- María Elisa Velázquez es socióloga y doctora en Antropología, y actualmente encabeza el Programa Nacional de Afrodescendientes y Diversidad Cultural de México del INAH, que tiene como objetivo promover los derechos de los descendientes africanos en nuestro país a través de su análisis y estudio antropológico.
El Universal
CIUDAD DE MÉXICO
Con 30 años dedicados al estudio de los pueblos afromexicanos, la antropóloga María Elisa Velázquez recibirá mañana el premio Daniel Cosío Villegas en el campo de Investigación Política en México, por sus aportaciones en el entendimiento de las poblaciones afrodescendientes en México y su papel en la historia de nuestro país, galardón otorgado por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INERHM).
María Elisa Velázquez es socióloga y doctora en Antropología, y actualmente encabeza el Programa Nacional de Afrodescendientes y Diversidad Cultural de México del INAH, que tiene como objetivo promover los derechos de los descendientes africanos en nuestro país a través de su análisis y estudio antropológico.
Es profesora del posgrado de Historia y Etnohistoria de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), donde se aboca a la investigación de poblaciones de origen africano en México, línea de estudio que fue distinguida como Cátedra UNESCO desde 2017.
En entrevista en sus oficinas del Museo Nacional de Antropología, María Elisa Velázquez recalca que hacen falta políticas públicas que incidan en la vida de los pueblos afrodescendientes, pues enfrentan fuertes cargas de racismo y discriminación. Insiste en que falta mucho por hacer.
¿Qué representa el premio Daniel Cosío Villegas para su carrera?
Me llena de orgullo. Hace poco pensaba en que este premio es colectivo, porque reconoce a mucha gente que ha trabajado conmigo, significa un reconocimiento, una distinción de muchos años de esfuerzo. Es un premio, el Cosío Villegas, dado por trayectoria, entonces yo me siento muy contenta y agradecida del trabajo que he realizado en los últimos 30 años. El siguiente mes cumplo tres décadas de trabajar en el INAH, entonces es un reconocimiento colectivo, para todo lo que hemos desarrollado sobre el tema de las poblaciones de origen africano en México. Y es que es colectivo porque quiero mencionar a toda la gente que trabaja en el Programa Nacional de Afrodescendientes y Diversidad Cultural, al INAH, que dio el espacio para desarrollar estos estudios, a todo el equipo de personas que trabaja conmigo, y también a los activistas afromexicanos, que, desde hace 30 años, han colaborado conmigo para incidir en políticas públicas. La investigación debe repercutir en el bienestar y la mejora de las personas, es decir, que lo que investigamos desde la historia y la antropología le sirva a la sociedad.
¿A qué grado los afromexicanos han sido invisibilizados?, ¿hacen falta más estudios?
Tenemos que estudiarlos porque sin ellos sólo vemos una parcialidad de la historia. Al no estudiarlos estamos menospreciando un grupo que formó parte de México desde la Conquista. Ellos estuvieron aquí participando con los conquistadores, después llegaron miles más a trabajar y a aportar mano de obra, trabajo económico, cultura, saberes, son poblaciones que han formado parte de la sociedad mexicana desde la época colonial. Se sigue pensando que México fue conformado por los grupos indígenas y los españoles, y no se ve a un grupo que fue fundamental en el desarrollo económico, cultural y social de nuestro país. Y no sólo en la Colonia, también están presentes en el siglo XIX, hubo grandes lideres, como Vicente Guerrero, que fue un mulato, un afrodescendiente. Y hoy en día están presentes, y siguen viviendo situaciones de discriminación, de racismo, por lo que debemos trabajar e investigar sobre el tema para que ellos tengan herramientas para luchar por sus derechos.
Lleva 30 años estudiando el tema, ¿qué antecedentes encontró en su estudio?
Hubo algunos antecedentes. El primero lo dio el antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán, quien en los años 40 hizo el libro La población negra de México, que justamente da a conocer la importancia de este grupo y es fundamental. Pero después de él hay una especie de laguna, no hubo muchos estudios ni tuvo seguidores. Fue hasta que Luz María Montiel, del INAH, se encargó del programa Nuestra tercera raíz, que fue hasta los años 90 cuando se hicieron algunas investigaciones en tres libros. Pero después de eso se quedó el tema incompleto, por eso fundamos primero un seminario del tema, hasta llegar a lo que hemos hecho hoy.
