- Ya hay lista de sucesores
AGENCIAS
ROMA
VIDA TEMPRANA
Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936, en Buenos Aires, de padres de ascendencia italiana. El papa, el mayor de cinco hermanos, solía evocar recuerdos entrañables de una familia unida y de cómo su abuela italiana forjó su fe. Sus abuelos escaparon por los pelos de un naufragio mortal cuando emigraron de Italia a Argentina, una experiencia que sin duda influyó en su defensa de quienes emprenden peligrosos viajes por el Mediterráneo en busca de una vida mejor en Europa.
Cuando tenía 16 años, Bergoglio tuvo una profunda experiencia durante la confesión que le convenció de que debía prepararse para el sacerdocio. Ingresó en el seminario, pero tres años más tarde empezó a formarse para ser jesuita, orden religiosa famosa por su labor misionera. Su capacidad de liderazgo fue reconocida y en 1973, a la temprana edad de 36 años, fue nombrado jefe de la orden jesuita en Argentina, cargo que ocuparía hasta 1979.
Durante esa época, la junta militar represiva del país inició su “guerra sucia”, haciendo desaparecer a unos 30.000 disidentes, entre ellos jesuitas que trabajaban con los pobres en las villas miseria de Buenos Aires.
Bergoglio se enfrentaría más tarde a acusaciones de que colaboró con la dictadura, acusaciones que le persiguieron hasta su elección como papa. Dos compañeros jesuitas, Franz Jalics y Orlando Yorio, le acusaron de delatarles cuando fueron secuestrados y torturados por el régimen en 1976. Con el paso del tiempo, sin embargo, surgieron pruebas de que Bergoglio trabajó sistemáticamente para ayudar a quienes se oponían a la dictadura. El periodista italiano Nello Scavo informó que salvó a más de 100 personas durante la llamada guerra sucia, mientras que Jalics también se retractó, celebrando misa con Francisco, en Roma, el 5 de octubre de 2013.
Las tensiones dentro de la orden culminaron en su “exilio”: en 1990 fue enviado a 800 km de distancia, a Córdoba, sin tarea fija. Pero más tarde describió su estancia de dos años allí como una experiencia transformadora.
Jorge Mario Bergoglio fue el primer papa latinoaméricano, el primer papa del sur global, el primer jesuita elegido líder de la Iglesia católica y el primero en llamarse a sí mismo Francisco.
Antes de asumir el cargo, nunca había vivido ni trabajado en Roma. Sus reformas, disruptivas y ajenas al establishment de la Iglesia, se enfrentaron a una fuerte resistencia por parte de poderosas minorías dentro del catolicismo y de fuerzas políticas externas.
Para la mayoría de los creyentes, sin embargo, será recordado como un líder con sensibilidad pastoral que trató de reconectar a la Iglesia con lo esencial de la fe cristiana. Francisco trató de seguir a su homónimo, san Francisco de Asís, el fraile italiano del siglo XIII famoso por su pobreza, paz y cuidado de la creación. La defensa del planeta, la difícil situación de los inmigrantes y la construcción de la paz a través del diálogo fueron los pilares de su papado, e intentó vivir su visión de una Iglesia más humilde, optando por no residir en el Palacio Apostólico del Vaticano, sino en su casa de huéspedes, la Casa Santa Marta.
La noche de su elección, el 13 de marzo de 2013, el papa Francisco marcó el tono de su pontificado.
“Recemos por el mundo entero, para que haya un gran espíritu de fraternidad”, dijo desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
Se mantuvo fiel a esas palabras, animando a todas las personas, independientemente de su religión o raza, a recordar su humanidad común. Francisco fue un constructor de puentes, tratando de trabajar con todas las religiones y confesiones.
Heredó un Vaticano en crisis. Benedicto XVI había tomado la sorprendente decisión de dimitir tras ser incapaz de llevar a cabo las reformas del Gobierno central de la Iglesia, la curia romana. Los escándalos de abusos habían sacudido a la Iglesia, mientras que los reguladores habían detectado graves fallos en el banco vaticano.
Francisco se apresuró a reformar el banco y la gestión de las finanzas vaticanas. Durante su pontificado, por primera vez hubo un cardenal procesado y condenado por delitos financieros en un tribunal vaticano. Publicó una nueva constitución para la curia romana y se embarcó en una misión para reformar la cultura interna de la Iglesia, pasando de un modelo excesivamente jerárquico a otro de inclusión.
Alarmó a los funcionarios del Vaticano por sus discursos improvisados en las audiencias, sus conferencias de prensa desenfadadas en la parte trasera de su avión papal y su lenguaje directo, a veces soez. Sus persistentes críticas a las “élites” eclesiásticas y a los partidarios de ideologías “retrógradas” le granjearon poderosos enemigos, sobre todo entre los grupos conservadores estadounidenses. Aunque algunos cardenales habían votado por Jorge Bergoglio, el argentino con fama de jesuita duro y austero, no esperaban que surgiera el imprevisible papa Francisco para encaminar a la Iglesia por una senda de profunda renovación.
PAPA PANDÉMICO
Durante la pandemia de coronavirus, Francisco comenzó a retransmitir en directo sus servicios, incluidas sus misas matutinas, las que se calcula que veían unas 500.000 personas al día.
