22 de Noviembre de 2024

POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE / Estados Unidos: la superpotencia disfuncional / Miguel Ruiz Cabañas

columnas heraldo

 

En su edición de septiembre pasado, la revista más influyente en política internacional de Estados Unidos, Foreign Affairs, publicó un artículo titulado “La superpotencia disfuncional” (The disfunctional superpower), escrito por el ex secretario de la defensa Robert M. Gates, quien ocupó dicho cargo entre 2006 y 2011, en las administraciones de los presidentes George W. Bush y Barak Obama. https://www.foreignaffairs.com/united-states/robert-gates-america-china-russia-dysfunctional-superpower 

Gates no es cualquier ex funcionario del gobierno de su país. Es autor de media docena de libros y numerosos artículos sobre geopolítica, con décadas de experiencia dentro de la CIA y otras agencias de inteligencia de Estados Unidos. Es uno de sus expertos más prominentes en cuestiones de política internacional, y el papel que su país debe desempeñar en el mundo. Por eso, este artículo en que califica a Estados Unidos como una “superpotencia disfuncional” merece nuestra atención.

Para empezar, Gates considera que, por primera vez en su historia, Estados Unidos enfrenta a dos adversarios sumamente peligrosos: China y Rusia, poseedores de grandes ejércitos y armamento nuclear, que hoy se han unido para socavar la influencia de su país en el mundo. Además, afirma que tanto el líder chino, Xi Jinping, como el presidente ruso, Vladimir Putin, han demostrado tener grandes ambiciones personales y peligrosos designios de grandeza para sus naciones.

Según Gates, el máximo líder chino ambiciona un lugar prominente en la historia de su país, similar al de Mao Tse Tung. Está decidido a convertir a China en la primera potencia económica y militar mundial hacia el año 2049, en el centenario de la fundación de la República Popular. Esa ambición incluye la reunificación de Taiwán y la hegemonía de China en el área del Pacífico Occidental, así como la ampliación de su influencia económica en todo el mundo, en particular entre las naciones del “sur global” (África, América Latina y Asia). Por su parte, Putin pretende revivir la antigua grandeza del imperio ruso y recibir el trato de superpotencia que el mundo le daba a la Unión Soviética.

A juicio de Gates, ambos líderes han demostrado proclividad a cometer graves errores de cálculo y a tomar decisiones equivocadas, como la política económica de Xi Jinping, estatista e ideológica, que ha causado enormes daños a la economía del gigante asiático. Putin también ha tomado decisiones muy equivocadas. La invasión de Ucrania provocó la unidad en su contra de todas las naciones que forman parte de la OTAN, y tiene a Rusia atascada en un conflicto del que no podrá salir victoriosa.

Pero lo que más preocupa a Gates no son las capacidades militares y nucleares de China y Rusia, sino la situación política interna en su propio país. A su juicio, lo que realmente amenaza la posición de Estados Unidos en el mundo, y que en el largo plazo mina su capacidad para mantenerse como la principal superpotencia económica y militar global, es su profunda división política interna.

Para Gates el problema es que, en un momento de grandes amenazas a la seguridad estadounidense, que exigiría una posición de fuerza y coherencia de su país, su gobierno es incapaz de producir una. “El liderazgo político fracturado, republicano y demócrata, en la Casa Blanca y en el Congreso, ha fracasado en convencer a suficientes estadounidenses de que lo que ocurre en China y Rusia sí importa.” Añade, en un juicio demoledor sobre los actuales dirigentes de su país: “los líderes políticos han fallado en explicar cómo las amenazas que representan esos países están interconectadas. Han fallado en articular una estrategia de largo plazo que asegure que los Estados Unidos, y en forma más amplia los valores democráticos, prevalecerán”.

Gates lamenta que, en los últimos años, como consecuencia de las prolongadas guerras de Estados Unidos en Afganistán e Irak, cuyo resultado más que decepcionante prefiere no analizar, una gran parte de los estadounidenses sea muy reacia a que su país se involucre nuevamente en conflictos internacionales. Este clima de opinión, según Gates muy similar al que prevalecía antes de la Segunda Guerra Mundial, alienta aventuras de los adversarios de Estados Unidos, y hace que sus aliados y amigos desconfíen de sus verdaderas intenciones.

Lo que Gates implora en este artículo es la restauración del consenso básico sobre la política internacional de su país, que a su juicio existió a partir de 1945: Estados Unidos tiene que liderar al mundo desde una posición de fuerza económica y militar indiscutida. Solamente así se puede prolongar uno de los periodos más largos de la historia, 78 años, sin guerras abiertas entre las grandes potencias. Gates es fiel representante del establishment de su país, pero evita criticar abiertamente a Trump, el principal líder neoaislacionista de los últimos años.

Pero la forma en que Estados Unidos resuelva cómo enfrentar las amenazas a su hegemonía global será determinante para la estabilidad del mundo en las próximas décadas. México comparte una larga frontera con Estados Unidos. Somos vecinos y aliados económicos: formamos parte integral de América del Norte. Nuestro futuro también se verá inexorablemente afectado.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS