El conflicto entre Israel y Palestina, especialmente tras los eventos del 7 de octubre de 2023, ha sido un punto de discusión global, marcado por una intensa manipulación de la narrativa mediática y la divergencia de percepciones entre Occidente y el mundo árabe. En este contexto, Richard Falk, exrelator especial de la ONU para los territorios palestinos, ofrece una visión crítica sobre cómo Israel ha gestionado la narrativa en los medios de comunicación occidentales, presentando su respuesta como una medida de seguridad frente a un ataque no provocado de Hamas.
Israel ha logrado consolidar su postura ante Occidente, retratando su respuesta como una reacción necesaria ante una agresión brutal de Hamas. Pero, ¿qué elementos se omiten en esta narrativa? Es evidente que se ha creado una percepción errónea de que antes del 7 de octubre reinaba la paz en Gaza, cuando en realidad la franja ha estado bajo un asedio desde 2007, con un deterioro constante de las condiciones de vida para sus 2.3 millones de habitantes, de los cuales el 75% son refugiados, descendientes de quienes fueron desplazados en 1948 durante la Nakba. ¿Por qué, entonces, se ignora esta historia de represión y ocupación en las narrativas occidentales?
Por otro lado vemos que existe una guerra mediática: ¿Propaganda o realidad? La reacción de Israel fue amplificada y legitimada en Norteamérica y Europa sin una revisión crítica, lo que permitió justificar el continuo apoyo militar y diplomático de estos gobiernos, incluso cuando la situación humanitaria en Gaza se convirtió en una de las peores crisis del siglo XXI. Alrededor de 42,000 palestinos han perdido la vida durante el último año de hostilidades, y 1.9 millones de personas han sido desplazadas en una franja donde los bombardeos constantes han convertido a zonas civiles en escombros. ¿Puede considerarse la respuesta de Israel como proporcional? Claramente no…
La situación en Gaza es una de seguridad humana profundamente preocupante. La falta de acceso a recursos básicos, como agua potable, electricidad y atención médica, ha generado una crisis de derechos humanos. Los hospitales están desbordados, mientras que el acceso a ayuda humanitaria es limitado debido a los bloqueos impuestos por Israel. ¿Dónde queda la responsabilidad de la comunidad internacional y la ONU, cuyo papel de mediador se ha debilitado? El papel de la ONU y la doble moral de Occidente es claro: mientras se apoya a Ucrania bajo el principio del derecho internacional, la situación en Gaza parece ser ignorada o minimizada.
¿Hacia dónde se dirige la región? Además de las implicaciones locales, la respuesta de Israel y la inacción de Occidente han contribuido a una mayor inestabilidad regional. Actores como Irán, Hezbollah y otros grupos han reforzado su apoyo a la causa palestina, aumentando las tensiones y polarizando aún más la situación en Oriente Medio. Las recientes incursiones israelíes en Cisjordania, con operaciones militares similares a las de Gaza, han encendido alarmas sobre un posible plan de expansión territorial y desplazamiento forzado de palestinos, algo que Falk describe como parte de una agenda de "Gran Israel".
Este conflicto deja muchas preguntas abiertas: ¿Es posible un análisis objetivo cuando los medios de comunicación y los gobiernos occidentales tienen intereses geopolíticos tan claros? ¿Puede sobrevivir la diplomacia internacional si el derecho humanitario es ignorado por conveniencia política? Y, lo más importante, ¿qué futuro espera a los millones de palestinos atrapados en una crisis que parece no tener fin? Las respuestas a estas preguntas no solo definirán el futuro de Oriente Medio, sino la capacidad del mundo para aprender de su historia reciente y evitar tragedias similares.