20 de Julio de 2025

Dicen adiós a Doña Toña Canepa

LILIANA CORONA SAYUNE

Nanchital

A causas de una enfermedad, falleció a los 74 años de edad Doña María Antonia Canepa, quien fue despedida por familiares y amigos, ella era miembro de una de las familias más arraigadas de Nanchital.

Doña Toña Canepa, como era conocida por sus amigos, dejó en este mundo a sus hijos: Laura Gutiérrez Canepa, Rafael Gutiérrez Canepa, Mariano Moreno Canepa y José Antonio Cárdenas Canepa, quienes en el alma lamentaron el fallecimiento de su ser amado.

Toña, era una mujer alegre, le gustaba convivir, le gustaba comer pescado empapelado, fiestera de corazón, “siempre fue una buena compañera, fue muy solidaria, en las buenas y en las malas siempre estaba presente”, recordó su hija mayor.

A Toña, le encantaba ir a las fiestas istmeñas, así como escuchar música de tríos, mientras cualquier tarde era un buen pretexto para  estar acompañada de sus amigas y beber una copa de vino tinto o quizás un vaso con clericot, una de sus bebidas predilectas.

Aunque era porteña de nacimiento, toda su vida la hizo en Nanchital, cuando su padre la trajo a este municipio, de donde era trabajador de Pemex, de esos hombres que dieron inicio a la industria petrolera en el sur veracruzano, siendo una de las mujeres que conocía la historia de esta joven ciudad, amada y bien recordada por su manera inusual de ser, por ser alegre, buena madre y excelente amiga.

“Le gustaba enterarse de las noticias, en lo político y en lo social, siempre estaba actualizada”, dijo Laura en uno de los días más tristes de su vida, quien acompañada de sus hermanos y amigos, se reunieron en honor del último suspiro de esa gran mujer.

Sus amigas, no pudieron faltar a la última cita, aquellas damas de la sociedad nanchiteca que forman parte del grupo “Reencuentro”,  29 féminas unidad por una amistad que se caracteriza por la solidaridad y hermandad entre cada una de las 29 personas que forman esta agrupación.

Le dieron el adiós a una de sus miembros, recordando que fue una mujer caracterizada por ponerle sabor a las reuniones, recordando aquellas paletas de kalúa que tanto le gustaban y aquellas sonrisas que en cada reunión les regalaba, de aquellas pláticas entre bocadillos o un apetitoso tequila Cabrito que le agradaba degustar a Toña en una de esas tardes sociales.

Sus hijos la recuerdan como una buena madre, dedicada a su hogar, fiel creyente de la Virgen de Guadalupe, entregada de tiempo completo a su hogar, ahora dejó un vacío en sus hogares con la única fortaleza que dejó se sufrir por la enfermedad que la  atacó de manera fulminante, para estar en la gracia de Dios, en un mundo desde donde cuidará de sus seres queridos.


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