Francisco comprendió que una imagen potente puede expresar más que mil palabras. Al principio de la pandemia, cuando en todo el mundo había gente encerrada, salió a una Plaza de San Pedro desierta. Mientras llovía, dirigió una breve misa y, al final, levantó una custodia de oro y bendijo al mundo. Fue una de las imágenes más perdurables de la pandemia del covid-19.
Francisco no se quedó quieto durante los confinamientos. Fue coautor de un libro “Let Us Dream” (Soñemos), que ofrecía un proyecto para un mundo pospandémico y abogaba por una renta básica universal. El papa también hizo un llamamiento a los católicos para que se vacunaran, pidió a los países más ricos que compartieran sus vacunas con las naciones en desarrollo y ofreció las vacunas de Pfizer del Vaticano a 1.800 personas sin hogar y desfavorecidas de Roma.
Tras sus propios episodios de enfermedad, Francisco, famoso por su humor, bromeaba diciendo que “seguía vivo” cuando le preguntaban cómo se encontraba.
Como Papa, terminaba cada reunión pidiendo a la gente que rezara por él. Es probable que millones de personas de todo el mundo recen ahora por un líder que se esforzó por dejar el mundo, y la Iglesia, en un lugar mejor.
SU MUERTE
Durante sus últimas horas de vida, el Papa Francisco pudo tener la cercanía de sus feligreses en la plaza de San Pedro. A pesar de sus problemas de salud, el Sumo Pontífice tuvo la oportunidad de hacer una última aparición pública en el balcón de El Vaticano durante la bendición ‘urbi et orbi’.
“Queridos hermanos y hermanas, feliz Pascua” fueron las últimas palabras expresadas por el Papa Francisco al micrófono del balcón de la basílica vaticana con una voz afectada por los problemas respiratorios sufridos en semanas pasadas para luego dar paso al monseñor Diego Ravelli, quien fue el encargado de leer su mensaje pascual.
El último día de Francisco estuvo marcado por su regreso ante los fieles. El contacto con ellos fue una prioridad durante sus más de doce años de pontificado y por la Pascua, no solo les bendijo, sino que volvió a recorrer la plaza con el ‘papamóvil’.
En su recorrido en el vehículo descapotado, el pontífice argentino saludó a los asistentes y bendijo a algunos niños. En la plaza había unos 50 mil fieles que asistían, sin saberlo, a su último acto.
TESTAMENTO
El Vaticano reveló que el papa Francisco murió de un derrame cerebral que le provocó entrar en coma y un fallo cardíaco irreversible.
Así lo ha certificado el profesor Andrea Arcangeli, director de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, en el informe de defunción publicado esta tarde por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
El documento médico indica que el Papa tenía antecedentes de insuficiencia respiratoria aguda en neumonía bilateral multimicrobiana, bronquiectasias múltiples, hipertensión y diabetes de tipo II.
La muerte se comprobó mediante un registro electrocardiográma tanatológico. “Declaro -escribe Arcangeli- que las causas de la muerte, según mi conocimiento y conciencia, son las arriba indicadas”.
El papa Francisco dejó indicado en su testamento que fuera enterrado en tumba sencilla en Basílica de Santa María la Mayor.
POSIBLES SUCESORES
El sucesor del sumo pontífice deberá ser decidido tras el cónclave de cardenales en la Capilla Sixtina.
Jorge Bergoglio fue el papa número 266. Detnro de los sucesores posibles para el 267 se disputan el poder de la Iglesia católica la línea más conservadora y la más progresista, alineada con Francisco. Además, muchos especulan con la llegada del tal "papa negro".
Durante los días de agonía de Francisco se había difundido una lista de posibles sucesores del papa Francisco. El listado marcaba bien su orientación hacia la Iglesia Católica, tanto si era progresista o conservadora. Estos son los posibles candidatos a ser nuevo papa:
Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años): se trata de un un arzobispo destacado dentro del sector progresista de la Iglesia Católica. Fue arzobispo de Manila y en 2019, el Papa Francisco lo nombró prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Su enfoque pastoral se basa en la misericordia, la inclusión y la justicia social.
Carlos Aguiar Retes (75 años): se trata del actual arzobispo Primado de México, es una de las figuras más influyentes de la Iglesia Católica en América Latina. Tiene una extensa trayectoria pastoral y una relación cercana con el papa Francisco, su nombre comenzó a sonar con fuerza como uno de los posibles candidatos al papado. Retes tiene una visión pastoral renovadora, alineada a la de Francisco.
Matteo Zuppi (Italia, 69 años): es arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Es considerado un cardenal progresista, cercano a la Comunidad de Sant'Egidio, conocida por su labor en la mediación de conflictos y su compromiso con los más pobres.
Pietro Parolin (Italia, 70 años): consta del secretario de Estado del Vaticano es una figura influyente dentro de la Curia. Aunque se le reconoce por su diplomacia y pragmatismo, su posición lo coloca entre los moderados.
Willem Eijk (Países Bajos, 71 años): se trata del arzobispo de Utrecht y un teólogo tradicionalista. Se mostró contrario a las reformas del papa Francisco en cuestiones de moral sexual y la comunión para los divorciados vueltos a casar, alineándose más con la visión conservadora de Benedicto XVI.
Raymond Leo Burke (EE. UU., 76 años): es uno de los cardenales más críticos hacia el papa Francisco. En su anterior rol como prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, se opuso a varias reformas. Su postura ultraconservadora lo vincula fuertemente con las ideas de Benedicto XVI.