23 de Febrero de 2025

A PUERTA CERRADA

Olga Sánchez Cordero; la forma es fondo

MARCELA GÓMEZ

Las instituciones de la democracia no deberían tomarse como un elemento garantizado; siempre es necesario robustecerlas y defenderlas. Esto exige aprehender su dinámica específica y reconocer la tensión que se deriva de los efectos de sus distintas lógicas. La tensión puede estabilizarse temporalmente mediante negociaciones pragmáticas entre fuerzas políticas y no con el agandalle tan común del manual de la democracia mexicana. En los últimos años el epicentro de la política ha estado en el palacio donde de manera vertical y unilateral salen órdenes e instrucciones. El statu quo queda naturalizado y transformado en el modo en que realmente “deben ser las cosas”. La capitulación ante la hegemonía presidencial cuyas relaciones de poder no se cuestionan y ante la cual se limitan a realizar pequeños ajustes, entra a una nueva fase.

El presidente ha movido sus fichas en el tablero enviando la señal con la llegada de Adán Augusto López a Gobernación de que en la ruta de la sucesión adelantada y con el epicentro político ahora en ambas Cámaras legislativas, cerrará filas con los que considera sus amigos —una práctica harto empleada por los innombrables neoliberales— e irá replanteando sus compromisos políticos.

Este escenario no es nuevo y sus resultados no son siempre los esperados.

La polarización, el escarnio mañanero y el maltrato del ala radical cuatroté al interior de Morena tendrá un impacto en los deseos y planes presidenciales. El episodio del fiasco legislativo de la revocación de mandato sólo aceleró los cambios vistos.

Es sabido que López Obrador en reunión reciente espetó bastante malhumorado — condición que parece ser recurrente— que de no salir ese asunto en los tiempos exigidos lo consideraría “un fracaso” y al buen entendedor pocas palabras. La secretaria Sánchez Cordero encargada de sacar adelante el segundo intento legislativo topóse con un muro opositor que estuvo cerca de ser derribado gracias a la genuflexión del gobernador Enrique Alfaro, urgido extrañamente del cariño presidencial.

La carambola tensó la cuerda política entre el mandatario estatal y Dante Delgado, quien ha venido sosteniendo una posición sólida frente a una inédita beligerancia presidencial entendible claro, por dos estrepitosos fracasos. Uno seguridad donde con tanto abrazo a los cárteles se construye una narrativa internacional de un narcogobierno moreno y otro con la indomable pandemia que sigue golpeando la línea de flotación económica, social y sanitaria.

No mucho para presumir este 1 de septiembre y el arranque formal del cuarto año tendrá irremediablemente un impacto en los ánimos; el dogma de la transformación, la sucesión adelantada y en la lógica del estás conmigo o en mi contra no habrá matices. Ese soñado “orden social” sucumbirá por suprimir la divergencia, por esa saña revanchista y la traición a lo prometido en campaña: gobernar para todos con tolerancia y respeto a pesar de las diferencias.

Hoy dentro de la burbuja cuatroté dominada por un grupúsculo enarbolando un marxismo vulgar empeñado en reducir una identidad política a una identidad de clase, se invita a pavimentar más caminos, otras rutas y provocando ruptura con predecibles consecuencias políticas.