¿Hasta cuándo entenderemos?
Margarito Escudero Luis
Luego de los acontecimientos del martes, la autoridad se apresuró a tomar las medidas necesarias para resolver el conflicto y no permitir más tiempo que Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque, padecieran la falta de agua por más tiempo.
Aunque parece que la parte más trágica ocurre en el puerto, ya la mañana del miércoles, el agua comenzó a llegar tímidamente en algunos sectores de la ciudad.
El drama está en vías de solución, pero el Secretario de Gobierno, Erick Lagos, no acepta que la responsabilidad sea del gobierno del estado, sino que se trata de un conflicto entre municipios, así de fácil se quitó la bronca de encima.
Si se trata de un conflicto entre municipios, ¿para qué vino? ¿Por qué no se permitió que se solucionara entre municipios? ¿Por qué los ciudadanos de la sierra señalaban más al gobierno del estado que a los municipios afectados?
APRENDER SOBRE EL PROBLEMA
Bueno, es cuestión de enfoques. Pero el problema lo tenemos quienes habitamos esta región y debemos tomar medidas fuertes para evitar quedarnos sin agua otra vez.
Es en medio de estas crisis cuando apreciamos el valor del agua.
Durante mucho tiempo se ha dicho que la actividad humana está acabando con las fuentes del líquido en el planeta.
Sin embargo, a pesar de las advertencias, no hemos hecho gran cosa para proteger nuestro abastecimiento de agua.
No basta con pagar impuestos o el recibo mensual, es necesario tomar actitudes conscientes de que somos vulnerables ante la carencia de agua.
Porque una vez que se restablezca el servicio, nos olvidaremos del problema, volveremos a desperdiciar el agua, a lavar pisos y vehículos a manguerazos, a reportar fugas y olvidar el asunto dejándolo en manos de unas autoridades que ya se vieron rebasadas por los problemas que presenta la ciudad.
Olvidaremos que podemos bañarnos con poca agua, que se puede aprovechar todo el líquido, que extrañamos la lluvia durante este estiaje forzado.
NUESTRO EGOISMO
Volveremos al egoísmo y a dilapidar un recurso que cada vez es más escaso, hasta que no quede más remedio que la autoridad implemente medidas drásticas, obligando a todos a respetar el agua que todos necesitamos, a racionar, a multar a quien la desperdicie, a quien atente contra la seguridad del resto de la población.
Eso no sería nuevo; se aplica en países donde el agua es escasa, donde el desierto se impone y el líquido es controlado por el gobierno y no se permiten reformas a la constitución para privatizar un bien que es de todos.
Olvidaremos a los ciudadanos de la sierra, que son engañados por un gobierno que dice no es su problema, manteniéndolos en la marginación y pobreza, cuando su entorno está lleno de riquezas que pueden ser útiles para todos, incluyéndolos.
No aprendemos que la deforestación conlleva a la escasez de agua, no aprendemos que debemos ser solidarios y procurar que se reforesten los bosques serranos, ya que así tendremos garantía de agua por mucho tiempo.
Lo sabemos, pero no lo aprendemos, no lo aplicamos y seguiremos considerando a los pobladores de la sierra como ciudadanos de segunda, creyendo que de verdad estamos en un emporio industrial que lo merece todo, cuando todos estamos notando que las inversiones vienen a llevarse la riqueza, dejando sólo migajas.
No queremos darnos cuenta que la escasez ficticia del liquido no afectó a las grandes industrias, que tienen su reserva de agua protegida por el ejército, que ningún grupo de inconformes se atrevería a desafiar.
Ignoramos deliberadamente los problemas de la ciudad, hasta que hacen crisis y nos vemos afectados, hasta que deja de pasar el camión que recoge la basura, hasta que se incendia el basurero, hasta que nos quedamos sin agua por muchos días, hasta que notamos que son muchos los secuestrados en la cuadra, hasta que vemos muchos muertos en las colonias, hasta que el robo ocurre en nuestra casa.
Y ni así logramos aceptar que nos necesitamos unos a otros, hasta que la crisis sea imposible de superar.
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