La frontera entre México y EU es una de las regiones con mayor biodiversidad en el mundo. Las barreras también impiden las movilizaciones ante el cambio climático
EL UNIVERSAL
CIUDAD DE MÉXICO
Después de pasar por un ambiente seco, el aire se enfría al internarse en montañas muy altas que albergan bosques templados y que se convierten en especies de islas rodeadas de desierto con flora y fauna muy peculiares. Desde la costa de California hasta Baja California, y de San Diego a Tijuana, el paisaje brinda constantes cambios.
Bajando por el desierto de Sonora, se atraviesa por la zona con mayor diversidad de cactáceas en todo el mundo. Después, la región desértica se vuelve cada vez menos diversa hasta culminar con los pastizales de Chihuahua y posteriormente encontrar al Río Bravo. “Esta es una de las zonas con mayor biodiversidad en el mundo”, dice el doctor Gerardo Ceballos del Instituto de Ecología de la UNAM, al referirse a la zona fronteriza entre México y EU.
En el territorio que se prolonga desde el Océano Pacífico hasta el Golfo de México por 3 mil 141 kilómetros que discurren a lo largo de los dos países, se alberga una gran pluralidad de especies. “En los ecosistemas existen de manera natural algunas barreras, como ríos, lagos y montañas que han permanecido durante miles de años. Durante este tiempo las especies han desarrollado mecanismos para poder atravesarlas, pero también el aislamiento geográfico las ha llevado evolucionar en diferentes formas. Estos procesos son muy importantes en escalas geológicas”, señala el especialista y anota que sin embargo algo muy diferente ocurre cuando estos espacios son limitados de manera abrupta con barreras artificiales.
Para Ceballos, experto en ecología animal, biogeografía y conservación de la naturaleza, la infraestructura que ha construido el ser humano actúa como limitante del espacio natural con un impacto severo entre las poblaciones de especies, pues merman su distribución volviéndolas más vulnerables a diferentes factores como: enfermedades, cazadores furtivos y fenómenos naturales, entre otros. “No es lo mismo una selva de 100 mil hectáreas donde los animales pueden circular libremente que si se fragmenta por una carretera”, comenta el especialista.
Las barreras artificiales limitan la dispersión y el movimiento natural de la fauna y flora silvestre. “Las carreteras, por ejemplo, tienen un impacto muy severo en animales que caminan o reptan y probablemente un poco menor en los que vuelan. Un ejemplo de esto al interior de nuestro país es la nueva autopista que va de Cancún a Tulum y después a Chetumal”, señala Ceballos y puntualiza que este tipo de construcción tiene un impacto enorme porque fue diseñada con cuatro carriles donde no hay pasos de fauna. “Este ambiente de pavimento pelón se vuelve un río extraño que intenta ser cruzado por algunas especies, como los jaguares o coatíes, que finalmente terminan siendo arrollados”.
El muro de Trump
Recientemente el Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de Estados Unidos publicó un estudio por medio de su herramienta IPaC (Información para Planeación y Conservación) sobre el impacto que tendría la construcción de un muro en toda la extensión fronteriza entre Estados Unidos y México, como lo propone el candidato a la presidencia de EU, Donald Trump. El reporte hace una lista de 111 especies en peligro y 108 aves migratorias. Sin embargo, ni el muro, ni las advertencias de asociaciones ambientalistas son algo nuevo.
Desde hace más de 25 años Estados Unidos ha levantado diferentes tipos de barreras artificiales en la zona fronteriza que suman alrededor de mil kilómetros de muros y cercas de diferentes alturas y materiales. Desde entonces las advertencias sobre el impacto en las especies no han cesado. Hace cinco años Jamie McCallum, de la Sociedad Zoológica de Londres, realizó un estudio para la Universidad de Bristol, sobre la región entre Arizona y el Desierto de Sonora, registrando que las barreras aunque no fueran continuas limitaban la movilidad de especies nativas, mientras que el tránsito humano se mantenía con o sin muro.
El investigador señala que las partes del muro ya construido con una altura de 3 o 4 metros han acabado con la vegetación en un área aproximada de 20 metros de cada lado. Las luces artificiales, así como los sonidos y movimientos implícitos en la actividad de las cercas impiden el movimiento de animales nativos, desde insectos, serpientes y tortugas hasta coatíes y pumas.
Entre el listado de aves que presenta el documento del Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de Estados Unidos, se encuentran animales en peligro de extinción como el cóndor de California e inclusive el águila calva, el símbolo nacionalista de EU. Reportes de asociaciones conservacionistas como Defenders of Wildlife, subrayan el impacto a poblaciones nativas que fueron extintas y que actualmente están en recuperación, como el caso del lobo gris mexicano, con una población que tiene alrededor de 100 especímenes en EU y menos de 25 en México.