25 de Noviembre de 2024

La Casa Blanca de Elízabeth

Redacción

Xalapa

 

La exalcaldesa de Xalapa, Elízabeth Morales García, ungida hoy como candidata del PRI a la diputación federal por Xalapa Urbano, dejó durante su paso en el Palacio Municipal su “sello personal” de cómo ejercer el servicio público: el despilfarro de recursos y los escándalos por nepotismo de sus variadas parejas sentimentales.

De acuerdo con la información extraída del tabulador de percepciones y compensaciones brutas y netas de los empleados del Ayuntamiento de Xalapa, ubicada en el portal de transparencia de la actual administración municipal priista, Elízabeth Morales engrosó la nómina con mil 95 puestos de personas de confianza, aglutinando, tan solo en el área de Presidencia Municipal a 150 cercanos colaboradores.

El dato de contraste, que revela los excesos de Morales, lo da el actual edil, Américo Zúñiga, quien —según el tabulador de percepciones— redujo la “nómina de personal de confianza” a sólo 706 puestos y 88 personas en la oficina de Presidencia.

En el área de Presidencia, la hoy candidata del PRI a la diputación federal tenía a su servicio a 46 técnicos y 56 auxiliares administrativos, con salarios y compensaciones mensuales globales de 10 mil 180 pesos y cuatro mil 630 pesos.

La “sobrecontratación de personal” de Elízabeth Morales en su oficina derivó en que su nómina de Presidencia representara al erario de los xalapeños un gasto de un millón 341 mil 81 pesos mensuales, de los cuales 776 mil pesos corresponden a la percepción bruta y 565 mil 81 pesos, a la compensación mensual, los cuales se repartían solo entre 150 personas, sin contar el salario de la propia Morales, el cual era de 46 mil 694 pesos de nómina mensual bruta, más una compensación mensual de 18 mil 655 pesos.

Ungida ya como candidata a la diputación federal, Elízabeth Morales siempre ha estado en la espiral del escándalo. Su última gracia fue asistir al velorio del joven Antonio Tejeda en el popular barrio del Dique, quien murió en una explosión por acumulación de gas en un tanque estacionario. Luego de ofrecer sus condolencias, a Elízabeth Morales se le ocurrió recurrir a su populismo ramplón y regalar cacerolas y despensas, así como pagar los gastos del funeral. El hecho causó la indignación familiar y el repudio a Elízabeth Morales en las redes sociales.

Como líder del PRI estatal, Morales no estuvo exenta del escrutinio y las burlas. Los diez meses en que Elízabeth Morales García estuvo como presidenta del Comité Directivo Estatal del PRI pasarán a la historia por la siguiente pifia: el 10 de enero de 2014, al encabezar el natalicio del excandidato presidencial, Luis Donaldo Colosio, Morales junto con el organigrama priista, develó una placa recordando a “Don Aldo” Colosio Murrieta.

El gran yerro cometido en el aniversario luctuoso del excandidato presidencial dio la vuelta al país entero, pues también se replicó en la invitación a la prensa desde la cuenta oficial de correo electrónico del PRI. Cuatro días después de ser la burla en redes sociales.

Incluso en el último día como alcaldesa de Xalapa, el 30 de diciembre de 2013, Morales tuvo que esconderse en su oficina, pues alrededor de 150 integrantes del Frente de Defensa Popular (Fredepo) ingresaron por la fuerza al Palacio Municipal para quemar una enorme piñata en forma de rata, en cuya carátula estaba estampado el rostro de morales.

Los inconformes decidieron despedir así “la administración priista más cuestionada de la historia” —dijeron— por sus constantes viajes al extranjero con sus novias (España, Estados Unidos y el Mediterráneo), el tráfico de influencias para favorecer con cargos públicos a sus amigos y por encabezar en 2012 una campaña sucia en contra de Andrés Manuel López Obrador, donde lo etiquetó de “loco” y “asesino” en sus discursos con empleados municipales, a quienes coaccionó a votar por Enrique Peña Nieto.

Quienes quemaron la piñata con el rostro de Elízabeth Morales leyeron un mensaje demoledor ante la prensa: “La Chabela deja nuestra ciudad en peores condiciones de como la recibió, además muy endrogada, pero la señora sale multimillonaria, con mansiones, ranchos, casinos, antros, constructoras y múltiples casas antiguas sin dueño”.

Morales abandonó la Alcaldía con el estigma de dejar inconclusas pavimentaciones en la periferia de Xalapa, colectores pluviales en colonias marginales, pero en contraste, priorizar las obras de relumbrón, las cuales fueron cuestionadas por la Organización Civil Xalapa Antiguo, como la demolición de una fracción del parque Juárez para construir una serpiente Quetzalcóatl.

Uno de sus principales críticos, el diputado federal del PRD Uriel Flores Aguayo, solía referirse así a la hoy exedil: “Xalapa está descabezada, no tiene rumbo ni dirección. No hay nadie que te atienda, todos están en campaña. No hay quién te reciba si te rompes una pierna, si se abre una alcantarilla, si no pasa el camión de la basura o tienes un problema”.


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