12 de Julio de 2025

"Crisis de ilusiones, lo más grave para un país": Juan Villoro

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* Almadía lanza una nueva edición de "la preferida hija rebelde" del narrador, ensayista y cronista: Materia Dispuesta.

José Quezada

CIUDAD DE MÉXICO

Tras 25 años de la publicación de Materia dispuesta, novela de aprendizaje en la que Juan Villoro narra los años de juventud de Mauricio Guardiola —personaje que pone en tela de juicio ciertos paradigmas abiertamente desmontados hoy (machismo, identidad de género) y explora aquello, abstracto, difícil de nombrar y en constante cambio, que identifica a los mexicanos—, Almadía lanza una nueva edición de "la preferida hija rebelde" del narrador, ensayista y cronista. En entrevista, Villoro habla de la vigencia de los temas abordados y reconoce la inocencia de Guardiola en los años de la transición política, de frente a grandes expectativas: las de un México futuro que hoy es el presente.

Materia dispuesta trata de un México que ya no existe. 25 años después es como un doble ejercicio retrospectivo

Muchas cosas se mantienen en México, otras han cambiado. La novela trata de 28 años en la vida de un personaje. Para los astrólogos es importante llevar cuentas de siete años porque es el lapso en el que el cielo vuelve a estar, más o menos, en una posición original. Son siete capítulos, siete vueltas astrológicas para el personaje. Gaurdiola explora su vida en estos 28 años. Mucha gente toma decisiones dramáticas al llegar a esa edad.

Por eso hay un Club de los 27 años

Exacto, ellos son los que ya no quieren llegar a la responsabilidad de los 28, los que arden en su propia luz antes de llegar a ese cambio de maduración. Esos 28 años se mantienen en la novela, pero la percepción de lo que allí ocurre ha cambiado. Me parece que algunas circunstancias de la novela son hoy más modernas de lo que eran entonces. Pienso en la indefinición sexual del personaje. Hoy se habla mucho de la conducta no binaria y del género fluido, algo de lo que, entonces, no se discutía y ahora está en boga. Lo mismo con ciertas cosas de la identidad mexicana. El capítulo "Las pieles infrarrojas" me recuerda a cuando el grupo Poder Prieto cuestionó a la Compañía Nacional de Teatro por no haber actores lo suficientemente morenos en un país donde la mayoría de la población es mestiza. Este capítulo tiene que ver con un grupo de actores que van a ir de gira a Europa y les dicen: ustedes no parecen mexicanos. El título es irónico porque para volverse artificialmente mexicanos se dan baños infrarrojos. Mi planteamiento es si es posible adquirir una autenticidad artificial, si es posible volverse voluntariamente más mexicano. Es una discusión mucho más moderna de lo que era entonces.

Si hoy escribiera Materia dispuesta, ¿qué cambiaría?

Es una novela de aprendizaje en un país que tiene muy poco que enseñar. Si el país es el gran maestro que te edifica y transmite valores, ¿qué aprendimos los mexicanos? Cuando ves en el juego de la lotería que el valiente sostiene un puñal ensangrentado, ¿es esa la idea de valentía que debemos tener? Cuando escuchas el Himno Nacional, una letra sanguinaria y de lucha guerrera, ¿es esa la idea del patriotismo y civismo? Cuando ves la idea de la masculinidad que se cristaliza en el padre del protagonista, un donjuán que conquista un sinfín de mujeres, que se comporta cínicamente y quiere ser el típico macho mexicano vestido de charro, ¿es esa la idea de masculinidad? (...) Cuando escribí esta novela, México era el país de la transición institucional. Se hablaba mucho del PRI, pero también de que el cambio iba a llegar: México se está democratizando, México se está modernizando, México se está abriendo. En 1976, cuando voté por primera vez, sólo había un candidato a la Presidencia y era José López Portillo, porque los miembros de la oposición se negaron a proponer un candidato. Ya no querían participar de la farsa electoral. La idea de futuro era la de un cambio donde habría democracia, y en el que no sólo competirían muchos partidos, sino que ganaría el mejor. Hoy ya estamos en ese futuro que nos había prometido desarrollo, Tratado de Libre Comercio (TLC) y democracia. Pero la realidad no ha mejorado; en cierto sentido, ha empeorado y lo más grave es que las expectativas han desaparecido. Creo que una de las cosas más graves que le puede pasar a un país no es sólo que la realidad esté en crisis, sino que también lo estén las ilusiones y las expectativas. Ese es el país que tendría que enfrentar Guardiola en el presente. Las promesas están en bancarrota, ¿quién puede creer en ellas?

Los cambios en la historia hacen que eso que nos define como mexicanos sea ambiguo.

Materia dispuesta trata de un mexicano que se enfrenta a la simbología de su país y al sentido de pertenencia; al uso retórico de la identidad, por ejemplo, qué hace su padre porque es un arquitecto de la Escuela Mexicana de Arquitectura y descubre que va a ganar más y tener mejores presupuestos si sus edificios parecen típicamente mexicanos. Si construye un hospital que, además, parezca un emblema de la nacionalidad va a tener más recursos que si simplemente construye un hospital bien hecho. Este uso retórico de la identidad se pone en cuestionamiento y es parte del pensamiento crítico que se desarrolla en la novela.

¿Esa retórica está vigente?

Por supuesto. Además, hoy tenemos una actitud totalmente binaria con las redes sociales: eres conservador o progresista, eres fifí o chairo, eres patriota o antipatriota. Parecería que, en medio, no queda nada. Lo que debe defender la novela son las distintas posibilidades de la realidad, el pensamiento complejo, contradictorio y ambiguo. (...) En la opinión pública hay una responsabilidad del discurso oficial, pero también hay una responsabilidad de los comentaristas de ese discurso oficial. Con excesiva frecuencia, la gente que comenta la realidad lo hace desde una perspectiva unívoca y repite el mismo artículo todo el tiempo, sea a favor o en contra, sin mostrar la enorme complejidad de lo real.

Más allá de la ambigüedad de lo mexicano, en Materia dispuesta la impunidad es un tema central.

La impunidad sigue siendo una constante en la vida mexicana. Pensemos en los feminicidios y en la cuota de asesinatos no resueltos, que sigue siendo altísima. Al mismo tiempo vemos que los grandes empresarios amasan fortunas, evaden impuestos y se salen con la suya; vemos también a políticos acusados de corrupción, sin que se ejerza nada contra ellos. El futuro que se esperaba ya llegó y, por desgracia, deja mucho que desear. Hay un desencanto y dentro de éste hay una pérdida de expectativas e ilusiones.


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