2 de Diciembre de 2024

Velas de cebo, tradición que lleva luz al más allá

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  • Una labor milenaria que se debate entre el resplandor de la tradición y la necesidad de sostener a una familia.

EL Universal
VILLAHERMOSA, Tab.

 En las tierras chontales de Tabasco, María Cruz y su hijo Raymundo perpetúan un legado ancestral, el arte de confeccionar velas de cebo destinadas a "alumbrar el camino de los fieles difuntos". Una labor milenaria que se debate entre el resplandor de la tradición y la necesidad de sostener a una familia.

Hace cinco años, el patriarca de este oficio don Raymundo de la O Peralta falleció, dejando un vacío en su hogar y en la ranchería Jiménez del municipio de Nacajuca, de donde son originarios y donde aún viven. Su esposa e hijo tomaron la valiente decisión de continuar su legado por dos razones: mantener viva la tradición que ha sido parte de su cultura por generaciones y proporcionar sustento para la familia.

María, su esposa lo recuerda con melancolía: "Él entregaba velas en Cárdenas y aquí en Tamulté también entregaba, y ahora mi hijo, como es el mayor, también tiene su propia ruta de entregas, siguiendo los pasos de su padre", relato para EL UNIVERSAL.

El proceso de trabajo es arduo y se extiende durante tres meses antes de la llegada de noviembre, el mes en el que se celebra el Día de los Fieles Difuntos, pero no están exentos del impacto por la creciente inflación.

Raymundo Tadeo revela que este año la inflación los ha golpeado más fuerte que nunca, ya que necesitan producir alrededor de 10 mil velas para vender durante ese mes.

"Los precios han subido considerablemente, y nosotros también debemos ajustar nuestros precios de venta. La gente se queja, pero no tenemos otra opción", lamenta Raymundo.

"Nosotros usamos lo que es parafina para curar los tambos, para que vaya agarrando pues el grosor de la vela; se usa papel, hilo y varios materiales. El papel antes valía 80 pesos la paca y ahorita está como en 350. Incluso la venden por kilo y ya no por paca. En partes está en 400 pesos. La parafina igual estaba en 900 varos, ahorita está en mil 200. Todo va subiendo incluso el hilo para amarrar igual. El hilo estaba como en 16 la bola y ahorita está como en 23 pesos", refirió.

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No descartan que esto mismo impacte en el precio final; sin embargo, mientras ellos esperan venderlas en 11 pesos, este producto tan demandado en el mes de muertos podría llegar hasta los 20 pesos.

El precio de las velas, esas "luces del camino de las ánimas", no se compara con el esfuerzo que María Cruz y Raymundo invierten durante prácticamente todo un año en la recolección del cebo y la confección de las velas.

Cada vela, que se consume en aproximadamente una hora y media, requiere al menos 24 horas de trabajo artesanal, pero no son los únicos, en esta producción trabajan también Martina, la más pequeña de la familia y María, esposa de Tadeo, en tanto que Agustín, el hijo mayor al casarse decidió independizarse y poner su propio taller.

María Cruz ha dedicado 40 años de su vida a esta labor, que a simple vista parece sencilla, pero que encierra un profundo valor cultural y espiritual. Es un arte que lucha incansablemente por no desaparecer, una tradición que resplandece en medio de la adversidad económica y la creciente modernización de la sociedad.

Cuenta doña María que su hora de trabajo inicia a las 8 de la mañana y culmina a las 10 de la noche, cuando las velas están casi listas para ponerlas a secar y luego envolverlas.

"Son varios días que se llevan, ya como estas que están gruesas las dejamos en la noche, nos vamos a dormir y ya en la mañana nos levantamos le cortamos y ya nos ponemos a trabajar ahí, volvemos a seguir como ahorita que estamos pavileando, así le decimos nosotros pues", señaló.

La elaboración de velas es una tradición familiar que no sólo sigue doña María y sus hijos, también los hermanos de su difunto esposo: Asunción, Isidro y Domitilo, quienes también tienen sus propios talleres de producción.

En las manos de María Cruz y Raymundo, estas velas de cebo no son simplemente productos, son faros que iluminan el camino de los difuntos hacia el recuerdo y la veneración de sus seres queridos. Su trabajo es un recordatorio de que, incluso en un mundo en constante cambio, la tradición y la dedicación pueden prevalecer, irradiando luz en medio de la oscuridad.


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