13 de Julio de 2025

Brasil: otro mercado para el fentanilo

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El fentanilo empezó al menos desde 2013 a penetrar en el comercio ilícito internacional de narcóticos y con fuerza incesante en EU, con un creciente saldo mortal por sobredosis y otras afectaciones.

José Meléndez, corresponsal

SAN JOSÉ, Costa Rica

A una ardiente caldera atizada en el siglo XXI por la alianza de dos de las más poderosas fuerzas del crimen organizado regional —el Cártel de Sinaloa, de México, y el Primer Comando de la Capital (PCC), de Brasil— en un progresivo avance para el contrabando transnacional de cocaína, sólo le faltaba uno de los ingredientes más explosivos: penetrar con el fentanilo al mercado brasileño.

Sinaloa y PCC diversificaron su portafolio de negocios e incursionaron con el fentanilo, un mortal opioide sintético, a un país que, como Brasil, tiene características particulares en el contexto internacional de las drogas. Sólo precedido por Estados Unidos, el gigantesco mercado brasileño es el segundo principal o mayor consumidor mundial de cocaína.

Brasil es el primer consumidor internacional de crack. EU se consolidó como destino de estupefacientes desde hace más de 50 años, pero Brasil se afianzó como receptor para el consumo y el tránsito de parte de la droga que, vía Venezuela y otros países de América del Sur, se envía de Colombia, el más importante productor global de cocaína, a Europa, Asia y Oceanía.

Un añejo pacto para el contrabando de cocaína entre el PCC, una violenta pandilla que nació en 1993 en una cárcel de Brasil y en 2020 se transformó en la más numerosa y ambiciosa sociedad secreta del narcotráfico de América del Sur, y el Cártel de Sinaloa, la más poderosa organización criminal de México, derivó en el fentanilo, 100 veces más potente que la morfina y 50 más fuerte que la heroína.

Uno de los primeros hallazgos de la policía en Brasil que activó las alarmas se logró antes de los carnavales de febrero anterior en ese país, pero el domingo pasado se registró otro decomiso al hallarse una carga en el suroriental estado de Espíritu Santo.

"El Cártel de Sinaloa pone el dinero y sus líneas de abastecimiento", mientras que el PCC, el mayor grupo criminal de Brasil, "pone sus laboratorios, sus cocineros y los conejillos de indias" o víctimas que, sin su conocimiento, son escogidas para experimentar, aseguró Atlántico, un centro global de análisis de inteligencia.

Los "conejillos de indias" son los clientes tradicionales del PCC en marihuana y cocaína, según Atlántico, al advertir que Espíritu Santo podría ser un puesto para expandir la influencia de Sinaloa y PCC al sureño estado de Sao Paulo, vecino por el norte con Minas Gerais y en una posición crucial al limitar por el noreste con Río de Janeiro. Espíritu Santo es frontera por el sur con Río de Janeiro.

"La zona industrial [de la ciudad de Sao Paulo] es la máscara ideal para las cocinas [de drogas] sintéticas (…) En los últimos siete meses, los alquileres se han incrementado con la aparición de testaferros colombianos y mexicanos", señaló Atlántico en un reporte del que EL UNIVERSAL tiene copia. "[Hay] cientos de personas en situación de calle que tienen arrendadas grandes naves industriales", narró.

El PCC nació en Sao Paulo el 31 de agosto de 1993 tras una mortal trifulca en un juego de futbol entre reos de la prisión de Taubaté, en esa sureña ciudad, y se propagó con decenas de miles de integrantes que dominan los mercados criminales en varios estados brasileños. Con redes en Europa y África, el PCC rebasó los muros carcelarios para convertirse en una cooperativa criminal que cruzó las fronteras de Brasil y se espació con fuerza en casi 30 años, también forjó vínculos con el Cártel del Golfo, uno de los más viejos de México. En asocio con narcos y disidencias de las guerrillas comunistas de Colombia, el Golfo abasteció de cocaína al PCC para vender en Brasil, según el (no estatal) Instituto Igarapé, entidad brasileña de estudios.

El PCC laboró para mexicanos y colombianos en transbordo de cocaína a Europa y EU y se enlazó con redes criminales como ‘Ndrangheta, principal mafia de Italia, entre otras, en transacciones de armas y drogas.

La presencia del PCC fue verificada en EU, Surinam, Argentina, Bolivia, Paraguay, Guyana, Chile, Uruguay, Venezuela, Colombia, Perú, España, Italia, Suiza, Inglaterra, Portugal, Holanda y Francia, según InSight Crime, institución de análisis criminal con sede en Colombia. El PCC opera como cooperativa criminal o sociedad secreta en cadena de préstamos, armas, protección colectiva y contactos de la economía criminal en Brasil.

