En las tres últimas semanas, tres cataclismos políticos se vivieron en las hasta entonces aburridas campañas estadounidenses. La desastrosa actuación de Joe Biden en el debate anticipado, el intento fallido de asesinato contra Trump y la salida del propio Biden de la contienda. Nadie hace 25 días hubiese pensado que la narrativa política iba a dar vuelcos así de intempestivos.
Si el argumento central de los republicanos era la edad del presidente, su capacidad mental y claridad, ahora el casi octogenario y muchas veces derivativo cognitivamente es Trump. Kamala Harris tiene 59 años, casi 30 menos que su oponente. El candidato a la vicepresidencia de Trump, J.D Vance (quizá el político más cínico de los últimos años) tiene 39, pero los demócratas contraatacarán con un candidato a la presidencia joven, seguramente blanco y moderado. Pienso que es probable que sea el actual gobernador de Kentucky, Andy Beshear. El entusiasmo generado por Kamala ha revitalizado a la base demócrata, rompiendo incluso un récord de donaciones (81 millones de dólares en 24 horas) y alineando a prácticamente todo el Partido Demócrata con su posible candidatura ya confirmada en agosto en la Convención. Hay tiempo para ser contundente y batir a Trump. No solo eso, ella misma se hizo cargo sola de la campaña desde el debate de Biden y luego su diagnóstico de COVID-19. El presidente, además, la acompañará en su momento con energía y muchas de las figuras centrales del partido.
Quisiera destacar, sin embargo, los datos que proporcionó Steve Phillips para The Guardian. Phillips es autor de libros fundamentales sobre el electorado estadounidense, particularmente su “Brown Is the New White”. Para él era claro que incluso Biden tenía suficiente fuerza para ganar, pero que Kamala está posicionada para hacerlo contundentemente de acuerdo con ese análisis. 16 millones de votantes jóvenes, nuevos, pueden votar ahora porque han llegado a la mayoría de edad.
Por otro lado, han muerto 12 millones del electorado viejo. Biden arrasó en 2020 con los votantes jóvenes (30 por ciento arriba de Trump) y solo estuvo 5 puntos abajo con los votantes viejos. Pero además, Biden sorprendentemente tuvo 42 por ciento de los votantes blancos y 85 por ciento de los afroamericanos, y 73 por ciento de los latinos según ese mismo análisis. Si acaso la razón por la que su propio partido lo forzó a retirarse fue que los votantes “de color” se empezaron según las encuestas a distanciar de él. Phillips, sin embargo, piensa que en realidad los encuestadores no tienen la metodología correcta para encuestar al voto que él llama “café” (afroamericanos y latinos) y está seguro de que un electorado de color energizado por la fuerza de Kamala (además de que los representa) contrastará enormemente con el porcentaje de blancos sexistas que puedan no votar por una mujer, además racialmente diversa.
Ese análisis brillante le permite a Phillips casi asegurar que Kamala ganará y será la presidenta no. 47 de los Estados Unidos. La “operación de la calle”, más que la simbólica (esa está asegurada) es la clave. Se necesitan muchos millones de inversión para sacar a votar a los jóvenes y a los afroamericanos y latinos masivamente ante la oportunidad de sacar a Trump de la posibilidad de que regrese, con su sed de venganza y el peligroso proyecto 2025 a la Casa Blanca.
El contraste no podría ser mayor. El récord de la vicepresidenta y ahora casi seguro candidata a la presidencia como abogada y fiscal es impresionante y como ella misma ha dicho, se ha encargado de meter a la cárcel a depredadores sexuales, de clausurar universidades patito (como la Trump University) y de conseguir que los bancos pagaran su parte en el desfalco de 2008, mientras que Trump ha sido declarado culpable de al menos 34 cargos de delitos financieros. “Conozco a los de su tipo”, ha dicho contundente Harris. Los ha perseguido y encarcelado, pensamos al escucharla. Ahora es probable que lo acorrale y saque sus peores instintos.
Es importante, por último, hacer notar que los demócratas seguirán basando su campaña en el tema del aborto y los derechos reproductivos, (los que Kamala convertido en bandera desde que la Suprema Corte tiró a la basura la jurisprudencia Roe versus Wade regresando los derechos de la mujer más de 30 años atrás). Por el bien de la democracia global y también de la posibilidad de que coincidan en México y Estados Unidos dos mujeres como presidentas por vez primera, ojalá que en noviembre los demócratas permitan recuperar la dignidad y la cordura.
POR PEDRO ÁNGEL PALOU