En ocho años, el número de motocicletas que circulan en la Ciudad de México casi se ha sextuplicado, lo que hace necesaria una renovada relación de estos vehículos con el resto de los componentes de la movilidad urbana. La propuesta de ajustes en la reglamentación para los espacios de circulación de motociclistas es un debate que lleva a reflexionar sobre los riesgos y esquemas de regulación implementados en diferentes ciudades.
En la capital nacional, el parque de estos vehículos pasó de 91 mil 325 en 2013 a 543 mil 792 en 2021. Una tendencia también registrada en Colombia o Argentina, ante el uso cada vez más frecuente de las motos, no solo para transporte personal, sino para servicios de mensajería y paquetería.
En el mundo circulan más de 300 millones de motos, el 60% en Asia; Vietnam tiene 45 millones de motos para 92 millones de habitantes. En Latinoamérica, Brasil es el país con más motos por habitantes, con 29%. Le siguen Argentina, Colombia, Bolivia, Nicaragua y Venezuela.
La motocicleta es una herramienta de trabajo, es un instrumento para muchos otros —especialmente las de bajo cilindraje— carentes de recursos para adquirir y mantener autos. Con el uso extendido, crecieron también los riesgos de siniestralidad para los ocupantes urgidos y para los más pobres de entre los nuevos adquirentes. En 2019, en CDMX el 20% de las muertes viales estaban asociadas a motociclistas; para este año es el 50% y la mitad por derrapamiento o caída, muchos de ellos de trabajadores.
Respeto entre la comunidad vehicular, educación vial exigida desde la adquisición, reforzamiento de la regulación, experiencia crítica en frenado, ausencia total de drogas legales o ilegales, participación de clubes de motociclistas y mejoramiento de la infraestructura son clave para reducir accidentes; los dos primeros aspectos relacionados con las y los conductores.
Las regulaciones que controlan a las motos en América Latina son menos que las de los coches y de menor severidad que en Europa; de hecho, muchas circulan sin disponer de un seguro y la mayoría son de baja cilindrada. Uno de los aspectos centrales en la regulación ha sido la circulación entre carriles, llamado también lane splitting.
El estado de Montana se convirtió hace unos meses en el tercer distrito de los Estados Unidos en permitir a los motociclistas esta práctica para agilizar el tránsito y cuando la maniobra sea de bajo riesgo. Francia, por el contrario, la acaba de prohibir, y en Reino Unido está permitida incluso en avenidas de doble sentido de circulación.
En la CDMX, la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, con sensibilidad minuciosa, repiensa la propuesta de sacar de circulación de las vías rápidas a vehículos de cilindrada menor a 600 centímetros cúbicos, utilizados mayormente para el reparto.
El peligro está directamente relacionado a la responsabilidad y prudencia. Del individuo y del gobierno. Un asunto de cultura vial y política.
POR SALVADOR GUERRERO CHIPRÉS