*A la distancia, en lugares aislados y aprovechando la tecnología, estas producciones muestran el confinamiento desde la ficción y el documental
Agencias
Ciudad de México
Seis amigos y un rancho en el Ajusco fue suficiente para que durante una semana y en pleno confinamiento, se rodara una película con guión de 90 páginas.
Del 30 de marzo al 6 de abril, cuando ya la contingencia sanitaria estaba declarada, Luis Bárcenas tomó la decisión de rodar una historia de encierro, en la que un grupo de paracaidistas aprovechaba la cuarentena para quedarse con una vivienda, a costa de todo.
El primer corte de Nana de crueldad y caridad, título del proyecto, supera las dos horas y muestra, en escenas en blanco y negro y alguna a color, los encontronazos que se dan entre todos, víctimas de la desesperación por no poder salir más allá del jardín.
El documental Mexicovid-19 retrata la vida del mexicano en la pandemia.
“Trata discursivamente de una pandemia y se escribió mucho antes, no sé, fue como algo premonitorio; es una comedia de humor negro”, dice el realizador de 21 años.
“Tenía otra película, esa ya más grande, pero como no quería quedarme sin hacer nada por mientras y viendo lo que tenía y podía juntar, dije, ¿por qué no hacerla? No hay que desaprovechar los espacios que se tienen”, subraya.
El trabajo de Bárcenas, cineasta autodidacta, no es nuevo en el medio. Hace tres años dirigió Un sentimiento honesto en el calabozo del olvido, estrenada en el reciente festival de cine de la UNAM, FICUNAM, última cinta de Edith González y que tiene en su reparto a Hugo Stiglitz, Blanca Guerra, Luis Felipe Tovar y Ofelia Medina.
Para Nana de crueldad y caridad, el cineasta también hizo la fotografía y eligió el vestuario, además de meter efectos de disparos para algunas escenas.
Así como él, un puñado de realizadores no se detuvieron por la pandemia del Covid-19. Ya fuera con todas las medidas sanitarias del momento o a larga distancia, se realizaron producciones mexicanas para el cine o plataformas digitales.
Estrella Medina (Jirón de niebla) se aventó a las calles de la Ciudad de México, también en la última semana de marzo, para realizar el documental Mexicovid-19.
Los primeros clips mostrando al mexicano promedio y su vida dentro de la pandemia se encuentran en el canal de YouTube de Calaverita Films, incluyendo el testimonio de connacionales radicando en países como Italia, España y EU, afectados por el confinamiento.
“Es ver al barrendero, al hombre que lee poemas en la calle, a la policía, a los que no se pueden quedar en casa”, indica Medina.
La Basílica de Guadalupe fue la primera locación del proyecto dirigido por Pepe Rodríguez y fotografiada por Juan H. Jiménez.
Octavio Maya y Arantxa Romo, cada uno por su lado, han aprovechado la tecnología para proyectos fílmicos. El primero dirigió desde la capital mexicana a la venezolana Gabriela Vergara (Recién cazado y Las amazonas), radicada en Miami, para el cortometraje La llamada, que comenzará su camino por festivales de cine.
La historia, hablada tanto en español, como inglés, es sobre una ejecutiva que realiza una videollamada para descubrir un secreto.
Fue una semana de preparación, hora y media de grabaciones y cinco minutos de historia.
“Ella estaba desde su computadora y yo le iba diciendo qué hacer”, expresa Maya.
Arantxa, en tanto, contactó a gente de más de 10 países para saber su vida en confinamiento y las buscará una vez terminado, con el objetivo de contrastar visiones.