Yunes Linares, entre el descrédito y la ingobernabilidad
Por Edgar Hernández*
¡Veracruz, un caos!
Días aciagos vive Veracruz producto del vandalismo y algaradas de estallido social recrudecidas tras el desencanto que arroja un nuevo gobierno que está perdiendo la confianza ciudadana.
El pretexto fue el gasolinazo.
Suficiente para que manos aviesas del gobierno federal, el estatal y los partidos políticos en disputa por el 2018, hicieran de la república una arena de lucha llevando a la ciudadanía al saqueo callejero acompañado del repudio oficial.
En Veracruz, ni premiando a la delincuencia con “mi dinero” –quesque el del gobernador Miguel Angel Yunes Linares, que a final de cuentas se comprobó era de Sedesol- fue posible contener el arrebato social.
Fue un arrebato instigado en sus inicios por hordas de mercenarios del gobierno que llevaron por la vía de las redes sociales a familias completas al saqueo de centros comerciales contando con la más abierta colaboración de ciertos elementos de la policía y tránsito estatales.
Después todo se salió de control.
Rumores, versiones de golpe de estado, alerta ciudadana ante “inminentes” asaltos a casas habitación, la toma de la Presa Yuribia, el paro de transportistas, los deslindes políticos y culpas mutuas, centenares de detenidos “a quienes se aplicará todo el peso de la ley” y los saqueadores engallados a pesar de las advertencias de las autodefensas ciudadanas y comerciantes de mercados populares que han amenazado con “romperles la madre” si persisten en el saqueo.
La desesperación y malas consejas llevaron incluso al propio mandatario estatal a presentarse en un centro comercial del puerto justo en el momento del saqueo para tratar de contenerlo apoyado en su presunto liderazgo.
Empezó correteando a los rateros, no logró nada. Luego con las manos en alto buscando pararlos, cero. Más tarde, cual Moisés abriendo el mar Rojo buscando la salvación para los provocadores… luego, el ofrecimiento de dos millones de pesos –hay quien dice que fueron cinco u once millones, más de lo que ganará vía nómina durante su gestión como gobernador de dos años-, sin resultados.
El fracaso.
Todo ello gravado por la sobreexposición mediática de parte del “camarógrafo”, Jorge Winkler, quien debió ser nombrado director de RTV y no Fiscal General, al exhibir a un gobernador inerme, sin autoridad, agredido verbalmente por la turbamulta, ofreciendo dinero y despedido con cajas destempladas.
Ante la crisis social ha sido necesaria la presencia del ejército, la armada y las policías federales para atemperar la crisis.
¿Cómo fue que llegamos a ese estado de cosas?
El estado de descomposición que nos dejó la Fidelidad, la imposibilidad jurídica y política del nuevo gobierno de llevar a uno solo de los saqueadores del erario público a la cárcel –ya no digamos a Javier Duarte, quien ni suda ni se abochorna-; los empeños fracasados por contener la inseguridad, la falta de dinero para sobrevivir el fin de año y la escalada de venganzas contra 8 mil burócratas que bajo el signo de “aviadores” fueron echados de las nóminas gubernamentales en el peor momento.
Es parte del derrumbe.
De la mano, el no bajarse de la campaña política al persistir en el proselitismo en favor de sus hijos: Miguel junior, para gobernador; Fernando, el senador, para alcalde de Veracruz.
Agredir a Pepe Yunes, quien ha traído a Veracruz 3 mil 400 millones de pesos; romper con la “ignorante” y mal informada prensa estatal comprometiéndose en contraparte con presuntos contratos millonarios con Televisa y el diario Reforma; chocar de frente con partidos y aspirantes y ese estilo chicharronero y populista de hacer política.
Todo ello y más están dando al traste para la construcción de un buen gobierno.
Fueron muy altas las expectativas mismas que al no poder cumplirse no hubo más que montarse en el gasolinazo como puerta de escape. Sin embargo, aquí tampoco las estrategias funcionaron como se esperaba.
Las redes sociales, el despertar de la sociedad civil y la falta de oficio de los equiperos, amén de una operación política anacrónica y fuera de vigencia, no hicieron más que exhibir a un gobierno que da palos de ciego sin acertar la satisfacción social.
Y es que más rápido que aprisa la opinión pública descubriría el montaje que encerraba la provocación social.
La policía en el 90 por ciento de los casos llegando tarde al vandalismo. Los focos del saqueo “ciudadano” respetando extrañamente Boca del Río, feudo del hijo del gobernador y sospechosamente Veracruz convertido en el principal paraíso de los saqueadores que desacreditar al ya de por sí tonto presidente municipal, Ramón Poo y ungir por la vía del “destape” a Fernando Yunes Márquez como el próximo alcalde.
Mmm… Raro ¿no?
¿Quién se acuerda del gasolinazo?
Los vándalos en la modalidad de escuadrones en motocicleta como efecto distractor, gente de tránsito encapuchada asaltando, según denuncia pública ante el gobernador y vehículos de Seguridad Pública transportando enseres.
Luego las inopinadas declaraciones del Secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, ex director de Tránsito de Boca del Río, ofreciendo 500 mil pesos a quienes denunciaran a provocadores y saqueadores cuyos rostros están en las redes. Uno de ellos incluso, Julio Ortiz, aparece fotografiado al lado del círculo cercano al poder (fotos adjuntas).
Y el mismo gobernador adelantando la inestabilidad social horas antes del saqueo.
“Es una estrategia bien armada, orquestada. Son actos vandálicos en localizados municipios”, denunció Pepe Yunes justo en el momento de los saqueos.
Todo ello, sin duda, mueve al sospechosismo, al gato encerrado, a la mano –más que negra- blanca atrás de todo este desmadre, a toda una intención mediática con fines políticos, una psicosis social con fines personales y de grupo, esa gestación del miedo entre las mayorías para inhibir la verdadera protesta social.
Son cortinas de humo para evadir el daño real que provocan las alzas en la gasolina en el bolsillo familiar y el desborde de la inseguridad y la ausencia de resultados ante el compromiso de llevar a la cárcel a los saqueadores del erario público con quien terminó aliándose.
Eso es lo que se observa desde dentro y desde fuera.
Ese es el recuento de las últimas cinco semanas tras el inicio de un gobierno que arrancó con un altísimo grado de aceptación ciudadana y que ahora no sabe cómo salir del embrollo.
Habrá necesidad, sin embargo, que considerar el respaldo a las acciones de gobierno como sustento de la tan anhelada unidad veracruzana en momentos tan aciagos. Importante, por tanto, hacer caso omiso a quienes llaman a no pagar impuestos, ni prediales, refrendos, tenencias vehiculares, multas o permisos. Vivimos en una sociedad organizada regida por un mandato constitucional y leyes que de manera indeclinable debemos respetar.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo