El día de hoy conmemoramos 95 años del establecimiento de relaciones diplomáticas con la república más antigua de América Latina y el Caribe: Haití, fundada en 1804. El origen de nuestro vínculo, sin embargo, se remonta a 1816, cuando el general insurgente Francisco Javier Mina acudió al presidente de la joven República de Haití, Alexandre Pétion, para solicitar su apoyo en el proceso de la independencia de nuestra patria. La respuesta fue positiva y Mina recibió financiamiento, armas y hombres, quienes se unieron a la lucha independentista mexicana.
Como en el caso de otras luchas independentistas de repúblicas hermanas, Haití fue faro de luz, alumbrando con su inspiración libertaria a nuestros próceres mexicanos.
Posteriormente, durante la segunda mitad del siglo XX, la tradición mexicana del asilo se convirtió en uno de los temas angulares que forjó nuestra relación bilateral, cuando acogimos a cientos de personas haitianas que huían de los regímenes dictatoriales de François y Jean-Claude Duvalier, en específico entre 1956 y 1986. Muchas y muchos de ellos contribuyeron y siguen haciéndolo a nuestra nación en diversos ámbitos. Esta vibrante comunidad haitiana asentada en territorio mexicano refleja de manera nítida los lazos de amistad y fraternidad que hermanan a nuestros pueblos.
Más recientemente, en los últimos años, México ha refrendado su vocación solidaria con el pueblo de Haití, brindando apoyo humanitario ante los atroces desastres naturales que ocurrieron en ese país, como el terremoto de 2010, el paso del huracán Matthew en 2016 y el terremoto que afectó la península sur de Haití en 2021.
Hoy, ante los retos más urgentes que enfrenta Haití en materia de paz y seguridad, consolidación democrática y desarrollo sostenible, México continúa impulsando incansablemente una agenda de cooperación enfocada en el fortalecimiento institucional de esta nación hermana. Nuestro país ha instrumentado programas de colaboración en el ámbito de seguridad, salud, combate al cólera, agricultura, combate al cambio climático, entre otros. Destaca, también, la constante capacitación que hemos impartido para al menos 762 oficiales pertenecientes a las Fuerzas Armadas de Haití.
A la vista de este panorama, México es un actor propositivo y constructivo, como se vio reflejado en la invitación que nuestro país recibió para participar en la reunión de Kingston, Jamaica, el pasado 11 de marzo, en la que se logró un acuerdo político entre distintas fuerzas, lo que permitió la instalación del actual Consejo Presidencial de Transición y el nombramiento de Garry Conille como primer ministro. México señaló en aquel momento que una solución duradera y permanente sólo puede venir desde el contexto haitiano e incluyendo a todos los actores, sin la injerencia extranjera y con el apoyo decidido y real de la comunidad internacional.
México y Haití compartimos historia, pero también una herencia cultural caribeña que nos hace más cercanos y que se demuestra habitualmente en tradiciones y expresiones artísticas y culturales como la música, la danza y la gastronomía. Con un contacto entre nuestros pueblos que va en aumento, nos vamos acercando más de cara al futuro y de la mano de más familias binacionales.
Con este fraterno espíritu y bajo la condición de naciones hermanas, no hay duda: continuaremos fortaleciendo nuestra histórica relación.
POR ALICIA BÁRCENA IBARRA