El pasado 1 de junio de este año dio inicio el segundo mandato del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, el titular del país centroamericano, ganó por una amplia mayoría en las elecciones que se realizaron en el mes de febrero. Con el 70% de los votos computados, el triunfo de Bukele era inevitable.
Dentro de los compromisos del presidente Bukele durante su primer mandato fue la lucha contras las pandillas que aquejan al país desde hace años convirtiéndolo en unos de los más peligrosos a nivel internacional, su política anti pandillas ha resultado “exitosa”, si bien, la violencia y los ataques entre pandillas han disminuido, el aumento a los abusos por parte de las autoridades también.
Otro de los grandes proyectos que ayudaron a Bukele en su reelección es la mega cárcel construida específicamente para los pandilleros, en los cuales los integrantes de las maras estarían mezclados. Su principal política de justicia y de seguridad dentro del país ha provocado que, organizaciones sociales nacionales como internacionales alzaran la voz para comentar de los peligros de esta política.
También se ha hablado de los nulos procesos para procesar a los presuntos pandilleros, donde muchos han sido encarcelados sin tener un juicio, otras personas han protestado por la criminalización de la gente que tiene tatuajes, porque de acuerdo con las autoridades, estos pueden estar relacionados con los pandilleros.
En cuestión económica, el país se ha vuelto atractivo para que familias regresen y emprendan para el turismo y otros negocios, pero desafortunadamente, esto también ha traído consecuencias por la gentrificación, la deuda pública y porque no se han creado leyes estructurales para mejorar la situación de la población salvadoreña.
Al igual que México, El Salvador depende mucho de las remesas que se envían a las familias que siguen viviendo en el país, pero no es suficiente por la inflación persistente en la economía. En septiembre pasado, el mandatario, habló sobre su estrategia para alcanzar la independencia financiera con recortes y con un presupuesto financiado con recursos propios, es decir, con lo que se llegue a generar de manera interna.
Diputados de oposición no están de acuerdo con el plan de Bukele para reactivar la economía del país por los recortes al gasto público y afectaciones a sectores como salud o educación; además, argumentan sobre las modificaciones que se le realizan a cada iniciativa, porque al tener mayoría legislativa, se aprueba sin modificarle nada hasta ver el descontento social.
Uno de los problemas de los partidos de derecha es la mano firme que se utiliza para acabar con la violencia dentro de un país, pero no se tiene un plan de resiliencia o de largo plazo para la activación de la economía. Al ser países con alta deuda, los recortes siempre afectan a los más pobres, que en el 2023 aumentó en 55 mil habitantes en la nación centroamericana. Sin duda puede traer una crisis en la gobernabilidad de El Salvador.
POR: AZUL ETCHEVERRY