2 de Octubre de 2024

PENSADORES Y FARSANTES

Martín Vázquez Cabrera

‘SOLO LA ADVERSIDAD UNE; SOLO LA ADVERSIDAD NOS SALVA’

COMO PREMENTORIO DE lo ocurrido el fin de semana en esa caminata donde se mostraron todas las cartulinas del pensamiento oprimido, del resentimiento profundo y cargado de miedos. Así es la “primera fotografía” enviada para su análisis a todas las autoridades, salientes y entrantes en este Coatzacoalcos de todas las infamias.

LO MENOS NOTABLE DE la marcha por la paz fueron la ausencia de “políticos salvadores” de toda ralea que escucharon y bien, que no eran bienvenidos la tarde del sábado 10 de septiembre. POLÍTICOS, politiqueros de baratos argumentos que han hastiado ya al ciudadano de a pie y del ciudadano de carro. UNA SOCIEDAD que, con su recién voto expresado en las urnas, ha marcado ya el abismal espacio que se da entre un reactivo pueblo que ha sido prácticamente arrinconado y pateado bajo la complacencia de “esos” que se dicen ser las mejores propuestas electoreras pasadas y a futuro.

DE TODO SE PUDO LEER en esos documentos escritos por manos que no saben mucho de política, ni mucho menos de lo nuevo de la Necropolítica veracruzana. EXPRESIONES de furia y hastío redactadas al calor de los acontecimientos diarios, que lejos de las diatribas que se consumen en notas informativas, amargan más la mañana en dar a conocer y enterarse de que la violencia no cesa en la región sur, pero que Coatzacoalcos es el epicentro de toda la vorágine criminal. LA CUOTA DIARIA del oscuro medievo que se está viviendo bajo la insolencia de la terrible indiferencia de quienes están más preocupados ya por cubrirse la retirada, que hacer frente con gallardía en estos últimos meses de gobierno a la demanda de seguridad.

DE ESO ESTABAN CARGADAS las notas sobre rudimentarias cartulinas la tarde del sábado y que van al reconocimiento a las decenas de familias, hombres y mujeres que salieron con alegría a manifestarse sin temor y sí con mucho desprecio a los que han hecho oídos sordos al candente reclamo de una violencia que no da tregua y que pareciera ser camina de la mano del valemadrismo politiquero…

ROSTROS DE CIUDADANOS dispuestos a quedarse en su tierra a reclamarla como suya. Rostros silenciosos que sonreían pese al incierto y oscuro panorama de una nueva semana que inicia, que hablaban en voz muy baja; que no exteriorizaron con la lengua todo el resentimiento contenido en una caminata de dignidad y menosprecio a los artilugios de miedos que se brincaron este sábado pasado.

AHÍ PUDIMOS OBSERVAR a infinidad de gentes seguras de donde pisan; ciudadanos de la mano de sus familias y destinos esperanzados de que esta primera demostración de valor y decisión pueda ser un buen primer paso para otras más marchas futuras, las que se tengan que hacer en el respeto a la vida misma, en la supervivencia común, ahí donde otros nos han fallado. PERSONAJES QUE dirigen los destinos del puerto que tuvieron a bien estar como uno más de los ciudadanos de a pie, para corresponder, en solidaridad con una sociedad que respaldó con firmeza este llamado viril y firme de hacer escuchar.

UNA BATALLA SILENCIOSA ante el oprobio de lo que es vivir en la delgada línea de ser la próxima víctima de este descaro criminal que se pavonea impune por nuestras calles; que como lo habíamos anotado en entregas pasadas, se ha metido hasta en nuestro subconsciente. GRAN MARCHA, que demostró que solo cuando se convoca honestamente, el pueblo responde a ese sentimiento. ALEGRÉMONOS: “No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener al espíritu, ni potestad sobre el día, ni potestad sobre el día de la muerte y no valen armas en tal guerra; ni la impiedad librará al que la posee; hay tiempo en que el hombre se enseñorea del hombre para mal suyo”. ESTO VI TAMBIÉN: que los impíos sepultados vinieron aún en “memoria”; mas los que partieron del lugar santo, fueron luego puestos en el olvido en la ciudad donde con rectitud habían obrado. ESTO también es vanidad. PORQUE no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos lleno para hacer el mal. (Eclesiastés 8), capítulo 8; sobre obedecer al rey.