19 de Noviembre de 2024

FUERA DE REGISTRO

Nicolás Alvarado

Me pregunto

 

Llevo una semana exacta haciéndome preguntas. Me gustan las preguntas. Mucho más que las respuestas. Me parece que constituyen la única posibilidad de oír, de dialogar, de crecer, de pensar. Las comparto aquí no para ser respondidas sino, mejor, para ser debatidas:

¿Debe una persona que se dedica al trabajo intelectual, y que pretende asumir por tanto una postura crítica —pregunta supeditada a la primera: ¿qué es una postura crítica?— aceptar un encargo como funcionario público? Si decide aceptarlo, ¿debe asumir que su trayectoria y sus ideas quedan suspensos hasta separarse de su cargo? ¿Debe abjurar de su derecho a pensar? ¿O sólo a expresar lo que piensa? ¿O sólo a expresar ciertas cosas que piensa, en ciertos momentos, en ciertos espacios? ¿En cuáles? ¿Pesa su trayectoria previa al evaluar lo que exprese? ¿O todos los funcionarios públicos deben ser juzgados con el mismo rasero legal? ¿Y político? ¿Y social? ¿Es lo mismo una declaración de banqueta que un texto publicado y firmado? ¿Es lo mismo una publicación en Facebook que un artículo de opinión? ¿Es lo mismo un gobernador que un director de televisora pública? ¿Es lo mismo un gobernador que otro? ¿Es lo mismo un director de televisora pública que un director de televisora pública universitaria? ¿Debe pesar la trayectoria intelectual de un funcionario público —su prestigio o falta de éste, las ideas que ha abrazado— a la hora de interpretar un texto suyo? ¿Deben los funcionarios públicos ser juzgados con un rasero distinto al de los ciudadanos? ¿Tienen menos derecho a debido proceso? ¿Tienen menos derecho de audiencia? ¿Lo que se publica en los medios es cosa juzgada? ¿Lo que dice un funcionario público es cosa juzgada? ¿Lo que es trending topic en Twitter es cosa juzgada? ¿Es Twitter un medio de comunicación? ¿Es Twitter un sujeto? ¿Hay sujetos colectivos?¿Es Twitter un tribunal? ¿Lo son los medios de comunicación? ¿Deben serlo? ¿Regular más las redes sociales sería democrático? ¿O sería represor? ¿Y los medios de comunicación? ¿Debe una institución jurídica anunciar a los medios de comunicación una averiguación antes de comunicársela al que es objeto de ella? ¿Debe hacerlo al mismo tiempo? ¿Después? Si lo hace en los medios, ¿el afectado debe darse por enterado? ¿Equivale el anuncio a los medios a un juicio sumario? ¿O a un mecanismo democrático de control y acotamiento?

Más preguntas, en otra línea. ¿Es legítimo hacer una valoración crítica de una figura icónica cuando acaba de morir y millones de ciudadanos duelen por ella? ¿Es sensible? ¿Es elegante? ¿Es oportuno? ¿Es legal? ¿Es un delito?

Una línea más: ¿Hay malas palabras? ¿Lo son siempre? ¿Cambia o no su significado con el correr del tiempo y los movimientos de la cultura? ¿Con el contexto? ¿Con la apropiación que hacen de ellas ciertos grupos? ¿Ciertos grupos o todos los grupos? ¿Tenemos todos los individuos derecho a apropiarnos palabras y resignificarlas? ¿O sólo quienes han sido víctimas de un uso derogatorio de esas palabras? ¿Qué significa joto? ¿Para un homosexual? ¿Para un bisexual? ¿Para un heterosexual? ¿Para una víctima de un crimen de odio por homofobia? ¿Para un escritor gay friendly? (¿Es gay friendly un estereotipo?) ¿Para una Señora de Las Lomas? (¿Es Señora de Las Lomas un estereotipo clasista?) ¿Qué es ser naco? ¿Un epíteto también clasista? ¿O racista? ¿Una categoría antropológica? ¿Qué es para Botellita de Jerez? ¿Para Cuauhtémoc Medina? ¿Para Vogue? ¿Para La Jornada? ¿Para Tv Notas? ¿Tienen las palabras un solo significado? ¿Pesa la intención de quien las emplea? ¿Cómo se determina la intención? ¿Basta una lectura desprejuiciada —¿hay lecturas desprejuicidas?— de un texto para determinar su intención? ¿Tiene un texto un solo significado o varios? ¿Cómo se construye el significado? ¿Quién construye ese significado?

¿Está lo bastante discutida la función pública en nuestro país? ¿Y la no discriminación? ¿ Y la libertad de expresión? ¿Y las redes sociales? ¿Y la ironía? ¿Y las funciones del lenguaje? ¿Y el debido proceso jurídico? ¿Y el papel de los medios en el sistema judicial? ¿Y la Universidad? Si no lo estuvieran —uno de esos temas o varios o todos—, ¿cuál sería el espacio idóneo para discutirlos? ¿El periódico? ¿Los medios todos? ¿Las redes sociales? ¿La academia? ¿El Congreso de la Unión? ¿Algunos de esos espacios? ¿Todos? ¿En qué tono? ¿Con qué objeto?

¿Importa en el debate público lo que un escritor que a la sazón es funcionario público escriba? ¿Las reacciones que genere son un derecho? ¿Una válvula de escape? ¿Una cortina de humo? ¿Un termómetro? ¿Un síntoma? ¿Una admonición?

Dedicaré lo que me quede de vida profesional no a responder estas preguntas —creo que no tienen una respuesta— sino a discutirlas. Me entusiasma.

 

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