24 de Noviembre de 2024

Macario, el regalo de López Tarso

*A 60 años del estreno de la cinta, el actor dice que conserva el guaje que su personaje usaba para sanar a los enfermos

Agencias

Ciudad de México

Ignacio López Tarso no conserva muchas cosas de los cientos de personajes que ha hecho a lo largo de su vida, pero hay una película de la que guarda un tesoro muy preciado: "Macario", que ayer cumplió 60 años de haber salido a la luz.

“Yo no conservo de mis vestuarios casi nada, conservo algún objeto como un guaje, que es un aparato muy bonito (como una calabaza seca) al que se le hace un agujero para echarle agua. El guaje de 'Macario' lo conservo porque es un aparato simpático, no cualquiera tiene un buen guaje como yo. Tengo el guaje de 'Macario', que es el más grande, y el guaje de los hijos, hasta del más pequeño, un guajito muy chiquito”, dijo.

En principio Macario no era para López Tarso sino para Pedro Armendáriz, que no pudo aceptar el papel porque ya tenía otros contratos. López Tarso conocía la historia desde pequeño, así que fue como un regalo de vida para él que le llegara esa oportunidad.

Aún recuerda el rodaje en 1959, cuando ya estando con huaraches, traje de manta y sombrero, "Macario" se echa una carga de leña al hombro y comienza a subir calle empedrada y empinada, hasta que el director Roberto Gavaldón detiene la escena.

“¿Qué le pusieron en la espalda?”, espetó furibundo el realizador.

“¡Pues lo que usted dijo, señor, un bulto de madera de balsa para que no le pese!”, le respondió el equipo técnico.

“Pero ¿cómo que no le pese?, ¡debe pesarle, que se vea el esfuerzo en el cuello y las piernas, pónganle real!”, gritó Gavaldón.

La secuencia tuvo como sede el centro de Taxco, Guerrero, a unos pasos de la iglesia principal que fue dañada por los sismos de septiembre de 2017. Ambientada en la época del virreinato de la Nueva España, en Día de muertos, "Macario" retrata la vida de un hombre indígena que, cansado de tener hambre, anhela poder comerse un guajolote sin tener que compartirlo con sus hijos o con su esposa. Un día, ella le prepara uno a escondidas de los niños, se lo da y le pide que se lo coma lejos, porque ella también sabe lo que se siente querer algo para uno solo.

“Cuando nacemos, ya traemos la muerte escondida en el hígado o en el estómago, o acá, en el corazón, que algún día va a pararse; o puede estar afuera, sentada en algún árbol que todavía no crece pero que te va a caer encima cuando seas viejo”, le dice el cerero a Macario en una de las primeras escenas de la película, la primera mexicana en ser nominda al Oscar en la categoría de Filme extranjero.

Cuando el protagonista corre al monte para comerse su guajolote, se topa con tres personajes: el diablo, dios y la muerte, y con la última establece una conexión especial.

Las calaveritas de papel que aparecen en la película fueron elaboradas por la familia Linares, los creadores de los Alebrijes.

“Todas las calaveras que salen en la producción, las marionetas (las hicimos nosotros). Nos llevaron a ver unas escenas, yo nomás vi donde hay hartas velas. Donde se le va a apagar su vela a Ignacio López Tarso”, cuenta Felipe Linares, descendiente de esta familia.

Macario es también una de las películas que más ha visto López Tarso. Tan sólo en un viaje a la India de cuatro semanas, tuvo que verla igual número de veces para después comentarla con el público.

 “Fue en las ciudades más importantes de allá y ni modo de salirme”, ha comentado.

Gavaldón (La escondida) y el cinefotógrafo Gabriel Figueroa (María Candelaria) eligieron el primer cuadro de la ciudad de Taxco para rodar la historia. El 9 de junio de 1960, "Macario" estrenó comercialmente en México.


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