17 de Noviembre de 2024

'Javidú', encarcelado

Juan Ignacio Zavala

Autonomía Relativa

 

Javidú paseaba en su celda guatemalteca. Se asomaba por la ventana y pensaba: de veras que sólo Veracruz es bello. Con razón le adjudican esa frase al santo Papa. Y es que claro, con sus palmeras borrachas de sol, y sus mariscos, sus playas que se formaron con el mismísimo paraíso y sus deliciosos platillos, ¡ah, qué rico se come en mi tierra! No sé qué hago aquí. Pinche Miguel Ángel, pensar que fuimos amigos. La injusticia, la sevicia, la malicia, curiosa pericia la de Morticia. Un sobre llega por debajo de la puerta. Javidú lo lee. ¡Es de Karime! ¡Amor mío! ¡Bombón de bombones, amor de mis amores, cascada de agua azul, mantra de mantras! Oh sí, me has escrito, no me has dejado. Lo nuestro es una muralla que todo lo resiste, lo embiste, lo desviste, lo reviste y…ya no sé qué más. Pero, ¿cómo? ¿Una demanda de divorcio? ¿Cómo es posible?

Javidú camina en círculos con el papel en la mano, lo arruga, lo desarruga y lo vuelve a leer. ¿Por qué me da este golpe? Si juntos éramos el amor en persona: Carmela y Rafael, el dueto Pimpinela, Amanda Miguel y Diego Verdaguer. Claro, hubo malas conciencias que nos veían como Bonnie and Clyde, o a mi Karimita como si fuera Ma Baker, la Mataviejitas o qué sé yo, pero eso ya es politiquería. ¿Por qué decide que lo mejor es separarnos? ¿No bastan estas rejas? Y la maledicencia, indecencia, la pendencia, la codependencia…Ya no se me ocurre más. No entiendo Karime de la vida y del amor, si juntos recorrimos las aulas de estudio, hicimos planes, nos casamos, tuvimos hijitos, llegamos muy lejos a Houston, a Miami, a Europa, de hecho te mandé al depa de Londres; juntos hicimos todo, nombramos al gabinete, tú decías quién se quedaba y quién no; qué propiedades comprábamos y cuáles no; juntos amasamos una inmensa fortuna, y fue idea tuya, a mí ya ves que no se me ocurre nada más que estupideces; tú llevabas la comunicación, tú compraste los caballos, diseñaste los ranchos. A ti se te ocurrió que debía decir lo de que en el estado sólo se robaban un gansito y un frutsi. A mí ni me gusta el frutsi, la verdad. Los gansitos sí, sobre todo congelados, ahorita mismo mataría por uno en esta maldita celda. Yo te dije que nomás compráramos 30 departamentos, que con eso, los ranchos y las tres casas teníamos. Pero no, tú querías más. Abundancia, merezco abundancia, merezco abundancia, repetías sin cesar. La verdad nunca te entendí en eso, si nadábamos en abundancia. Seguro fue la maldita yoga. Fue tu idea entrar a la yoga y esas jaladas, ya parece que me iba a concentrar en eso y el mantra ese que me hacías repetir como idiota, ¡hasta me lo aprendí! Aquí me tienes a cada rato: presencia, prudencia, ausencia, verbal contingencia…

Javidú cavila, vuelve a dar vueltas, llora con los papeles en la mano y sigue hablando en voz alta: dime, Karime, gime aunque no rime, lo que no me exime aunque ni me estime. ¿Te aconseja un abogado? Ten cuidado, el abogado, malvado y depravado, maldito degenerado, su demanda no he aprobado. ¿Verdad que sí aprendí en la yoga? Karime Macías, ladrona no te me hacías jajajajjajaj jajajja.

Javidú se retuerce a carcajadas. Los guardias entran y lo sujetan con camisa de fuerza.

 

Twitter: @JuanIZavala