2 de Diciembre de 2024

Sevilla vence al Zagreb

Agencias

Marca

En un arrebato poco habitual en un Sevilla del todo medido al milímetro y poco espacio a la improvisación, donde los resultados son frutos del buen juego y una minuciosa preparación de cada encuentro, el equipo de Lopetegui se colocó el seis en el brazo por primera vez y por momentos desató esa furia que enloquece al Sánchez-Pizjuán. Primer gol de Martial, Ocampos veía puerta tras superar su lesión y Jesús Navas regresaba tras más de tres meses. Todo eso en una noche que pudo pintar peor si no fuese por un colosal portero que agigantó su figura en la Europa League de 2020 y que, con dos paradones, permite al Sevilla viajar a Croacia con una renta que debería ser suficiente. Nervión disfrutó con su equipo. La Europa League tiene la culpa. Ese veneno lo impregna todo. Qué bien se está en casa...

El Sevilla ha tardado poco en acostumbrarse al traje de la Europa League, que le sienta como un guante, dicho sea de paso. Y tuvo que ser un zarpazo del Dinamo cerca del descanso el que despertase al equipo andaluz, demasiado habituado a jugar con marcadores a favor, mareando al rival con posesiones largas con el único sentido de desesperar y cansar al adversario. Se adelantó con un tanto de Rakitic de penalti y dejó pasar el tiempo hasta que Orsic, quien tuvo una primera gran ocasión antes de adelantarse los locales, aprovechase un error nada habitual de Diego Carlos. Despertó el Sevilla. Despertó la bestia. Y de qué forma.

Porque se le ve en la parte ofensiva con nuevos e importantes argumentos. Martial está aún lejos de su mejor forma, pero no para de moverse, mientras el Papu siente que es el líder del Sevilla, como en su día fue del Atalanta. Juega y hace jugar. Lopetegui le da mayor libertad, pese a que por momentos puedan cogerle con pocos efectivos atrás. El pequeño argentino provocó el penalti que transformaría Rakitic al lado opuesto del errado en Pamplona. Estuvo el 24 rápido de piernas para cazar un mal despeje del portero. Poco más en ataque salvo un inoportuno resbalón de Munir. Con el empate croata, llegaría la locura a Nervión. Ocampos hizo el segundo en su vuelta al equipo al cazar un balón suelto en el área tras un córner y una segunda jugada. Se la come el meta croata, que se deja vencer. Y al minuto, contra de libro originada por una recuperación de Munir tras caer Orsic por una carga de Ocampos. Desbandada sevillista de seis hombres contra cuatro. Papu, cómo no, se la cedió a Martial, quien definió con el interior y cruzado. Primera diana del francés. Una buena ventaja al descanso.

Salvador Bono

El Sevilla arrancó la segunda mitad de forma extraña, como si la alegría del final de la primera se hubiese evaporado demasiado pronto. El Dinamo movió piezas y se lanzó en la búsqueda de un gol que le metiese nuevamente de lleno en la eliminatoria. Y por alguna extraña razón, los sevillistas olvidaron su piel rocosa en el vestuario y dejaron excesivos huecos entre sus centrales y los laterales, con errores impropios. Se concedían córners y disparos desde la frontal como si tal cosa. Se buscó el cuarto arriesgando y no aprovechando la desesperación croata. Ahí tuvo que aparecer Bono. ¡Qué portero! Una doble mano a remates a bocajarro cantados evitó el segundo de los croatas. Lopetegui se enfadaba. Su equipo no estaba entendiendo qué necesitaba el partido. Y era pausa. Para ello movía su banquillo con hasta tres hombres. Primero tuvo que retirar a Rekik por lesión... Otra más.

Las incorporaciones cambiaron la cara al Sevilla. Le despertaron o regresaron a su ser. El balón fue suyo e hizo cierto daño. Ocampos tuvo una ocasión tras una buena internada de fuera adentro, para intentarlo también desde fuera del área. Era el momento de no equivocarse. De guardar, como mínimo, esa renta, tratando de ampliarla sin correr excesivos riesgos. Pasaban los minutos y un En-Nesyri que hiperventilaba por tener una ocasión no fue capaz de encontrar su gol. 3-1 y a Croacia a rematar el trabajo en una semana.


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