Agencias
Ciudad de México
Cuatro aspirantes lograron el puntaje perfecto, 120 acierto, para ingresar al nivel superior de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): Ana Sofía Pérez, de Ecatepec, estado de México; Lizette Jacqueline Cruz, de Ocosingo, Chiapas; Bruno García Gómez, de la capital del país; Daniela Villalobos Camacho, también de la Ciudad de México.
Anna Sofía estudió su bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria 9 Pedro de Alba; sin embargo, su promedio no le alcanzaba para ingresar a la carrera de su elección por pase reglamentado, así que decidió esforzarse para realizar el examen; “este fue mi tercer intento”, comentó. La misma situación vivieron Daniela y Lizette, quienes lo hicieron en dos ocasiones. “La primera vez me quedé a seis aciertos”, recordó Daniela. Las tres dejaron en claro que siempre hay que luchar y alcanzar los sueños a base de dedicación, disciplina y constancia. “Un puntaje no nos define, no deben rendirse, de eso se trata la vida de fallar y volver a intentarlo”, aseveró Lizette.
Para Anna Sofía, desde los siete años, cuando su mamá la llevaba a recorrer Ciudad Universitaria anheló estar en la UNAM. Estudiará en la Facultad de Medicina. Quién también estará en esta Facultad es Daniela Villalobos, quien será la primera de su familia en pertenecer a la Universidad Nacional. En tanto, Lizette Jacqueline Cruz y Bruno García llegarán a la Facultad de Ingeniería para estudiar Ingeniería Aeroespacial.
Para Bruno, su desempeño es fruto del esfuerzo y sesiones de estudio. Destacó que es una gran oportunidad para cursar la licenciatura de su elección, ya que es una de las pocas universidades en México que ofrecen esa opción. Este logro es producto de la disciplina y constancia, “me pone feliz porque todos mis esfuerzos valieron la pena, no por el puntaje, sino porque me esforcé mucho y haber sido admitida demuestra que valió la pena”, aseguró Lizette.
Ellas y él se prepararon durante meses y dedicaron varias horas al día a estudiar. “No lo voy a negar: hubo días en que ya no quería seguir, pero recordaba a mis papás, cuál era mi meta y de ahí agarraba fuerza y motivación para continuar”, relató Anna Sofía. Para Bruno, el empeño invertido para presentar el examen valió la pena, sobre todo por el orgullo y satisfacción de ser parte de la comunidad universitaria.