20 de Noviembre de 2024

Revelaciones

Del perdón al arrepentimiento

Margarito Escudero Luis

El arrepentimiento no es lo mismo que la disculpa, esta última puede ser convenenciera e hipócrita, mientras que arrepentirse conlleva a un acto de conciencia y al intento de la reparación del daño causado.

Arrepentirse va más allá de pedir perdón, cuando este se da en la medida que se comprueba un arrepentimiento real, que busque dar explicación, no sobre un aspecto del mal causado, sino de todo el espectro de acciones consideradas nocivas por aquellos que estarían en posición de otorgar el perdón.

José López Portillo, en el último año de su mandato, lloró en la máxima tribuna de la Nación y pidió perdón a los mexicanos por no haber podido defender al peso, como lo había ofrecido un año antes, cuando prometió defender la moneda nacional “como un perro”.

Pero finalmente el país fue saqueado por sus mismos cuates, quienes se llevaron la abundancia que produjo el petróleo; abundancia que no supimos administrar.

Muchos años después, otro presidente ofrece disculpas a la Nación por haber ofendido con una casa millonaria y suntuosa, supuestamente propiedad de la primera dama que habría sido adquirida con sus ahorros, producto de sus salarios cobrados a Televisa.

Pero el presidente trae toda una cauda de reclamos ciudadanos, incluso desde antes de ocupar el cargo, pues no se ha disculpado ante los familiares de los golpeados, heridos y humillados en Atenco; tampoco ha sido capaz de entender el dolor de los ciudadanos que perdieron a sus hijos en Ayotzinapa.

Porque, tal vez si hubiera tenido esa sensibilidad, nadie se hubiera opuesto a la lujosa mansión, pero con sus acciones presidenciales, las reformas llamadas estructurales, está causando un daño irreparable a miles de familias mexicanas y beneficiando a empresas extranjeras, lo que para muchos connacionales no tiene sentido, pues su deber como representante máximo de los habitantes nacidos en este país, es proteger sus derechos, procurar el progreso de la Nación y de todos sus ciudadanos, pero ha dado muestras de querer quedar bien con unos cuantos de los cuales la mayoría son extranjeros.

LAS CONQUISTAS DE ANTAÑO

Las viejas luchas de los mexicanos dieron resultado y llevaron a la Nación por el camino de la paz y de un progreso constante y nos asustábamos de los actos de corrupción de los líderes sindicales y los políticos de otras épocas, pero al ver el tamaño de los desmanes causados desde las instancias gubernamentales de la actualidad, lo que hicieron corruptos de otros tiempos, parecen juegos de niños.

Pero los salarios alcanzaban para comprar una despensa, los obreros privilegiados como los petroleros, tenían acceso a viviendas de calidad, a créditos generosos para adquirir vehículo, reparar o añadir habitaciones a sus casas, se logró un servicio médico de calidad y Pemex llegó a tener hospitales de especialidades, con los médicos mejor calificados en el país.

Los maestros avanzaron en sus conquistas laborales, de pronto se dieron cuenta que eran muchos, muchos en todo el territorio nacional, muchos más que el conglomerado petrolero y a eso el Sindicato de Trabajadores de la Educación le sacó jugo.

Hasta que la corrupción alcanzó a los líderes. En los tiempos de José López Portillo, Carlos Jongitud Barrios era un dirigente del SNTE que ya alcanzaba fama nacional.

TRABAJADORES PRIVILEGIADOS

Pero, tanto el líder de los petroleros, Joaquín Hernández Galicia y Jongitud Barrios de los maestros, ya se les señalaba de corrupción.

Ambos cayeron con la llegada del neoliberalismo y comenzó el desmantelamiento de todos los logros sindicales de ambos gremios, sin que los dirigentes sustitutos fueran capaces siquiera de protestar.

Se supone que la riqueza nacional es para beneficio de los nacionales, los sindicatos, por corruptos que fueran, funcionaron como contrapeso ante la voracidad capitalista, hasta que la corrupción envolvió a los sindicatos y pasaron a formar parte de esos voraces.

El perdón que José López Portillo pidió a la Patria, no alcanzó para detener el saqueo, no pudo detener el avance neoliberal y jamás pudo canalizar la abundancia que generaron las divisas petroleras, para que sirviera a todos los mexicanos. Unos cuantos se las llevaron.

El perdón que pide Enrique Peña Nieto ni siquiera tiene los alcances del otro, pues solo se enfoca en un acto de corrupción, de un delito que no termina con la devolución del soborno.

Además hay millones de mexicanos agraviados, no por la “casa blanca”, no por los favores cobrados al grupo Higa, sino por los desaparecidos, los muertos, los secuestrados, los maestros golpeados y asesinados, los desaparecidos, por la compra de votos, por esta ola de terror que nos invade y por lo que no se ha hecho lo suficiente para devolver la tranquilidad al país.

Y no alcanza ningún perdón para eso.

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