Por Karime Macías Tubilla.
Hay mesas en las que no se platica, se conversa. Y hay personajes con quienes la conversación debería de ser en verso.
Así fue la comida que compartimos con Doña Silvia Lemus en Xalapa, ciudad que su marido quiso tanto en vida y que ahora alberga la Cátedra que lleva su nombre, Carlos Fuentes.
Conversar con Silvia es un agasajo. Sus anécdotas, su agudez y su sentido del humor hacen de cualquier comida un banquete. Es una mujer que tiene esa fina elegancia que da el saber estar.
Silvia sabe muchas cosas. Sabe de cine, sabe de amigos, sabe de las tristezas y alegrías de este mundo. Sabe escuchar, sabe de ritmos y su serenidad me da la impresión que sabe también, en secreto, que al final todo va a estar bien.
Su serie “Tratos y Retratos” es un espejo de su propia historia. A través de encuentros con personajes emblemáticos que han tenido un lugar especial en su vida nos deja ver quién es ella misma.
Con sus entrevistas a John Elliot, Susan Sontag, Carlos Monsiváis, el mismo Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Jorge Volpi, Salman Rushdie, Elena Poniatowska entre muchos más, Silvia logra que le cuenten y sin querer también la cuentan a ella.
El resultado de su trabajo es tan especial como su vida. No podía ser diferente, las manzanas dan manzanas, y Doña Silvia nos ha dado unos relatos que la UNESCO ha incluido en la lista de las aportaciones mexicanas a la Memoria del Mundo. ¿A poco no es poético?
Al conocerla me quedó claro que si Don Carlos Fuentes escribía poemas, Doña Silvia Lemus ha sabido hacer de su vida una poesía.