- Son parte de los humedales, esenciales para la seguridad hídrica, la biodiversidad y reducción de efectos del cambio climático.
Redacción
Xalapa, Ver.
Jaime Francisco Camelo Vidal, alumno del Doctorado en Ecología Tropical de la Universidad Veracruzana (UV), estudia propuestas que puedan contribuir a la preservación y restauración de manglares, como parte importante de los humedales proveedores de agua, alimento y resiliencia frente a desafíos climáticos.
Para ello, el estudiante del posgrado que ofrece el Centro de Investigaciones Tropicales (Citro) da continuidad a la investigación iniciada en la Maestría en Ecología Tropical, buscando encontrar respuesta a las preguntas: ¿cómo se han venido reforestando o restaurando los manglares? y ¿cómo se llega a la planeación de estos proyectos integrando la academia y la sociedad asentada en los alrededores de estos espacios?
Camelo Vidal explicó que los manglares son bosques costeros que pueden alcanzar hasta 30 metros de altura; en México y Veracruz se encuentran cuatro especies: rojo (Rhizophora), blanco (Laguncularia racemosa), prieto (Avicennia germinans) y botoncillo (Conocarpus erectus).
Son sitios generalmente planos que se llenan de agua, se estancan de forma permanente o estacionaria, convirtiéndose en un gran reservorio en donde se desarrolla vegetación herbácea de agua dulce como popales y tulares; brindan servicios ecosistémicos.
Otros beneficios son la prevención de inundaciones por huracanes, disminuyen la velocidad de los vientos y proveen materias primas para quienes viven alrededor de ellos; además, cerca del 60% de la pesca a nivel mundial se realiza en este tipo de humedales.
El doctorando, originario del puerto de Alvarado, dio a conocer que el estado de Veracruz cuenta con varios de esos espacios naturales, entre ellos los humedales de la laguna la Popotera (cuenca baja del río Papaloapan), Sistema Lagunar de Alvarado, Boca del Río, Arroyo Moreno y Barra de Nautla.
A pesar de su importancia, están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques, la pérdida mundial es de alrededor del 35 % desde 1970, lo que hace urgente revertir esta tendencia, por lo que la Asamblea General de las Naciones Unidas instituyó en 1997 el 2 de febrero como el Día Mundial de los Humedales.
En su investigación, Jaime Francisco Camelo analizará los distintos tipos de restauración que se realizan en estos espacios; observará cómo se llevan a cabo las acciones y cuáles son las mejores técnicas y herramientas para ello.
Se documentará también con los estudios que sobre humedales han efectuado investigadores de la UV, entre ellos los de lagunas interdunarias (que se encuentran en medio de dunas y son parte de ecosistemas naturales).
Con su estudio confía en generar una guía de recomendaciones para la preservación y restauración de manglares y humedales en general.
LÍDERES DE HUMEDALES Y MANGLARES
Nuestro país es reconocido mundialmente por poseer una gran diversidad de humedales —nombre con que se reconoce a los estuarios, las ciénagas, los pantanos, las lagunas, las rías, marismas, los manglares— y es uno de los 154 países que han firmado la Convención Ramsar, relativa a los humedales de importancia internacional especialmente como hábitat de aves acuáticas.
En dicha Convención, México tiene inscritos 142 humedales de importancia internacional, también denominados sitios Ramsar, con lo que ocupa el segundo lugar con más humedales en esta categoría, los cuales ocupan una superficie de 8,657,057 hectáreas. Sin embargo, la superficie real que abarcan estos ecosistemas es mayor, ya que existen humedales que no han sido designados como Ramsar, y todos son fundamentales para el funcionamiento ecológico, económico y social del país, pero también de nuestra vida diaria.
Los humedales se caracterizan por poseer un suelo rico en microorganismos que le dan potencial para filtrar y limpiar el agua, y alimentar el manto freático de donde se saca el agua de nuestros pozos, pues se mantienen inundados gran parte del año, además de ser el hábitat de cientos de especies de plantas y animales que están adaptados para vivir en condiciones de inundación.
Podemos encontrar humedales a lo largo de las costas, las montañas, los lagos y las planicies de inundación; algunos ejemplos de los sitios Ramsar que se encuentran en zonas áridas son las pozas transparentes de Cuatro Ciénegas en Coahuila, la Laguna Balandra y los Oasis de la Sierra de la Giganta en Baja California; en zonas lluviosas están los manglares de La Encrucijada en Chiapas, los Pantanos de Centla en Tabasco y La Popotera de Alvarado en Veracruz; asimismo, el Parque Nacional Arrecife de Cozumel, el Parque Nacional Arrecife de Puerto Morelos en Quintana Roo, y los cenotes de Yucatán. Como sabemos, todos son totalmente diferentes entre sí, pues la lluvia, la temperatura, los suelos y otros factores los hacen únicos y determinan las especies de plantas y animales que los habitan.
Los humedales nos aportan grandes beneficios, tantos que no podríamos vivir sin ellos. El principal es el agua dulce, indispensable para nuestra existencia y la de plantas y animales; ¿te imaginas?, sin este líquido no tendríamos cultivos, ciudades, ni industria; de ellos, además obtenemos alimentos como el arroz y materiales como madera y leña, por mencionar algunos y valiosos servicios ambientales, como su capacidad para almacenar agua dulce y filtrarla lentamente, limpiándola y alimentando el manto freático; otros consisten en almacenar carbono, con lo que ayudan a reducir la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, y su capacidad para amortiguar inundaciones en zonas aledañas a las ciudades. Por su parte, los manglares y los arrecifes de coral tienen el potencial de proteger a la zona costera de fuertes vientos y marejadas originadas por huracanes; los humedales también son áreas de reproducción y alimentación de peces, cocodrilos y aves residentes y migratorias.
En las últimas décadas, estos ecosistemas han sido muy impactados por las actividades humanas; se estima que más de 50 por ciento de los humedales mexicanos han desaparecido y que el resto están sometidos a fuertes presiones que los degradan cada día más. Entre los más afectados se encuentran los humedales de agua dulce que han sido transformados en potreros inundables, los humedales ribereños que han desaparecido por canalizaciones de los ríos, incendios, talas y cultivos, y las selvas inundables que han sido transformadas en áreas de cultivo.
Existen leyes para cuidar a los humedales; la más conocida es la que busca salvaguardar los manglares, el humedal más protegido en nuestro país, tal vez porque se distribuyen en la mayor parte de las costas de México, donde enriquecen las lagunas y dan refugio a los peces. Sin embargo, la necesidad y esfuerzos de protección se deben de extender a otros humedales como las selvas inundables que tienen una distribución restringida en los estados del sureste y en pequeñas áreas costeras con presencia de agua dulce. Dichas selvas son el hábitat de especies emblemáticas como el apompo o zapote reventador, el corcho y el palo de tinto, cuyas poblaciones están en riesgo de desaparecer, ya que solo se mantienen manchones aislados y la mayoría de ellos no tiene el tamaño mínimo para ser considerados en los inventarios forestales nacionales, por lo que cada vez son menos visibles.
Para que los humedales se mantengan en buenas condiciones, a la ciudadanía nos toca respetar su espacio, su agua, su diversidad y considerar igual de importante un humedal arbóreo que un humedal herbáceo natural. Es necesario recuperar los humedales que han sido modificados y darles una alternativa productiva más compatible con su conservación como puede ser el ecoturismo. Es muy importante que las comunidades y ciudades que están establecidas cerca de humedales comiencen a apropiarse de ellos y cuidarlos, reconociendo el inigualable valor que tienen los servicios ambientales que ofrecen.