Margarito Escudero Luis
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dio un fuerte revés a las pretensiones perredistas y morenistas de realizar una consulta popular sobre la reforma energética.
Según los eruditos magistrados, supuestamente basados en SU interpretación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, NO es posible esa consulta porque en la ley suprema se prohíbe cuestionar los ingresos del Estado y las cuestiones energéticas, caen en ese rubro y ¡tan, tan!
De igual forma dio “pa’ tras” con la pretendida consulta panista sobre el salario mínimo, según porque la pregunta estaba mal elaborada.
Y es una terrible coincidencia que la propuesta de consulta del Revolucionario Institucional SÍ haya sido aprobada por la SCJN, considerando los magistrados cualquier cosa, puesto que ellos sólo le rinden cuentas al presidente.
Así, la SCJN permitirá que se dé un golpe más a la democracia a la mexicana, pues al borrar de un plumazo a cien diputados plurinominales y otro tanto de senadores, estarían dejando sin representación a las minorías.
La teoría de la representación proporcional dice que las minorías, ubicadas en cada uno de los partidos políticos, deberían tener representación en el Congreso, así que en 1997, se creó la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE), luego de un gran debate sobre la legitimidad de un Congreso que sólo alojaba a las grandes mayorías, representadas por los partidos triunfadores.
MINORÍAS SIN REPRESENTACIÓN
Luego, la representación proporcional se convirtió en una agencia de colocaciones para políticos prominentes o amigos de funcionarios encumbrados, o alfiles de algún proyecto político, capaces de debatir y lograr consensos al interior de las cámaras.
Los verdaderos representantes plurinominales, reciben el método salinista “ni los ven, ni los oyen” y muchos de ellos prefieren aliarse a los poderosos.
Ante esta situación, queda claro que el pueblo de México no tiene ninguna injerencia en las decisiones del gobierno, para los magistrados y los políticos del PRI, el resto de los mexicanos sólo les servimos para hacer la faramalla electoral y luego, ningún derecho a inmiscuirse en sus asuntos.
Es decir, si ya votaste, ya te jodiste.
Las cosas deberían ser de otra manera, si el ciudadano vota por determinado sujeto y éste, una vez encumbrado en la curul, en la presidencia municipal, gubernatura o presidencia de la República, no responde a los intereses de quien voto por él, cada ciudadano debería tener el derecho de decidir si continúa en el cargo o se le retira.
Y… ¿PARA CUÁNDO LA REVOCACIÓN DEL MANDATO?
La figura se conoce como “Revocación del mandato” y hasta el momento, los encargados de hacerla valer legalmente, hacen como que la virgen les habla y no se arriesgan a ser calificados por el populacho.
Pero si andan apurados promoviendo la reelección, no importa si son Abarcas o Aguirres, lo único importante es cobrar y saben cómo hacer para que parezca que la gente vota por ellos.
Lo triste de esta situación, es que una vez que se cae el teatro, toda la fauna política ejerce un espectacular acto de canibalismo; lejos de buscar resolver el problema que aqueja a miles de ciudadanos, prefieren realizar una cacería de brujas, aplicar las “cajas chinas”, que se mencionan en la película “La dictadura Perfecta”, donde la televisión se encarga de “desaparecer” el problema real, creando otro foco de atención para distraer a la gente.
El estado de pudrición del sistema político mexicano es muy avanzado. Ya no tiene un lugar seguro para esconder sus yerros, ya no hay forma de evadir el señalamiento popular, cada vez más las atrocidades oficiales lastiman a sectores cada vez más numerosos del pueblo.
Y a pesar de tanta evidencia, de tantos gritos de la gente, los funcionarios siguen aplicando las fórmulas que ya no les dan los resultados de antes.
Es lamentable que estemos sometidos a autoridades ciegas y sordas, cínicas y desvergonzadas, lejanas de una sociedad a la que alguna vez pertenecieron.
Una situación así no puede durar siempre, el equilibrio está roto y muchas cosas tendrán que suceder para que se restaure.
Ayotzinapa es la verdadera gota que derramó el vaso.