30 de Septiembre de 2024

Duda razonable

¿Declinar o no declinar?

Carlos Puig

Andrés Manuel López Obrador ha hecho la pregunta, más bien la petición, que va a marcar no solo estas elecciones estatales, sino la presidencial de 2018.

El tema no es nuevo y se viene discutiendo desde hace meses y puesto en la mesa por Jorge G. Castañeda y Manlio Fabio Beltrones de diferente manera y con diferente intención, pero en cierto sentido es lo mismo.

Partamos de que hoy parece imposible —por lo que sabemos de quiénes y con quién quieren ser candidatos— que nadie alcance 38 por ciento de la votación nacional. Se darán por bien servidos con 30 por ciento.

Esto quiere decir que el próximo presidente llegará con poca autoridad, poco consenso nacional, con minorías legislativas. Un país dividido lo podría ser más.

Hay fórmulas democráticas para solucionar esto. La segunda vuelta, como acaba de suceder en Francia, que al menos alinea a los votantes con una de dos opciones, como lo ha explicado Castañeda y estas alineaciones contienen alguna negociación de los punteros con las fuerzas que habían perdido para atraer a sus votantes. La otra es el gobierno de coalición, del que ha hablado Manlio y que une a partidos a partir de un programa de gobierno compartido.

La otra forma es la que ahora propone López Obrador para que gane su partido. Es informal y no está clara su efectividad. Declinar por otro candidato no quita al abanderado que declina de las boletas, ni pasa dinero de campaña de un partido a otro, y supongo que alguien se quejaría si en los spots de, digamos, el PT se promueve a un candidato de otro partido. Tampoco hay, por lo menos hasta ahora, en la propuesta de López Obrador algún principio programático más allá de que no gane el PRI, lo cual se vale, pero quien sabe si sea suficiente para quien esté tentado a declinar.

El PRD y el PAN lo hablaron antes de la elección del Edomex y no llegaron a nada. Si Delfina queda cerca, pero pierde, tal vez abra la puerta para que López Obrador flexibilice sus posturas frente a otros partidos de izquierda. Si gana, habrá que buscar las alianzas por otra parte.

O no.

Y entonces, podríamos tener a uno de los presidentes más débiles de nuestra historia contemporánea.