La doble moral de los partidos
JORGE CÁCERES
Quizás por esta temporada de Cuaresma, de manera divertida recuerdo el discurso en una homilía que emitió un sacerdote hacia su comunidad católica: “Vivan de acuerdo con sus creencias; que su fe sea de acuerdo al modo en que viven. No puede ser que hablemos de paz y reconciliación a nuestros hermanos, pero que con nuestros actos hacemos todo lo contrario, viviendo siempre agarrados de la greña”.
El discurso causó escozor entre los oyentes. Y es que así es el hombre, tan incongruente entre lo que dice y piensa, que con lo que de verdad hace. A final de cuentas, son nuestros actos lo que nos definen. “Cada quien es hijo de sus obras”, escribió Cervantes hace años en el famoso Quijote, aquel hidalgo de andadura.
Recuerdo esa anécdota porque las instituciones políticas en Veracruz están sumidas en una grave crisis de credibilidad con la selección de sus candidatos a la alcaldía. Los partidos de oposición siempre se han mostrado como el reverso del partido oficial, el PRI. Se ostentan como verdaderamente democráticos y honestos, con legítima vocación del servicio público, pero lo cierto es que en sus procesos internos para la selección de candidatos han mostrado todo lo contrario, han sufrido un verdadero desgaste.
No sólo se han impuesto candidatos sin tomar en cuenta a su militancia; sino que además han preferido adoptar a ex priistas como abanderados. Han mostrado lo que en verdad son: instituciones políticas imperfectas que obedecen intereses muy ajenos al discurso democrático e ideológico el cual tanto pregonan.
Es obvio que tanto al PRI como Morena lo que le interesa es el control y el poder, lo cual no los hace diferentes de sus rivales priistas. Son lo mismo. Están unidos por la misma tesitura por la sencilla razón que comparten la misma y única naturaleza del hombre.
Tanto el PAN como Morena están severamente cuestionados por su propia militancia, los cuales acusan a sus dirigentes de la imposición de candidatos sin tomar en cuenta a la militancia y, escupiendo, eyectando al cesto de la basura los ideales de justicia social y democracia con lo cual tanto se jactaban.
Hoy, tanto como Morena y el PAN ya no les cabe el discurso crítico de oposición. Están insertos en el sistema de poder. Gozan de las prerrogativas que ofrece el poder, ambos cuentan con posiciones en diversos mandos de Gobierno y, como consecuencia, tienen acceso a los recursos económicos que ofrece el dispendio gubernamental. ¿Qué harán ahora con esa ventaja? Solo hay dos caminos: consolidarse en la confianza de los electores o mantener su estatus quo.
Sin embargo, por las críticas de su militancia se nota que han elegido lo segundo: asegurar los peldaños políticos ya ganados. Y quieren más, sin tomar en cuenta aquellos nobles ideales de democracia y principios ideológicos que les dieron origen, sustento y que otrora fuera su principal oferta de campaña.
No, no son tan democráticos como decían.
Percibo que aquella bandera de democracia y transparencia que tanto enarbolaban, está tan sucia y podrida como las de su mismo adversario político al cual tanto combatían: el PRI. Tanto el PRI como Morena tienen impugnadas sus planillas y candidaturas en las principales cabeceras municipales.
Sin embargo en Coatzacoalcos, ambas instituciones políticas (PAN y Morena) tienen posibilidades verdaderas de ganar los comicios en junio. Los vientos favorables están a su favor: el contexto socioeconómico y político, así se los permitiría.
Por el PAN iría el ex priista Jesús Moreno, que tendrá que armar una estrategia para desligarse por completo del montielismo. Jesús Moreno tendrá que ganarse la confianza de los panistas sumándolos a su equipo de campaña junto con su principal respaldo, Jesús Ramón Ortiz Cisneros.
Mientras que Víctor Carranza, quien va por Morena, sin duda le pesará que la propia militancia le dé la espalda acusándolo de corrupción cuando trabajaba en Pemex. Además que los mismos morenistas argumentan que el principal mérito de Víctor Carranza es simplemente ser compadrito de Rocío Nahle y su esposo cuando trabajaba en Pemex. De ser cierta esta tesis, Morena resultaría mucho peor que el PRI en cuestión de democracia. Lo cierto es que en política una cosa son los ideales, y otra cosa es el deseo, el afán de obtener poder y más poder. Está en la carne, diría el apóstol Pablo.
Con estas condiciones, la mejor estrategia de Víctor Carranza será la que siempre han adoptado todos los aspirantes que ha postulado Morena: arroparse bajo la sombra protectora de Andrés Manuel López Obrador.
Ambos tienen posibilidades verdaderas de ganar la alcaldía. Empero… ¿y la democracia pues? Cierto, una cosa son los ideales y otra muy diferente la realidad. Gana la política. Pierde la democracia.