De periodistas convencidos
Margarito Escudero Luis
La metamos el fallecimiento del gran escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura que honró a México, como su lugar de residencia y dónde finalmente dejó su existencia.
La muerte de García Márquez trae a la palestra su vida, sus acciones, sus obras, su militancia y debería ser ejemplo de actitud ante la vida, rebeldía ante lo establecido que afecta a muchos y encumbra a unos pocos.
Algo destacable que se ve en estos días, es la actividad periodística de Gabo, oficio de dónde muchos quisiéramos colgarnos, para poder decir que ostentamos el mismo oficio de un grande las letras y sólo por eso ya estamos en las alturas.
Pero sería solo una ilusión, pues las condiciones del periodismo en esta región no van, por mucho, rumbo a la capacidad del autor de Cien Años de Soledad, al contrario, lo que menos se hace en esta parte del continente, es leer siquiera el periódico donde se publican nuestras notas.
Ángel V. Ruocco, periodista uruguayo de larga trayectoria y amigo personal de García Márquez, lo recuerda como fundador de Prensa Latina y añada parte de una plática sostenida con el creador de “Ojos de perro azul”, hace ya más de medio siglo, donde el tema fue el del periodismo, el de su validez como oficio y también como militancia.
En sus palabras, el uruguayo afirma que en el periodismo siempre se debe seguir aprendiendo a utilizar correctamente las palabras y los conceptos, a considerar que la práctica periodística debe ir más allá de la noticia, ya que en el periodismo no se termina nunca de aprender.
Dice que García Márquez se consideraba sobre todo un periodista.
EL MEJOR OFICIO
En una conferencia que tituló 'El mejor oficio del mundo', ya alertaba sobre el daño que puede causar el periodismo y advertía que nunca como ahora ha sido tan peligroso este oficio.
El autor de ‘Crónica de una muerte anunciada’ en un momento de su vida dejó de conceder entrevistas, en una crítica a los malos entrevistadores que siempre le planteaban las mismas preguntas; a los que de puro complacientes se volvían empalagosos; también a los agresivos que intentaban exasperarle para que acabase diciendo lo que no piensa. Y a los que destilaban una frase para llevarla al titular después de convertirla en otra.
Detestaba las grabadoras, decía que con ellas, el periodista no presta atención porque cree que se graba todo, pero eso no es cierto, ya que la grabadora no oye los latidos del corazón, “que es lo que más vale en una entrevista”.
Aseguraba que la grabadora no piensa; oye pero no escucha, es fiel pero no tiene corazón.
Es bueno retomar estas palabras de una persona que se dedicó a escribir, a pensar y hacer que sus lectores desfrutaran de esa imaginación creativa.
Desafortunadamente no hay lecciones de periodismo que desalienten el uso de la grabadora, ahora los periodistas sólo somos empleados de una empresa que se dedica a vender información, las noticias pueden esperar porque los importante es cuidar el negocio.
Y para aquellos que nos sentimos más allá de la descalificación, deberíamos aportar más a las generaciones que invaden las redacciones sin saber siquiera que es lo que ahí se hace.
Las épocas de aprender periodismo en las cantinas terminó hace mucho, ahora las universidades son las que se encargan de embrutecer a quienes aspiran al periodismo.
SOLIDARIDAD CON LUVÍN
Luvín Santos es un amigo personal que se dedicó a cultivarse. Asegura que lee un libro diario y en sus andares por la vida, intentó llevar cultura al pueblo y alguna vez se le dio la oportunidad.
Dicen que la única vez que se escuchó música clásica en las bocinas instaladas en el parque Independencia, fue promovida por el buen Luvín.
Hoy mi amigo se encuentra internado en la clínica del Issste, con su salud muy delicada, luego que una intervención quirúrgica se complicara.
Esperemos que se restablezca pronto y le enviamos un solidario saludo en estos difíciles momentos.