23 de Noviembre de 2024

Los hipopótamos que se volvieron tema del arte y dilema ambiental

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  • Estos mamíferos se siguen multiplicando en el centro de Colombia, en torno del Magdalena, río que recorre el país.

El Universal
MEDELLÍN, Colombia

En 2009, la fotografía de un grupo de 15 soldados que rodeaba a un hipopótamo tras haberlo cazado, y lo exhibía como un trofeo en medio de la selva y el río detonó en Colombia un debate sobre qué hacer con los hipopótamos de Pablo Escobar, a los que también se les ha llamado los hipopótamos de la cocaína, de la mafia o de "El Patrón".

La fotografía motivó muchas críticas por el sacrificio del animal y llamados al rescate y control de esa especie. Pero tras ese y los subsecuentes escándalos, estos mamíferos se siguen multiplicando en el centro de Colombia, en torno del Magdalena, río que recorre el país.

Apenas hace unos días el gobierno anunció la implementación del Plan para la Prevención, Control y Manejo de la especie Exótica Invasora Hipopótamo común (Hippopotamus amphibius).

Como en oleadas, al paso de los años el tema de los hipopótamos va y viene cuando ocurren accidentes, apariciones nocturnas de algunos ejemplares o ante las fotografías en redes sociales de turistas, pero también con los aniversarios y las series televisivas en torno del hombre que llevó allí a los hipopótamos.

A la par de estudios científicos, campañas y visitas de influencers, los hipopótamos han motivado obras literarias, películas y piezas artísticas como símbolo de una época, una guerra y una sociedad.

El arte y la literatura han recogido la pregunta primera de qué hacer con estos animales, retomado proyecciones del futuro del ecosistema de la región si no se controla su crecimiento, han abierto reflexiones relacionadas con el colonialismo, el duelo social y las ideas de progreso en América Latina, que a menudo son exotizantes, y de cómo no se pueden reducir los hechos a un realismo mágico.

¿Cómo llegaron a ser cientos los hipopótamos?

A finales de los años 80, el narcotraficante colombiano Pablo Escobar compró más de mil 500 hectáreas de tierras para crear su hacienda, la llamó Nápoles y la transformó en su mayor centro de poder con casas, pista, hangar, estación de gasolina, centro médico y zoológico, como documenta Alonso Salazar en el libro titulado La parábola de Pablo (Debate).

Fue a inicios de los años 80 cuando Escobar adquirió cuatro ejemplares de hipopótamos, un macho y tres hembras, que provenían de Estados Unidos. Pero los cuatro hipopótamos de hace 40 años hoy son más de 160 que deambulan por toda la región; se calcula que para 2035 podrían llegar a ser mil.

La hacienda Nápoles —como narra Juan Gabriel Vásquez en su novela El ruido de las cosas al caer (Alfaguara)—, por su zoológico se convirtió en uno de los mayores atractivos para los colombianos; fue el más grande del país y, aunque algunos se negaban a visitarlo a sabiendas de quién era Pablo Escobar, otros no perdieron la oportunidad de conocerlo.

Ir a la Nápoles era ver los animales más exóticos, en el más grande y bello de los valles de Colombia, el del Magdalena. Parte de la leyenda era también la avioneta en la fachada de la hacienda, que era el trofeo que representaba la llegada —la "coronada", se dice también— de un cargamento de Pablo Escobar a Estados Unidos.

Después de que el narcotraficante fue capturado y abatido el 2 de diciembre de 1993, hace 30 años, la hacienda Nápoles, su zoológico, sus seis lagos, sus casas y sus animales quedaron abandonados.

Fue expropiada por el Estado y hoy es propiedad del municipio de Puerto Triunfo, que creó ahí un parque temático. Solo hasta 2019 se retiró la avioneta después de que se había vuelto escenario de selfies para los turistas.

En algunas áreas del parque hoy se pueden observar, desde lejos, los lagos donde toman el sol los hipopótamos, la especie que más ha crecido e impactado de las que habitaban el zoológico. Siguen ahí, en una especie de limbo como muestra el trabajo de algunos artistas.

Intervenciones en una especie

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En 2010, los hipopótamos motivaron al artista Camilo Restrepo Zapata a crear la instalación Bloque de búsqueda; ese mismo año, el novelista Juan Gabriel Vásquez escribió El ruido de las cosas al caer, con el que obtuvo en 2011 el Premio Alfaguara.

Tanto Restrepo como Vásquez se basaron en la foto de 2009, donde la anécdota se resume en que un hipopótamo huyó de su manada, dañó cultivos y causó descontento entre la población; dado que el ejemplar podría traer más problemas a la comunidad, se montó un operativo para cazarlo. A ese individuo lo llamaron Pepe.

Pero el de Pepe es un nombre que tiene otros significados en esta historia: con el término Los Pepes se definió al grupo de enemigos de Escobar que se unió con fuerzas del Estado colombiano para detener y acribillar al narcotraficante en 1993; los Pepes es acrónimo de Perseguidos por Pablo Escobar.

Restrepo hizo una instalación que llamó Bloque de búsqueda, el mismo nombre que tomó el comando que dio caza a Pablo Escobar en Medellín. En su instalación, un hipopótamo de miniatura, hecho de cerámica, se enfrenta a un contingente de 7 mil soldaditos de plástico. Juan Gabriel Vásquez partió de la figura del hipopótamo, pero para ocuparse de la memoria, de cómo nos afectaron a distintas generaciones de colombianos los hechos de esos años.

Junto a estos proyectos ha habido otros que toman al hipopótamo como símbolo de la realidad nacional. El colectivo colombiano de artistas Calderón y Piñeros, conformado por Diego Piñeros y Elkin Calderón, creó la obra "Hippos in Gravitas", en 2022 para el 47 Salón Nacional de Artistas. A partir de los hipopótamos, ellos revisaron la idea del progreso y el no lugar para estos animales.

"Hippos in Gravitas" consta de hipopótamos blancos inflables, y un video donde, al final, uno de los animales mira directamente a los espectadores. La decisión de los artistas fue situar a los animales en una especie de limbo para preguntarse a dónde llevar estos especímenes, pero también a dónde llevar hechos del pasado.

"Las dimensiones del problema se incrementan cada vez, pero es verdad que los hipopótamos no han matado a nadie, sólo han sido como unos tres casos de herir a personas, en más de 40 años. Hay polarización, mucha gente pide que los eliminen, pero hay que considerar que existe población que tiene una economía alrededor de estos animales", dice Diego Piñeros.

Desde el arte, la pieza Hippos in Gravitas propone una aproximación poética, en lugar de una denuncia. "No quisimos llegar al tema por el cliché de la droga o por Pablo Escobar. La idea principal para nosotros era contar el limbo en el que viven estos animales, la levitación, lo espectral; en el video los animales son como almas en pena, fantasmitas que están andando y divagando en un limbo: no pueden estar acá, pero tampoco pueden llevarse de regreso a África: ya ese no es su lugar".

El colectivo tampoco situó el problema entre buenos y malos: "Quisimos hablar de que los hipopótamos no son cosa del realismo mágico que pasa en Latinoamérica, sino que son un problema real. Construimos un relato, una fábula, donde el hipopótamo está contándonos cómo es víctima".

Pero además, la figura del hipopótamo llevó a Calderón y Piñeros a referirse a fenómenos de la historia, de algo muy colonial como es la introducción de especies que alteran a las endémicas, una fascinación exótica muy socorrida también por monarcas europeos, no sólo por narcotraficantes latinoamericanos.

Más allá de Colombia, los hipopótamos también han sido un símbolo poderoso para pensar en la relación con la naturaleza y, desde otras perspectivas, en la colonización. En la Berlinale, en febrero pasado, fue reconocido el trabajo del director dominicano Nelson Carlo de los Santos Arias que presentó una pieza que partió de aquella escena de la fuga y posterior caza del ejemplar Pepe, animal que da nombre a su película.

Con "Pepe", De los Santos ganó el Oso de Plata a la mejor dirección en la Berlinale. El director ha explicado que este animal ha sido el elemento para reflexionar sobre la circularidad de la colonización. En ese sentido su propuesta fue pensar en las migraciones y recordarnos cómo existen procesos de colonización que no se han cerrado.

Como otras figuras en el mundo de la cultura, el director dominicano llama a abrir una discusión: "Hay una imagen filosófica que se desprende de la película y es la circularidad del colonialismo, que produce una subjetividad eurocéntrica, de la que aparentemente no se puede escapar, tal vez solo a través de la muerte o de una muerte simbólica", dijo ante medios de comunicación al presentar la cinta.

Finalmente, ante propuestas de trasladar un grupo de hipopótamos a otros países, como a México, para mitigar el problema, es conveniente revisar la duda que plantea Piñeros: "Básicamente sería hacer lo mismo que hizo Pablo Escobar, tendría que garantizarse que no va a pasar igual. No es ético ir repartiendo el mismo problema por el mundo".

El plan que presentó el gobierno hace poco contempla la cacería de control, la translocación, el confinamiento, las alertas tempranas y la intervención social. Dependerá de la implementación constante de ese plan que la especie de los hipopótamos no continúe en el limbo en que lleva más de 40 años.


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