Margarito Escudero Luis
Algunos políticos que se dicen “de izquierda” confunden la gimnasia con la magnesia y creen que protestando y oponiéndose a todo pueden hacer creer a todos que son “luchadores” de verdad.
Es patético el caso, porque con esas actitudes no abonan a que la causa avance, se consolide y pueda acceder al poder a través de un proceso electoral y se permita el juego democrático y el desarrollo y evolución política de sus militantes.
Es muy triste ver, como un proyecto que nació de una escisión del Revolucionario Institucional y que logró unir a todas las expresiones auténticamente de izquierda para buscar un cambio de régimen a través de las elecciones.
Sin embargo, a pesar de la voluntad popular, el proyecto no tuvo (o no quiso tener) la fuerza suficiente para lograr el objetivo.
A 26 años de distancia, ese proyecto se convirtió en una caricatura, un partido más, sin credibilidad, sumido en el fango de sus propias contradicciones y vapuleado por sus propios militantes.
Los elementos valiosos, congruentes, visionarios por un país diferente y para todos, han tenido que abandonar poco a poco esa organización, porque ya no garantiza, ni tiene aquel objetivo que le dio origen.
Está visto que no es meta del PRD tomar el poder. Juega al ritmo que le marque el gobierno y luego no puede soportar los resultados que esto le arroja.
Su actual dirigente, Carlos Navarrete, intentó un chantaje sentimental contra Alejandro Encinas, recordándole que el partido le ha dado oportunidades y comida.
Encinas es actualmente Senador por el PRD; llegó a esa curul por la vía plurinominal, por lo que el cargo se lo debe al partido, así que lo correcto sería que también renunciara a ese cargo.
Tal vez las intenciones de Navarrete, al llegar a la dirigencia del partido hayan sido las de sanear y recuperar la autenticidad del perredismo, pero no tuvo oportunidad de demostrarlo, pues la bomba de Ayotzinapa le estalló en la cara.
MAL LA CABEZA, MAL EL CUERPO
Así las cosas. En el perredismo de Coatzacoalcos las cosas no han cambiado sustancialmente. No es posible que aparezcan caras nuevas, así que quienes aún militan, deben esforzarse por reorganizar lo que queda del PRD, disciplinarse, apoyarse entre todos y olvidar un poco que pertenecen a laguna tribu, que eso fue lo que partió al Sol Azteca en pedacitos.
Pero no. En esta ocasión, algunos grupos se reunieron, consensuaron, acordaron y por la vía política lograron integrar (¡por fin!) un Comité Municipal, pero como sucede en estos casos, hubo un perdedor y, como perdió, desconoce a los ganadores.
Típico del PRD recientemente sepultado. Ganar a cara de cabrón es la consigna.
Las disciplina y el respeto a las reglas del juego es punto primordial para que una comunidad funcione, pero la costumbre de arrebatar, ensuciar, robar, aún permea en algunos que aseguran luchar por la democracia.
Los resultados de esas acciones están a la vista en el escenario nacional. Los errores históricos se pagan y caro.
En esta contienda, el PRD había ofrecido a la ciudadanía un grupo de precandidatos, algunos militantes, otros externos y la oferta parecía atractiva, hasta que las prácticas acostumbradas aparecieron.
Con la salida de Armando Rotter del juego, el partido del Sol Azteca enfiló sus baterías hacia Rodolfo de la Guardia, ya había intentos por convencer a Eusebia Cortés para que declinara a favor del ex directivo de la Cruz Roja.
QUIEREN UN EXTERNO
Juan Antonio Valencia de plano no hizo campaña, en la espera de que se solucione el conflicto planteado por Ricardo López Carrera, que quiere desconocer a la actual directiva.
Hace bien el periodista. No puede tomar partido, pues llega limpio y prefiere no quemarse.
Valencia Patraca fue invitado a participar por la dirigencia estatal, un juego inventado por Rogelio Franco o sus asesores, para darle una embarrada de democracia a un proceso que, probablemente, ya está definido.
A Rodolfo de la Guardia muchos perredistas no lo quieren, pues lo asocian al acto de corrupción por el que fue encarcelado su hijo, además de que tiene cuatro años viviendo en Nayarit.
Genio y figura…