Una de las perspectivas sería que el PCC garantizara a Sinaloa el acceso a la denominada Triple Frontera, punto de confluencia de Paraguay, Brasil y Argentina y de inquietud de los cuerpos brasileños e internacionales policiales, militares, de inteligencia, seguridad y defensa como paso de múltiples productos ilícitos y personajes criminales, desde terrorismo a narcotráfico.

Por la Triple Frontera podrían fluir los precursores que el PCC y Sinaloa necesitarían para una producción masiva de fentanilo y demás drogas de diseño o sintéticas, de acuerdo con las alertas.

"Hacia allí debe apuntarse la investigación", sugirió el coronel ecuatoriano en retiro Mario Pazmiño, exdirector de Inteligencia del Ejército de Ecuador y profesor de seguridad en la (no estatal) Universidad Regional Autónoma de los Andes de ese país.

"El fentanilo es un opioide de importancia trascendental en el traslado de drogas en América Latina. Una gran parte tiene sus puntos de recolección en Brasil, Colombia, Ecuador, en pequeñas cantidades tal vez", dijo Pazmiño a este diario. "Pero el fentanilo es de libre venta en algunos países. Y comprarlo o hacerse de ese tipo productos que está embodegado en hospitales es muy lógico para poder trasladar estos cargamentos a los países de consumo como Brasil, EU y Europa", agregó.

El brasileño Tarcísio Otoni Perusia, jefe de la Policía Civil de Espíritu Santo, dijo que "la principal línea de investigación indica que el fentanilo se usaría para mezclar otras drogas, como la cocaína, pero también posiblemente en drogas sintéticas, como el LSD [ácido lisérgico] y el éxtasis [del amor]".

La droga fue detectada en la semana del 13 al 19 de marzo en esa localidad en poder de dos traficantes de Brasil, lo que provocó que dos oficiales estadounidenses viajaran a Espíritu Santo. De un traficante hay historial como responsable de cadena de suministro de drogas a un distribuidor en puntos de venta, según datos oficiales.

El fentanilo habría sido transferido desde Minas Gerais, vecino al este con Espíritu Santo. En indagatoria en proceso, se determinó que la droga habría tenido como destinatario a hospital de Espíritu Santo, pero está pendiente verificar si fue robado en el trayecto al centro de salud o si entró realmente a bodegas de ese establecimiento hospitalario de donde fue extraído y vendido a los traficantes.

La atención se concentró en Espíritu Santo en la primera quincena de febrero pasado, cuando la policía halló en agonía por una puñalada a un joven en una playa y lo trasladó a un hospital en el que los médicos descubrieron que tenía cuantiosos rastros de fentanilo en su sangre. El joven —"conejillo de indias"— se salvó y confesó que con su novia consumió una droga que tampoco conocía. La policía estatal también encontró ese mes un laboratorio clandestino con cocaína, marihuana y 31 ampollas de fentanilo en un sector aledaño a Vitória, capital de ese estado.

Pistas similares

Los casos de Brasil y Colombia, que confirmaron una demanda interna de fentanilo, y de Argentina, que reveló que en 2022 contabilizó 24 muertos por una mezcla de cocaína con esa droga, mostraron que México no es el único país de América Latina y el Caribe golpeado por el creciente conflicto con el opioide y el trasfondo de dos proveedores extracontinentales de precursores químicos: China e India.

En un contexto de roces políticos y diplomático, que fomentó el intercambio de ataques entre autoridades mexicanas y estadounidenses, Washington acusó repetidamente a México de operar como base de acopio de precursores enviados de China e India para procesar en laboratorios clandestinos en territorio mexicano y reexportar como producto final a EU.

El fentanilo empezó al menos desde 2013 a penetrar en el comercio ilícito internacional de narcóticos y con fuerza incesante en EU, con un creciente saldo mortal por sobredosis y otras afectaciones. Cifras oficiales de EU mostraron que 109 mil personas perecieron en ese país de febrero de 2021 a febrero de 2022 por sobredosis de fentanilo y otros opioides sintéticos, y con saldo mortal de 70 mil en 2022.

El factor hurto tendió coincidencias con delitos en otros países. Las alertas regionales resonaron por robos de fentanilo al menos desde 2020 en Argentina, Chile, Costa Rica y Panamá, en situación que continuó bajo incertidumbre acerca de si esas sustracciones fueron para traficar fentanilo a México e incorporarlo a cargas de China e India o surtir una demanda latinoamericana y caribeña.


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