¿Considera que falta más investigación al respecto?
Falta muchísimo. Qué bueno que toca este tema. Me alegro de que den un premio dirigido a mí, pero lo que en verdad necesitamos es un espacio institucional, en el INAH, que sea reconocido. Y es que no puede ser que el tema sea nada más impulsado por una persona o porque soy luchona para conseguir apoyos; lo que se necesita es que desde la institución se respalde al tema, y creo que el INAH lo ha hecho bien, pero debería haber más reconocimiento, que se den plazas y contrataciones para estudiar el tema, independientemente de si yo estoy o no, ese es mi pendiente, que se abran espacios donde se pueda investigar más.
¿Falta impulso en la academia?
Es que ya tenemos el posgrado en la ENAH sobre afromexicanos, está desde 2001 y fue reconocido como Catedra UNESCO. ¿Pero qué hacen los estudiantes que toman el posgrado cuando terminan? No encuentran trabajo ni posibilidades de investigar, a eso me refiero, faltan espacios para investigar, y que se den plazas, para que yo pueda tomar un año sabático. Hay muchos temas pendientes por investigar.
¿Uno de los objetivos de su investigación es incidir en las políticas públicas?
Sí, claro. Eso lo hacemos desde el Programa Nacional de Afrodescendientes, perseguimos ese objetivo. Pero falta mucho por hacer, aunque hemos avanzado de forma importante. Falta mucho más, necesitamos que todas las instituciones entiendan quiénes y qué son los afromexicanos, que haya más conocimiento de sus necesidades económicas, que los museos los tomen en cuenta. Un logro que tuvimos fue incluirlos en los libros de texto, pero faltan políticas públicas dirigidas directamente a las poblaciones de sitios específicos.
¿Qué se necesita para mejorar la calidad de vida de estas poblaciones?
Políticas dirigidas y concretas, como la creación de la Universidad Afromexicana, que se inaugura en estos días. Ese es un gran logro. Pero donde hay muchas necesidades es en temas como salud, que haya atención médica para ellos, hospitales cercanos. Se necesitan apoyos para los jóvenes. Pero, lo más importante, se necesitan campañas concretas para combatir el racismo y la discriminación, campañas desde las escuelas y los museos. Es que el conocimiento es un arma fundamental para luchar contra el racismo, a medida que podemos dar a conocer la importancia de estas poblaciones, a medida que podemos visibilizarlos, va a existir menos racismo. Instituciones como CONAPRED y la Comisión Nacional de Derechos Humano deben tener en sus programas actividades concretas para los afromexicanos.
Desde el sector cultural y desde el INAH, ¿se hacen otros esfuerzos para visibilizar y reconocer a los afromexicanos?
Conozco a Alejandra Frausto desde que estaba de titular de Cultura en Guerrero y ella siempre estuvo interesada en el tema, creo que sí han hecho cosas desde la Dirección de Culturas Populares y algunas otras aquí en el INAH, pero falta, insisto en que falta un programa más elaborado y sistemático. Hemos hecho cosas, sí, pero falta trabajo.
A México llegan personas afrodescendientes de países pobres y son discriminados. ¿La Antropología puede combatir este racismo?
El tema de los afrodescendientes que están arribando a México desde hace varios años es importante. Muchos intentar llegar a Estados Unidos, pero se quedan aquí, por lo que ya hay generaciones resultadas de esta migración, por eso tenemos que visibilizar la situación y atender el problema con políticas públicas federales. La Antropología nos ayuda a entender el origen del racismo, que surge a mediados del siglo XVIII, cuando se crea la idea de que los seres humanos estamos divididos en grupos o razas, y que unas son superiores a las otras. Casualmente, las inferiores son las que tienden a ser oscuras. Se creó un pensamiento seudocientífico sobre esto, y repercutió en nuestro país en el ideal del mestizo mexicano, donde desaparece el afro, en parte por estas ideologías. No se pudo negar la presencia indígena, incluso se enaltece, pero los africanos se disolvieron, incluso en la historia. El racismo está muy interiorizado hoy en día, por eso debemos combatirlo desde la familia, desde la escuela, y anular la idea de las razas superiores.