Trump frente a México
Héctor Aguilar Camín
El plan de los primeros 100 días de gobierno de Trump tiene 27 puntos. De ellos, 13 son de política interna y 14 tienen implicaciones internacionales. De los 14 con implicaciones internacionales, 10 afectan a México, y al menos tres le están expresamente dirigidos.
Apenas pueden exagerarse los efectos públicos, policiacos y económicos que esos tres elementos del programa de Trump pueden tener sobre México.
El primero, de enorme poder simbólico, es el de levantar un muro en la frontera. Se trata de un muro que por su mayor parte ya existe, pero que, en el horizonte del programa de gobierno de Trump, adquiere los tintes de una declaración de guerra en el vecindario, una discriminación antimexicana, latente siempre en la política migratoria estadunidenses, pero ahora explícita y central en el discurso de su presidente.
El segundo, la persecución anunciada y la deportación de “2, quizá 3” millones de residentes ilegales que han cometido algún delito. La deportación de “2, quizá 3” millones, significará en los hechos la asechanza policiaca, la incertidumbre y el miedo, en todo el universo de migrantes ilegales revisable.
La vida cotidiana de esos 11 millones será un infierno de sigilo, donde la cautela lindará con la clandestinidad y la vigilancia con el abuso.
El tercero, es la amenaza puesta sobre la revisión del acuerdo de libre comercio de América del Norte. A nadie se le escapan las dificultades de cortar de un tajo el nudo gordiano de intereses regionales construido por el Nafta.
El riesgo para México no es que Trump pueda desaparecerlo, sino que lo trabe, lo llene de las irresoluciones de una negociación larga, y detenga o disminuya su crecimiento.
También es posible que Trump “solo” introduzca en el acuerdo su noción favorita de un arancel de 35% en productos de empresas estadunidenses radicadas en México. Sería decretar la muerte lenta del acuerdo. Supondría, por ejemplo, una caída de hasta 41% de la producción automotriz de México. (Reforma, 15/11/2016).
El grito de guerra vecinal, la persecución de mexicanos deportables y el asalto al Nafta, dañarán severamente a México y destruirán las coordenadas de la relación que hemos tenido las dos últimas décadas con nuestro vecino.