitado, no importa el viaje, pero si los gastos diarios, ya que su trayecto es del municipio de Minatitlán, hacia esta ciudad de Coatzacoalcos.
Aun sin un local y espacio seguro para trabajar, de lunes a viernes don Ismael Santiago López se ubica en el área de banqueta de la calle Constitución, cercana a la colonia Palma Sola, ganar a los clientes no es tarea fácil, muchos desconfían de su labor, pero su trayectoria lo avala.
Entre los gajes del oficio a enfrentar, están los pleitos constantes con trabajadores establecidos, o incluso los factores climáticos, que muchas veces provoca la baja de clientes, pero su familia es lo que lo mantiene al margen de seguir en pie de lucha.
COMPETENCIA QUE PREOCUPA
“Regatear mi trabajo, a veces tengo que hacerlo”, dijo don Ismael. A comparación de locales establecidos o agencias automotrices, los costos en cuanto a la labor que se realiza, no tienen comparación, sin embargo otra de las estrategias, es aceptar lo que algunos conductores le pueden o quieren ofrecer.
“Hay que ganarse a los clientes, aunque esto signifique no llevar tanto dinero a la casa, de esto vivo, es mi única fuente de empleo, pero hay personas que aparte de cobrarles barato el servicio, quieren descuento, y así ya no gano lo mismo”, dijo.
Desde afinaciones, revisión de frenos, cambios de aceite entre otros trabajos, suele realizar a las unidades particulares, los clientes frecuentes; los taxistas.
“Hay ocasiones en que no llevo nada a la casa, otras en las que me va bien, pero es un riesgo, a esto me dedico y la verdad me gusta mi trabajo”, dijo.
De él depende su esposa y dos menores hijos, las necesidades diarias son muchas, a la par de sus preocupaciones y deudas, el subsistir a diario se ha hecho una costumbre, al igual que su noble y a veces peligrosa labor.
Hay ocasiones en que el estar bajo el sol o la lluvia trae consecuencias; enfermedades de las que se tiene que hacer resistente, “Se vive por la familia, uno aguanta más por ellos, porque ya tienes una responsabilidad, que es el llevar lo necesario a la casa, que no les haga falta casi nada”, dijo.
GAJES DEL OFICIO
Su área de trabajo no es seguro, pero las ganancias no han sido buenas como para adquirir un lugar para desempeñar su labor, por consiguiente los riesgos son muchos, y es que el tener que revisar las unidades sobre la calle es un peligro, ante el constante tráfico, enfrentándose también a la falta de conciencia de algunos conductores que a sabiendas de que hay personas laborando en el lugar, sea por asustar, molestar o simplemente el no percatarse, han estado a punto de causar una desgracia.
“A veces tenemos que estar debajo de las unidades, tirados sobre la calle, muy poca gente respeta, pasan pegados a los carros que estamos componiendo, ya es un milagro que no me hayan atropellado mientras estoy trabajando”, reiteró don Ismael.
Para él, no hay días malos, solo momentos de lucha, de seguir de pie pese a los obstáculos diarios que se le presenten.