29 de Noviembre de 2024

OPINIÓN

Cannabis en México, una oportunidad a nivel global

GUILLERMO NIETO

La legalización de la planta de la cannabis ha seguido caminos distintos en todo el mundo. Según las circunstancias sociales y políticas de los países en los que tales reformas han tenido o están teniendo lugar, las regulaciones tienen diferentes orígenes y motivaciones. Pueden provenir de demandas populares, o bien de distintas fuerzas políticas, ya sea en el ámbito local o estatal, y con mucho menos frecuencia, en el orden nacional o federal.

En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de las regulaciones sean para cannabis médico o recreativo han tenido como origen demandas o iniciativas populares. Es decir, la propia ciudadanía ha podido ir construyendo coaliciones y propuestas que han llegado a los congresos locales, han sido aprobadas ya sea en votaciones parlamentarias, ya en mecanismos de consulta o referéndum. De cualquier modo, a nivel federal la cannabis sigue prohibida, y al parecer así seguirá cuando menos algunos años más.

Ello se debe, según el portal de encuestas y sondeos FiveThirtyEight, a que aún cuando la aceptación popular para legalizar la planta ha llegado recientemente a tener una mayoría de 68% en prácticamente todo el país, e incluso una mayoría de integrantes de los partidos demócrata o republicano está a favor de conseguir una legalización a nivel federal; lo cierto es que no hay muchos incentivos políticos para dar el paso decisivo a nivel nacional. Los políticos ven en el tema de la cannabis más riesgos que oportunidades, y han preferido esperar antes de tomar decisiones, lo que ha resultado en un sistema fragmentado y con importantes obstáculos para lograr una industria nacional integral, como es la imposibilidad de contar con servicios bancarios para ella. Es decir, en Estados Unidos seguirán teniendo importantes limitaciones al menos por algunos años más.

Y si bien Holanda desde fines de los años 70 instrumentó una política de descriminalización de facto que no de jure a nivel nacional, solo Uruguay y Canadá han dado el paso de legalizar la planta como política de Estado.

En el caso de México, la aceptación para la regulación de la planta ha ido en aumento en los últimos años. Todas las disposiciones legales relativas al cannabis se encuentran en el orden federal, específicamente en la Ley General de Salud y en el Código Penal Federal, y si bien la mayoría de las iniciativas de ley hasta el momento presentadas se encuentran en éste ámbito, también hay ejemplos de algunas iniciativas en estados como Jalisco, Estado de México, Puebla y la Ciudad de México, que incluso incorporó el derecho al cannabis con fines médicos en su reciente constitución (si bien, supeditada a eventuales disposiciones en el orden federal).

Nos encontramos, así, en un contexto en el que México podría dar un paso estratégico a nivel mundial en caso de lograr una regulación funcional en el ámbito federal; especialmente ante las circunstancias de parálisis de nuestros vecinos del norte. Lograr una regulación integral y nacional para la cannabis representaría importantes ventajas económicas en todas las vertientes de la planta: como cáñamo para fines industriales, como agente terapéutico y fines medicinales y, desde luego, para el consumo personal adulto.

Avanzar hacia una regulación federal de la planta permitiría sentar bases fiscales comunes, la creación de miles de empleos formales, así como acceso a servicios bancarios; mientras que estados y localidades podrían decidir sobre limitaciones específicas como son el consumo en vía o espacios públicos, o en establecimientos privados de acceso solo para adultos.

Es hora de que nuestras fuerzas políticas tengan altura de miras y no solo cumplan a cabalidad con garantizar los derechos al consumo y al cultivo sin fines de comercio reconocidos por la Suprema Corte de Justicia de la Nación; sino que además legislen con una visión estratégica que contribuya al desarrollo económico del país.

En el caso del cannabis, México no debe seguir desaprovechando esta oportunidad única y transitoria. Nuestra sociedad está más que preparada. Nuestras fuerzas políticas deberán demostrar, ahora, que ellas también lo están.