Margarito Escudero Luis
Dicen que la cultura es la parte opuesta de la barbarie. Es precisamente lo que diferencia a los seres humanos de otros animales y distingue a la especia humana como la más creativa de todo el reino animal.
Pero las manifestaciones culturales, no todas son bien vistas o reconocidas por los hombres del poder, o por sectores económicamente poderosos de la sociedad, lo que lleva a que otros sectores permanezcan en la oscuridad que genera la ignorancia.
El hecho de conocer solamente sobre un aspecto del quehacer humano, aunque es una gran aportación cultural al acervo personal, aleja al individuo del resto de la sociedad, lo encapsula en únicamente un área del saber y lo obliga a vivir aislado.
Por eso, muchas veces tiene que aceptar manifestaciones muy pobres de arte y desprecia los esfuerzos de artistas y creadores más comprometidos.
Hay seres que se esfuerzan por destacar los logros de un determinado sector, como el militar, que suele mostrar su poderío en cada ocasión que se puede.
Armas cada vez más poderosas y mejores técnicas para quitar la vida a otros humanos, forman parte de ese quehacer cultural humano.
Hay otros que prefieren ensalzar lo bello, crear belleza a partir de casi nada, jugar con las palabras, los colores, las formas, los sonidos y dar al mundo una esperanza, momentos sosiego y placer.
Sin embargo, por muy absurdo que parezca, en muchos casos, el poder es más fuerza bruta que raciocinio. En lugar de llevar a la comunidad al saber y a la exquisitez del arte, se prefiere mantenerlo en la ignorancia, para tener ventaja sobre la mayoría y así poder dominarla.
Yo todo esto viene al caso porque en la ciudad de Acayucan, el alcalde decidió cerrar la Casa de Cultura, que tanto trabajo costó formar e integrar al Dr. Germán Rodríguez Santillana.
GERMÁN RODRÍGUEZ FILIGRANA
El escritor y poeta, Samuel Pérez García, en alguna ocasión escribió, a propósito del fallecimiento de Don Germán Rodríguez Filigrana, sobre los esfuerzos hechos por este ejemplar ciudadano para que Acayucan contara con una Casa de Cultura.
Recuerda Samuel Pérez que Don Germán Rodríguez fue un activo promotor de la cultura, de la escritura literaria y del rescate de la memoria histórica de la ciudad de Acayucan. Fundó un grupo denominado Historia, Conciencia y Movimiento, cuyo propósito, entre otros, era rescatar la historia de su pueblo, y eso lo condujo a fundar en el papel y en los hechos, la Casa de Cultura de Acayucan que, durante muchos años trabajó en la Casa del Comisariado Ejidal, aunque también realizaba sus actos en la segunda planta del Palacio Municipal.
Cuando todavía no existían oficialmente Casas de Cultura en el Estado de Veracruz, Acayucan contaba con la suya, aunque no físicamente, sino un movimiento de promoción de la cultura mediante el cual, la ciudadanía sabía de bailables, crónica histórica, huapango y encuentros poéticos memorables, como aquellos que Germán Rodríguez y otros entusiastas llevaron a cabo en 1987 y 1991, así como otros menores realizado a favor de la poesía.
Una muestra de esa perseverancia de don Germán, es que cuando había que apoyar con la cena o los refrescos a los visitantes que venían a actuar o iba el ballet de la Casa de la Cultura de Acayucan a alguna ciudad de la región, era él quien sufragaba de su bolsillo lo necesario para que el evento se llevara a cabo.
Lo daba todo por la cultura, aun cuando los políticos del ayuntamiento le negaran su apoyo. Así se movía Germán, tocaba aquí y allá, recibía lo que podía, y cuando no le daban lo que faltaba, sacaba la cartera y sufragaba el gasto necesario.
El edificio de la Casa de Cultura que hoy existe en Acayucan esconde una historia que debía rescatarse y que ahora señalo: sin la labor de Germán, y otros que lo acompañaron, a veces de frente, a veces de soslayo, no existiría en Acayucan ninguna Casa de Cultura. Germán la representaba y la promovía sin buscar más allá que colocar al frente dos palabras: Cultura y Acayucan.
REPROCHE AL ALCALDE
Dice Pérez García que una ciudad sin cultura, es una ciudad en harapos y, ahora con la decisión oficial de cerrar ese recinto, abandonado de por sí, el esfuerzo de muchos ciudadanos se va a la basura, otros más se quedarán sin el espacio que requieren para la manifestación de su talento.
Ante esta bárbara acción contra la cultura, Samuel Pérez García le dice al alcalde de Acayucan, con relación a ese cierre, que tiene usted razón en asumir esa medida, pues a los salvajes osos como Usted, ¿para qué puede servirle la cultura? Los ositos no saben tocar guitarra, salvo que los amaestren para tocar el pandero, pero ahorita con la crisis no es conveniente invertir en la familia de osos que usted, reconociblemente, dirige.
También le pide que no sea egoísta y comparta la decisión de cerrar la Casa de Cultura, invitando a los osetes que tiene por Cabildo, ordéneles a ellos, que firmen remedando una sesión de Cabildo, así al tiempo que usted se llena de gloria, ellos también disfrutan de tal decisión.
Y agrega que, por si acaso le salen al paso algunos malandros reclamando que desista de su decisión, aplíqueles la ley bala, tan famosa desde que el gobernador de Puebla la estableció, que ya muchos lo vienen aplicando.