- La conservación de especies requiere, según la especie, trabajos que se abordan desde varios ángulos: educación ambiental, investigación, renovación de los laboratorios de trabajo, manejo de poblaciones y reintroducción.
El Universal
CIUDAD DE MÉXICO
A unas semanas de su aniversario, el 6 de julio, el Zoológico de Chapultepec cumple 100 años y recupera su esencia, el sueño de su fundador, Alfonso L. Herrera —conocido como el padre de la biología mexicana—, de ser un centro de investigación y, principalmente, de conservación de especies, paralelo al espacio lúdico.
De las 262 especies resguardadas en los tres zoológicos que abarca la Dirección General de Zoológicos y Conservación de la Fauna Silvestre (San Juan de Aragón y Los Coyotes, además de Chapultepec): lobo mexicano, cóndor de california, jirafa, borrego cimarrón, león africano y panda gigante, entre otras, tan sólo en Chapultepec hay 206. De este total, 160 especies tienen algún grado de amenaza o están enlistadas en alguna categoría de riesgo: desde pandas gigantes, guacamayas y varias aves hasta el declive de la población de anfibios, en los últimos años, como los ajolotes —explica, en entrevista, Fernando Gual Sill, director general de los Zoológicos de la Ciudad de México y Vida Silvestre—, lo cual no significa que sean exclusivas de Chapultepec porque algunas, como el conejo teporingo o de los volcanes, habitan en los tres zoológicos, donde son reproducidas, a largo plazo, bajo cuidado profesional.
La conservación requiere, según la especie, trabajos que se abordan desde varios ángulos: educación ambiental, investigación, renovación de los laboratorios de trabajo, manejo de poblaciones y reintroducción. Como parte de los programas de recuperación del lobo mexicano y del cóndor de California —acuerdos entre México y Estados Unidos—, en 2022 fueron trasladados cuatro cóndores para ser reintroducidos a la vida silvestre en la Sierra de San Pedro Mártir, Baja California; en mayo, otras dos crías serán trasladadas. Gual afirma que la conservación es fruto del trabajo conjunto con dependencias como la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), Áreas Naturales Protegidas, Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y los permisos de las autoridades para efectuar traslados.
"En el mundo, una cuarta parte de las especies, que se alejaron de la extinción, fue recuperada gracias al trabajo de los centros de conservación. Entre estas especies están, precisamente, el lobo mexicano, el cóndor de California y el ajolote de Xochimilco, con el que trabajamos desde hace unos años, principalmente en Chapultepec, pero también en San Juan de Aragón", abunda el director. La extinción del lobo mexicano, por ejemplo, hubiera sido inminente, si no se hubiera contado con ejemplares de él en San Juan de Aragón.
Llegar a este punto fue resultado de un proceso histórico de aciertos y desatinos. El anhelo de Herrera no sólo era crear un zoológico de última generación, sino un centro de conservación. Pero su surgimiento fue en un periodo histórico convulso que llevó a Chapultepec a cambiar su línea a finales de la década de 1920: de nacer como un espacio con vocación científica adoptó una óptica cercana al espectáculo. El camino a la modernidad fue lento: décadas después, a finales del siglo XX, "los veterinarios y biólogos mexicanos se organizaron política y gremialmente para actualizar las instituciones en pos de cumplir los requisitos científicos de conservación. En ese movimiento, Gual ha sido importante y le dio este giro científico", explica Hugo Domínguez Razo, especialista en el desarrollo de los zoológicos de la ciudad.
Para el también filósofo de la ciencia, con la llegada de Gual, que se formó de manera práctica en la institución e hizo explícita su carrera de Médico Veterinario Zootecnista, empezaron a recuperarse las ideas de Herrera, mismas que hoy se pueden empalmar con procesos como el banco genético. Un hito sucedió en 2014, a raíz de las necesidades de Chapultepec, cuando se estableció la norma mexicana NMX-AA-165-SCFI-2014, sobre "requisitos para la certificación con respecto al bienestar animal, conservación, investigación, educación y seguridad en los zoológicos", con especificaciones del trato humanitario, el traslado o la prescripción de productos a especies, complementa Miguel Álvarez Cuevas, historiador y curador de la muestra Zoológico de Chapultepec Alfonso L. Herrera. 100 años haciendo historia, que permanece en la Galería Acuario de las rejas de Chapultepec hasta el 9 de julio e incluye 86 láminas —algunas provenientes del acervo de EL UNIVERSAL.
Por su impacto, la palabra zoológico quizá se quede en lo colectivo, pero en el aire hay una necesidad de replantear, a nivel conceptual, la carga histórica ligada al imperialismo, la crueldad y el maltrato, detalla Domínguez. Además de que, en el umbral del cambio climático y la extinción, deben replantearse las instituciones, la tendencia mundial es el tránsito de los zoológicos a centros de conservación para permanecer en el espacio público.
En enero, enmarcado en el centenario, se inauguró el circuito Anfibium, que abarca un museo sobre las 17 variedades de ajolote que hay en México (por el momento, se pueden ver cinco de estas especies) y cuatro laboratorios para la conservación de anfibios, con acceso al público y en los que se muestran las diferentes etapas: desde el huevo hasta la madurez; por último, la reproducción de un humedal, a semejanza de los de Xochimilco y Tláhuac, que es la zona pantanosa donde viven los ajolotes, cumple la doble función, científica y de educación ambiental, para comprender la crisis ecológica a raíz de la extinción de una especie.
"Es necesario renovarse porque las necesidades de conservación son cambiantes. Una especie que hoy no está en peligro puede extinguirse en 10 o 15 años. Tenemos que reaccionar y adecuar los programas, aunque se tenga la especie en cuestión", precisa Gual. Bajo esta línea, en últimos meses se renovó la infraestructura; obras pensadas para coincidir con los festejos del centenario y que abrieron sus puertas en enero: el ya citado Anfibium y un área infantil, auditorio de talleres y conferencias (frente a éste, la antigua estación de tren es hoy una galería); las remodelaciones en la zona de alimentos, el herpetario y el hospital veterinario, con tecnología de punta, como equipo de Rayos X y un tomógrafo, el primero disponible para animales silvestres en México; y el cambio en los tres kilómetros y medio de pisos que recorren los visitantes, con material absorbente para captar el agua y restituirla al subsuelo. La última semana de enero, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, informó que para dichos trabajos se destinaron alrededor de 180 millones de pesos. Gual explica que la mayor parte de ese presupuesto lo lleva el proyecto Chapultepec; la otra parte, la Secretaría de Obras; el trabajo por sí mismo, lo que se requiere, es autónomo y está en manos del zoológico.
Las actividades previas al aniversario tuvieron como banderazo de salida al festival Animalística, con sus esculturas de gran formato, la primera semana de abril. El director adelanta que el 6 de julio se va a develar una escultura, en honor a Herrera, en el jardín ubicado en el litoral o la franja costera. En el transcurso del año habrá cuatro cursos especializados para médicos veterinarios y personal que atiende fauna silvestre.
En la antigua estación del tren se exhibe una serie de reproducciones de dibujos, a la punta de plata, que hizo Héctor Xavier para el Bestiario, de Juan José Arreola. Las piezas fueron donadas por su viuda, Miriam Kaiser. También se publicarán libros infantiles y se emitirá un sello postal conmemorativo.