1 de Octubre de 2024

Duda razonable

Trump y la fuerza de sus

aún ignorados votantes

 

Carlos Puig

 

El viernes pasado en la noche, en su muy popular programa de HBO, Bill Maher hizo este chiste que revela un poco la polarización estadunidense de los últimos tiempos.

“¿Sabía usted que de los 14 estados con el mayor número de consumo de analgésicos por persona, todos votaron por Trump? Trump ganó 80% de los estados que tienen el mayor problema de heroína, y los condados que ganó en Ohio y Pennsylvania que votaron por Obama la última vez, son los que están destrozados por el abuso de opiáceos. Así que, dejemos de llamar a los votantes de Trump idiotas y tontos, y llamémoslos como son: unos pinches drogadictos”.

En los últimos días, The New York Times o el Washington Post han comenzado a hacer reportajes hablando con votantes de Trump en los que los entrevistados celebran cada acción del Presidente: el muro, la prohibición a países mayoritariamente musulmanes, el despido de la procuradora. Irremediablemente, en algún párrafo, el reportero insinúa, con elegancia, cómo lo que dice el entusiasta trumpiano no corresponde exactamente con los hechos o cómo no aprecia las consecuencias negativas de las decisiones de su presidente.

Los medios tradicionales estadunidenses, aquellos que Trump ataca todos los días, se dan vuelo reproduciendo encuestas que señalan que es el presidente con menos popularidad en el inicio de su mandato.

Mientras tanto, Trump sigue, a fuerza de decretos, transformando el país que él y sus votantes creen en ruinas, y cambiando la manera en que Estados Unidos se relaciona con el mundo. Y lo quiere transformar en uno aislado, xenófobo, autoritario, hostil.

Tal vez el principio de la resistencia sería comenzar a entender a los millones que pusieron a Trump en la Casa Blanca.

Dice Walter Russel Mead de los políticos occidentales del establishment:

“Creyeron que las ideologías conservadoras y las emociones políticas se habían ido al basurero de la historia y que solo pertenecían a los perdedores ‘amargos’ —personas que ‘se aferran a las armas o la religión o la antipatía hacia las personas que no son como ellos... Como una forma de explicar sus frustraciones’—; como lo dijo Barack Obama en 2008. El tiempo y los procesos normales de la historia resolverían el problema; la construcción de un orden mundial liberal era simplemente cuestión de detalles”.

 

Se equivocaron. Los perdedores ganaron. Y hoy avanzan.