- El carnaval de San Martín es una tradición que representa las danzas de los zapotecas antes de la Conquista, pese al paso del tiempo se sigue representando con hombres bañados de aceite.
Redacción
SAN MARTÍN TILCAJETE, Oax.
Poco después de las cuatro de la tarde, empieza a resonar la banda de música afuera de la casa del alcalde de esta comunidad, Juan Pablo Martínez Ortega. Dos hombres disfrazados de novia y novio encabezan la procesión que se dirige hacia el centro de la población, y junto con ellos, hombres bañados en aceite quemado y máscaras de diablos, de monstruos y hasta de luchadores.
Todos bailan al ritmo de la música de banda, el alcalde y otras autoridades de la comunidad caminan acompañando a los danzantes. Hay cerveza, mezcal y tepache. Una forma de eliminar los pecados antes del inicio de la cuaresma.
El carnaval de San Martín Tilcajete conserva en mayor medida la tradición de sus danzas antes de la conquista, aunque con el paso de los años ha tenido algunas variaciones o se han añadido nuevos elementos.
Jacobo Ángeles Ojeda, artesano y actualmente regidor de Cultura, Deporte y Turismo, va de un lado a otro llevando los cartones de cerveza a las autoridades de la comunidad, encabezadas por el alcalde.
El término de carnaval dice, fue un término que dieron los españoles a las danzas que celebraban los zapotecas en esta comunidad de los Valles Centrales de Oaxaca. Para ellos, son danzas que se realizan en honor al "Chagol" y que tras la conquista se le asignó el nombre de alcalde.
En la organización política de los zapotecas de San Martín Tilcajete, el "Chagol" era la autoridad mayor, y también estaba integrado por los tatamandones, quienes eran los hombres de mayor edad y sabiduría, así como de los topiles, a los cuales en la actualidad se les asignan tareas de seguridad pública.
Ángeles Ojeda explica que, con la llegada de los dominicos, clérigos de la Iglesia Católica, los zapotecas empezaron a usar máscaras de monstruos en sus danzas con el fin de expulsar a los españoles y sus sacerdotes para espantarlos y que se fueran. Desde entonces, se llaman diablos.
Los españoles durante la evangelización trataron de incluir estas fiestas paganas dentro de sus protocolos católicos y llamaron carnaval a sus danzas. En este proceso, enseñaron a los zapotecas los sacramentos como el bautismo, la primera comunión, la confirmación y las bodas.
Es por eso por lo que los diablos aceitados con sus cencerros amarrados a sus caderas y la pareja de novios (ambos hombres, uno de ellos con vestido de novia) que encabezan la danza principal, son una forma de burlarse de los sacramentos de la Iglesia Católica.
"Primero fueron las máscaras, luego se hizo una mofa de la boda, porque también los españoles nos enseñaron los sacramentos, trajeron la evangelización, por eso se hace una mofa y después es como una burla que le hacían a los españoles", explica Jacobo Ángeles.
Los danzantes además están pintados principalmente de tres colores, el negro que representa el inframundo, el amarillo lo terrenal y el rojo que es la adoración. Esos tres colores son los diablos, son los colores de la danza.
Juan Pablo Martínez, quien se encarga de organizar la festividad, menciona que la leyenda alrededor del uso del aceite quemado que cubre los cuerpos de los diablos se remonta a que en una ocasión un hombre se bañó por completo en chapopote, se puso los cencerros y así salió a danzar. Al parecer impresionó a la gran mayoría, y desde entonces se usa aceite quemado de carro mezclado con aceite comestible y tierra de piso de color amarillo, negro o roja, o de algún otro color, para después cubrir el cuerpo.
"A un señor se le ocurrió bañarse en chapopote, se puso lo cencerros y así salió. El carnaval no tiene un año definido de cuando empezó, lo conozco desde que tengo uso de razón, de mis abuelos, de mis padres, el uso de los diablos. Es una forma de liberar el estrés y limpiar los pecados antes del inicio de la Cuaresma", menciona Pablo Martínez.
Jacobo Ángeles sostiene que el carnaval de San Martín Tilcajete es autóctono, es decir, no es ni cristiano evangélico ni católico. Y asegura que ha logrado conservar su autenticidad con el paso de los años.
Al final del carnaval se entregan premios a los mejores disfraces como una forma de integrar a las nuevas generaciones y que la tradición se mantenga.