La convulsión que viene
Margarito Escudero Luis
Parece que más de 50 millones de mexicanos en pobreza extrema no preocupan mucho a los políticos encumbrados, para ellos sólo se trata de un gran ejército electoral, es su garantía para permanecer en el poder, a cambio de cuentas de vidrio y espejitos, tal como lo hicieron los españoles cuando invadieron la tierra que hoy conocemos como México.
50 millones de votos que ya no son seguros, pues de pronto 50 millones de ciudadanos se hartan y buscan otras oportunidades que nada tengan que ver con procesos electorales.
Entonces, al notar que ya no hay votos suficientes y seguros, pues se buscan todas las posibilidades de seguir medrando en el poder, aplicando otros métodos para mantener a 50 millones de personas en el sometimiento que 60 y Más, Prospera y otros programas sociales, ya no pueden contener.
Eso pudiera explicar la escalada de violencia que sufrimos en el país, de otra forma estaríamos hablando de un estado rebasado por la delincuencia, y quienes mandan son los delincuentes o son cómplices de los gobernantes.
La tendencia en esta jornada electoral no es precisamente la que esperaban, quienes batallaron por conseguir la candidatura, hoy pueden estar arrepentidos, o en su defecto, pueden estar seguros, si la maquinaria prepara un golpe colosal.
La crisis del oficialismo está alcanzando a los partidos satélites, tanto que sienten que la cobija que los cubría está quedando muy chica y ahora prefieren taparse entre ellos, como está sucediendo entre el Panal y el AVE.
Cosas de la política a la mexicana, la que la actitud ciudadana obliga a tomar en cuenta, les hace ver que aquellos que se aseguraron un lugar en la lista plurinominal, finalmente no tienen garantía de llegar a la curul, el plan no les salió como querían y ahora deben buscar otras opciones.
CRISIS MUNDIAL
El problema de pobreza extrema es mundial, mientras los países capitalistas más poderosos acumulan la mayor parte de la riqueza mundial, sin importar que millones de seres humanos no tengan una vida digna y en muchos casos, pasen serios problemas para alimentarse.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha denominado como crisis humanitaria al problema de la pobreza y asegura que es una bomba a punto de estallar con 130 millones de personas vulnerables a quienes les urge recibir asistencia; sin embargo, los países poderosos, principales responsables de la coyuntura actual y que por lo mismo tienen posibilidades de cambiarla, siguen haciendo como que no escuchan ni ven las señales de alarma.
El esquema se repite al interior de nuestro país, ya que mientras los poderosos, llámense políticos o empresarios, sólo les interesa acumular más dinero y más poder, aplicando a los pobres de México la máxima salinista, “ni los ven, ni los oyen”.
Ese desequilibrio puede provocarles más de un dolor de cabeza, pues son muchos quienes reclaman atención, trabajo, alimentos, medicamentos, educación, elementos enmarcados dentro de los Derechos Humanos y que no tienen para cuándo ser atendidos por el gobierno, que utiliza recursos y programas federales para promover a sus millonarios candidatos.
50 millones de pobres son muchos ciudadanos, el hecho de que vayan a las urnas a votar en contra, sería el menor de sus problemas, lo grave vendría cuando, en un afán de subsistencia, comiencen a convertirse en lo que la ley llama “delincuentes”.
La falta de interés que el gobierno ha demostrado por esos 50 millones de pobres extremos, demuestra que este sistema está agotado, pues un gobierno que no atiende a sus ciudadanos y se circunscribe a servir a un pequeño grupo, no es un gobierno de verdad, por lo tanto, el pueblo tiene el derecho de deponerlo y hacer las transformaciones necesarias para distribuir la riqueza en todo el ámbito nacional.
El proceso no es rápido, pero no puede detenerse. Desafortunadamente nuestro país está llamado a convulsionarse por hambre, aunque empresarios y políticos tengan la panza llena.
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